Por: Juan Manuel Fajardo - Abogado, Ensayista, Crítico de Cine
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“La tensa generación de hoy, jóvenes socialmente inmaduros, viven encolerizados y violentos, convencidos que nadie los quiere ni los necesita…”
En estos últimos tiempos, las páginas de los periódicos están plagadas de noticias sobre actividades juveniles, deleznables por cierto. Todas las generaciones, la nuestra y las anteriores tuvieron sus dificultades, aquí y en todo el planeta. Los jóvenes en todas partes adolescentes, incluso hasta los 21 años, han pasado en ese periodo de sus vidas, el llamado “Cabo de las tormentas”, indemnes unos y otros con graves lesiones físicas y mentales, cuando no también, algunos perdieron la propia existencia, en algún oscuro rincón de una calle.
“Peleas con armas reemplazan al puño limpio”, reza el titular de una publicación periodística; el contenido de la nota en cuestión, trata de jóvenes agrupados en pandillas, que cambiaron el puño limpio, por cadenas, manoplas, nudillos, cuchillos y armas de fuego, llegando a filmar las escaramuzas y subirlas al Internet. La llamada seguridad ciudadana, sin todavía una forma clara de abordar el problema, trata de encontrar soluciones, políticas y acciones que lleven a que los padres de familia, absorbidos por sus propios quehaceres, domen a sus hijos, los concienticen de enfrentar la vida en las calles, en el colegio.
El cine del siglo pasado, y del presente, sobre la base de hechos reales y de una literatura de verdad con sentido exculpatorio, nos mostraron o muestran cuan frágil es el ser humano, especialmente los jóvenes, los más vulnerables al desafío que implica existir, en un mundo de lobos desde muy temprana edad. Evan Hunter, David Wilkerson y Anthony Burgess, aportan al conocimiento del tema.
Hace cien años Emile Durkheim acuñó un término: Anomía, que significa sin norma, aplicado a los fenómenos económicos principalmente, a las tendencias suicidas, en una sociedad futura superindustrializada y las transformaciones veloces que conlleva la tecnología. Hoy parece que esta teoría, se prueba con la desintegración cultural y el desmoronamiento de valores sociales que alteran el comportamiento humano, haciendo que se regrese a primitivas formas de supervivencia para defenderse atacando. En este trabajo haremos un repaso de los filmes más importantes que cada generación tuvo.
DELINCUENCIA JUVENIL…
El problema terrible que representa la delincuencia juvenil, apareció reflejado por primera vez en el filme “Salvaje” (1953), Laslo Benedek su director mostraba a título de denuncia, la violencia de la juventud norteamericana de la post Segunda Guerra Mundial; Marlon Brando y Lee Marvin principales protagonistas son los líderes de un grupo de gamberros, pandilleros que causan el terror entre los habitantes de un pequeño pueblo del medio oeste americano, al que entran cabalgando sendas motocicletas; violentos y escandalosos sucesos es la forma de protesta de estos inadaptados contra la tradicional sociedad.
En 1954, Nicholas Ray conmocionó a la sociedad norteamericana con un filme que está considerado como uno de los clásicos del cine: “Rebelde sin causa”, una dramática historia sobre los conflictos generacionales surgidos en los años cincuenta, con un ícono que después de su muerte, sería por millones de jóvenes reverenciado hasta hoy, James Dean, el joven forastero que llega a Los Ángeles California, con su familia, y su desesperada y difícil adaptación al medio. Natalie Wood y Sal Mineo completan el reparto en papeles de seres humanos, que en su furia de vivir a toda velocidad, con toda su rebeldía, se afanan de no aferrarse a ningún lazo afectivo del que muchos carecen; con su crudeza y sus implicaciones totalitarias, la intención del director era provocar una reacción y una alerta sobre el problema de los jóvenes, su roce con lo delictivo y la falta de sentimientos de los padres hacia los hijos.
