Muchas cosas se muestran con características negativas cuando se trata de encarar planes para consolidar el desarrollo de Oruro partiendo de la apatía o desinterés de los propios orureños, no todos por supuesto, pero por lo menos de algunos que simplemente se han convertido en observadores y simples “reclamadores” ocasionales de menudos problemas, dejando que pasen las cosas grandes sin oportunas soluciones.
Si se analiza la situación regional no podemos perdernos en años más o menos, pero lo cierto es que sumados estos periodos, casi medio siglo de espera corresponde a uno de los más caros anhelos, el corredor bioceánico que desde la ciudad debe llegar a Pisiga permitiéndonos ofrecer nuestra carretera para consolidar el tránsito comercial entre los océanos Pacífico y Atlántico, concretando ese proyecto que permitirá el crecimiento de nuestra región, complementando el mismo con el funcionamiento del Puerto Seco, que también tiene larga data en su concreción.
Se ha dicho y se comprueba en los hechos que nuestra proximidad con la sede de gobierno nos ha convertido, como alguien lo dijo sin tapujos, en “el patio trasero de La Paz” por tanto obligados los ocupantes de esa dependencia a esperar resignadamente la voluntad de las autoridades que sólo pasan por el lugar para abordar o desembarcar de las lujosas movilidades del Estado sin percatarse de las necesidad de ese “patio”, cuya gente parece que por fin asume el rol de su defensa y exigirá la atención que merece para progresar.
Pero no sólo de buenas intenciones se puede vivir, lo evidente es que hay necesidad de plantear firmemente la atención de nuestros problemas con un orden de prioridades extremas que nos permitan salir adelante por encima de los condicionamientos políticos o los intereses sectarios, lo que se aprecia en la actualidad en problemas como el de los límites con Potosí, la circulación de mapas distorsionados que los distribuye el Ministerio de Autonomías, mientras las autoridades muestran cierta parcialización con los planteamientos de la Villa Imperial sin escuchar las voces de los orureños.
Si bien el problema de los límites no es reciente, también proviene de los tiempos inmemoriales cuando se fundó la República pero no se definieron hasta ahora, como sucede en otras jurisdicciones donde también existen similares reclamos aunque por las características de lo que acontece entre el Norte de Potosí y el Sur de Oruro las condiciones son muy diferentes por la belicosidad de vecinos potosinos y el “encasillamiento” de algunos dirigentes en posiciones claramente arbitrarias e ilegales.
No exageran dirigentes locales cuando mencionan “una posible conspiración contra los intereses de Oruro”, departamento que dio mucho y sigue dando a favor de la nacionalidad, de ahí que es incomprensible cualquier intento de frustrar sus planes regionales… pero algo sucede, porque el atraso en alcanzar los objetivos es manifiesto y contundente, no podemos ocultarlo, pero tampoco debemos seguir soportando ese oprobio.
Es importante que en el tiempo presente se asuman actitudes responsables para defender los derechos regionales acudiendo a la razón y las pruebas que se tienen para demostrar nuestros límites jurisdiccionales para consolidar la soberanía departamental en defensa de nuestra riqueza natural obviamente parte importante del beneficio que nos permitirá avanzar en el proceso de la autonomía que ansiamos practicarla plenamente.
Fuente: LA PATRIA
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