El grave problema del desempleo ha empeorado de acuerdo a estudios realizados por instituciones especializadas buscando acercarse a la realidad social que es la más complicada del ámbito nacional por la cantidad de personas sin trabajo fijo y otro enorme contingente que tiene un trabajo eventual, por tanto financieramente precario.
Un estudio de la Unión Nacional de Instituciones para el Trabajo de Acción Social (Unitas) establece que en Bolivia un 50 % de la población, que es parte de la masa laboral y que suman casi dos millones de personas, cumple sus actividades laborales en total precariedad. Diez años atrás (2001) ese porcentaje era sólo del 25 %.
Pese a repetidos anuncios por parte de funcionarios de Gobierno el tema del desempleo es uno de lo más preocupantes considerando que los planes oficiales no insumen ni remotamente el alto índice de desempleo que castiga a los sectores populares, los más vulnerables en materia económica.
Se trata de salvar situaciones con empleos precarios, esto significa que se trata mayormente de ocupaciones temporales, sin acceso a un sistema de seguro, sin garantía de beneficios sociales, con salarios que pueden estar entre los consignados como mínimo vital y que no satisfacen las demandas de un hogar tipo, por lo menos de cuatro a cinco personas, por tanto fuera de la perspectiva social de facilitar vida con dignidad a los ciudadanos bolivianos.
Las malas condiciones laborales se toman en cuenta como índice nacional y señala –según Unitas– que el 17,1 % de los trabajadores cuenta con una ocupación plena, sostenible y con seguridad, luego hay otro grupo de un 24 % de trabajadores bolivianos que tienen o viven bajo condiciones de precariedad moderada, sea por el nivel de sueldo, temporalidad y carencia de algunos beneficios sociales y resulta que el 58 % de trabajadores cuenta con un empleo precario y extremo, lo que significa que viven bajo condiciones de total pobreza y marginados de beneficios sociales.
En el detalle de las tasas de desempleo a nivel nacional las cifras son realmente preocupantes, pero el asunto se agrava si se toma en cuenta que en distritos como el nuestro la situación social tiene mayores connotaciones negativas, lo que obliga a centenares de ciudadanos buscar el pan del día en la actividad comercial, generalmente informal y de alarmante crecimiento pero increíblemente de sustento cotidiano frente a la crisis del desempleo.
Las cifras de la desocupación son alarmantes en nuestro medio, las razones están en las limitadas condiciones económicas del propio entorno regional con muchos planes para desarrollar su economía, pero con bastantes trabas para encarar los proyectos de alta rentabilidad, como los que están enmarcados en la minería, el funcionamiento del Puerto Seco, el corredor bioceánico, el parque industrial como factores complementarios de un comercio legalizado de alta producción. Esos son los planes que deben ser impulsados en Oruro para generar fuentes de empleo seguro, con salarios de dignidad y con todos los beneficios para alcanzar el objetivo de vivir bien.
En ese proceso del cumplimiento de objetivos la condición económica de Oruro seguirá dependiendo del comercio, ojalá que paulatinamente deje de ser informal para sumarse a la seriedad y la formalidad que requiere un proyecto de envergadura que elimine la precariedad del empleo inseguro y eventual.
Fuente: LA PATRIA
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