Uno año más tarde, en 1955, “Semilla de maldad” de Richard Brooks (A sangre fría), sacudió nuevamente los cimientos de la sociedad norteamericana abordando el tema de los adolescentes marginados, negros, portorriqueños, emigrantes con imposibilidad de integración a la sociedad americana y su educación. Alumnos fuera de control, díscolos, se enfrentan a un profesor (Glenn Ford); basada en la novela de Evan Hunter, “La jungla de asfalto”, de intensa fuerza revulsiva, es una visión dramática y veraz de los barrios deprimidos en Nueva York; el interés incide en el terreno de la sociología, como un vivido testimonio.
La crítica, calificó de absolutamente inconveniente para adolescentes el filme “La escuela del vicio” (1958), dirigida por Jack Arnold, que incursiona en un High School, de un pueblo cualquiera en los Estados Unidos, donde una banda de traficantes de narcóticos, tiene entre sus mejores clientes a los adolescentes varones y mujeres que caen en el vicio, iniciados por sus propios compañeros que son los comisionistas de la venta. Pobreza, exceso de dinero, es lo mismo que aburrimiento, búsqueda de sensaciones nuevas, la película termina con un mensaje: “Esto que acaban de ver es relativamente corriente en los High School de los EE.UU. Hacemos un llamado a los alumnos, a sus padres y a las autoridades para que tomen medidas para solucionarlo”. De manera que lo que muestra este filme, no era una fantasía, era una realidad.
“Los jóvenes salvajes” (1961), muchachos de chaquetas de cuero negras, jeans, cabelleras revueltas, de espíritus ariscos y rebeldes; adolescentes, que confunden el matonismo con la valentía, fueron la violenta descendencia de “Semilla de maldad”; su director, John Frankenheimer, retoma la delincuencia juvenil, sobre un otro libro de Evan Hunter, presentando un drama realista ambientado en Nueva York; el asesinato auténtico de un joven ciego, ocurrido en el sector portorriqueño, resultado de la lucha por territorios entre pandillas rivales; es a través de este crimen que presencia el espectador al empezar el filme, que se pasa a analizar el cómo y el porqué de las bandas juveniles, en los Estados Unidos. En el East Harlem; gobiernan el distrito dos pandillas, los Thunderbird, formada por jóvenes italianos, y otra los Horsemen por portorriqueños. Tres jóvenes de aspecto amenazador entran en escena, resueltos avanzan a por un muchacho que en el porche de su casa está sentado, tocando la armónica, junto a sus hermanos; es ciego, brillan las navajas, la sangre mancha la calzada. Roberto Escalante ha sido asesinado; los autores se dan a la fuga, la policía los aprehende, la justicia empieza a obrar; un fiscal (Burt Lancaster) tiene el deber de acusar y llevarlos a la silla eléctrica por la senda de la justicia, sin apartarse de sus preceptos. La ciudad se levanta indignada e interpela al Estado en el entierro de la víctima; dramáticamente exige justicia, la Ley del Talión; la investigación deriva en insospechadas conclusiones; presiones políticas pretenden se mate a los responsables. Uno de ellos, que no accionó su navaja en el momento de perpetrarse el ataque, por lealtad rehúsa contar la verdad. La búsqueda de evidencias determina el ataque de los jóvenes salvajes, a la esposa del Fiscal; luego, al propio Fiscal que es sádicamente golpeado con cadenas y otros objetos contundentes. El tema es apasionante y el filme realizado en blanco y negro tiene un intenso ritmo policial. El Fiscal, está empeñado en condenar a la pena de muerte a los jóvenes, porque está convencido de que el castigo puede contener la criminalidad de este tipo.
Este análisis social de las pandillas, hecho por primera vez de manera descarnada, en 1961, abrió los ojos hacia las causas detrás de la criminalidad; en particular, la terrible promiscuidad, las rivalidades raciales y de grupo, en una sociedad altamente desarrollada. El rodaje fue pensado por el director ser realizado, en el mismo lugar o barrio, donde sucedieron los hechos; las pandillas de allí se opusieron; entonces, tres de sus miembros fueron contratados para actuar en la película; después de conferenciar con sus pares, explicando que el filme no pretendía difamar, menos ofender o delatar a nadie, las cuerdas tendidas con ropa lavada de ventana a ventana, gente circulando con naturalidad y hasta perros hurgando, en los tachos de basura, aparecieron como por arte de magia; se había conseguido, según Frankenheimer, el mayor naturalismo; la condición fue que ningún policía, debía asomar por allí. Una década más tarde, en 1971 una cosa similar pasaría con la filmación de “El padrino”.
Los jóvenes salvajes, marcó como los anteriormente reseñados, una etapa en el cine, y con él se reinició toda una serie de producciones, sobre el tema de las pandillas y la delincuencia juvenil; luego vendrían más o menos en este orden: “West Side History”, “Amor sin barreras” (1961) de Robert Wise; “Al maestro con cariño” (1967) de James Clavell; “La cruz y el puñal” (1970) de Don Murray; “The warriors”, (Los Guerreros) (1976) de Walter Hill; “La naranja mecánica” (1971) de Stanley Kubrick, que también marcaron el ritmo de interés por el problema de los jóvenes, en todas partes del mundo. También, recordamos a “Pixote” de Héctor Babenco (1979); “Rebeldes” de Francis Ford Coppola (1.982); “Jóvenes Salvajes” (2002) de Scott Kalvert; “Barrio” (1998) de Fernando León de Araona; “La vida loca” (2008) de Cristhian Poveda y “Vidas callejeras” de Buddy Giovinazzo (2008).
LA CRUZ Y EL PUÑAL…
La historia de Nicky Cruz, nacido en San Juan de Puerto Rico en 1938, actualmente pastor de la Iglesia Evangélica, con 73 años de edad, es de las más fascinantes, está plasmada en el libro “La cruz y el puñal”, escrito por el reverendo David Wilkerson. Nicky Cruz a la edad de 16 años emigró a los Estados Unidos, en busca del "Sueño Americano", recaló en Nueva York, se fue a vivir con su hermano a Brooklyn en uno de los guetos de Nueva York; la difícil supervivencia en la jungla de asfalto lo empujó a unirse a una pandilla, en poco tiempo ya era líder de los “Mau Mau”; estratega del grupo, era el conferenciante con los jefes de otros grupos sobre delimitación de territorios, hora y armas a utilizarse en peleas callejeras; para 1958 los “Mau Mau” eran responsables de un sinnúmero de atracos, robos y hasta homicidios, involucrados en el tráfico y consumo de estupefacientes.
David Wilkerson cuenta que un día que estuvo predicando en la zona, en el barrio de los “Mau Mau”; conoció a Nicky Cruz, quien lo habría amenazado de muerte si continuaba con su ministerio. Unos días más tarde, Wilkerson volvió al vecindario a una reunión evangélica en St. Nicholas Boxin Arena, Nicky Cruz y su pandilla habían decidido matarle; llegado el momento sucedió que como el lobo ante San Francisco de Asís, el temible jefe de la pandilla más violenta de Nueva York de los años 50, Nicky Cruz, resignó su vida de violencia en pleno acto evangélico y se entregó al Señor, convirtiéndose desde entonces en el Evangelista Internacional más conocido del planeta, predicador de más de 34 millones de personas en diversos continentes, fundando junto a su maestro y mentor el reverendo Wilkerson, muchos centros de rehabilitación de delincuentes juveniles y drogadictos en más de 60 países; la historia cuenta que volvió al barrio donde había salido para predicar a otros miembros de su ex banda para que aceptaran a Jesucristo en su corazón.
El libro “La cruz y el puñal”, fue traducido a 30 idiomas incluyendo el finlandés. El filme homónimo fue rodado en 1970 dirigido por Don Murray con Pat Boone en el papel del reverendo Wilkerson y Erick Estrada como Nicky Cruz; hoy se difunde por el mundo en formato DVD.
“La cruz y el puñal” o “La cruz y la navaja”, de David Wilkerson, está incluido entre los 100 libros cristianos más importantes del siglo XX, fue publicado por primera vez en 1963, leído por más de 150 millones de personas en 150 países. El pastor Wilkerson tiene publicados otros 30 libros con temática social y sobre jóvenes, a los cuales, ha colaborado en enfrentar los peligros de la delincuencia y las drogas. El pastor David Wilkerson que había nacido en mayo de 1931 en Hammond, Indiana, murió el 27 de enero del año 2011 a la edad de 79 años. Su obra evangélica continúa hoy en día, trabajando a favor de los adolescentes y jóvenes atrapados por el pandillerismo tan violento y desesperado, como el de los años cincuenta.
CORRE, NICKY CORRE…
“Corre, Nicky corre”, el libro cuyo autor es el propio Nicky Cruz, ofrece el testimonio de un milagro, de una vida sórdida y de violencia y drogas, transformada por la Palabra al servicio de la sociedad; llamado por Jesucristo para llevar su mensaje de paz, tolerancia y bien a todo el mundo; es una autobiografía que lleva como “La cruz y el puñal”, años de ser un éxito de ventas, más de doce millones publicados en varios, de lectura obligada en las escuelas y colegios evangélicos, como antídoto contra las tentaciones de los jóvenes; es una historia llena de emociones propias del ambiente que relata, con elementos de tragedia, intriga y la inefable violencia, que es el marco de referencia de todos los días que le tocó vivir a Nicky Cruz, como jefe de los “Mau Mau”.
EVAN HUNTER
La obra de este escritor, se ha caracterizado por su inconformismo frente a los problemas de la sociedad norteamericana, por su actitud de denuncia de taras y actitudes del Stablishment. Desde la publicación en 1954 de su novela “La Jungla de Asfalto”, (Semilla de maldad), Hunter se consagró como uno de los más notables narradores, con material de primer orden para darnos un estudio sociológico de la vida urbana en Norteamérica. En “Los jóvenes salvajes” muestra su interés por los marginales negros, portorriqueños y otros inmigrantes latinoamericanos de imposible integración a la sociedad; con su visión dramática de los barrios deprimidos de Nueva York, es un vívido testimonio de la crisis de una concepción del mundo y de las minorías raciales, Evan Hunter, nacido bajo el nombre de Salvatore Albert Lombino, nació en Nueva York en 1926 y falleció en Connecticut el año 2005. El filme “Semilla de maldad”, popularizó el tema “Rock around the Clock”, de Bill Haley, el Rock and Roll más conocido del mundo.
LA NARANJA MECÁNICA…
Anthony Burgess, escritor británico (1917 - 1993), en 1962 publicó su obra más famosa, “La naranja mecánica”, se dice inspirado en un hecho real que le sucedió durante la Segunda Guerra Mundial. En 1944 él y su esposa habrían sido víctimas de marines norteamericanos, asalto, robo y violación en Londres. El tema central de este libro versa sobre la vida de jóvenes en léxico nadsat = adolescentes; la adaptación de Stanley Kubrick para el cine, escandalizó a la crítica y a la sociedad europea especialmente, mostrando en los años 70; la cara más oscura y abyecta de una juventud sin futuro determinado en aquellos años, que ahora es pasado y presente, dominado por la violencia pandilleril, un mundo cruel y destructivo; libertad que disfruta Alex, de refinados gustos por el arte y la música, fanático de Beethoven y sus “drugos”= amigos, sin haber entendido su verdadero significado e importancia. Es una crítica a la sociedad de su tiempo y de ahora, la que para combatir el delito, no duda en emplear métodos parecidos de los inadaptados.
LOS HIJOS DIFÍCILES…
Está dicho que hasta los mejores padres, pueden tener hijos difíciles, porque, quizá, ni siquiera ellos pueden ser bastante buenos. Como todo ser humano, los padres tienen sus flaquezas, conservan en ellos marcas de las dificultades dejadas por el ambiente en que han vivido; su llamada herencia psíquica, los errores y prejuicios propios de su generación, de su tiempo; consecuentemente, tienen periodos de preocupaciones, angustia propia, que les impide pensar con claridad para aconsejar a sus hijos. Como los hijos, no son copias exactas de los padres que vienen al mundo como una hoja en blanco, lista para escribirse sobre ella, como un “Paperback Writer” de Lennon, se niegan algunos a admitir, que en estos tiempos de cambios violentos, el abismo que separa a las generaciones, es más profundo. Los jóvenes de hoy, los adolescentes, no quieren habitar el mundo cerrado y pequeño que es su casa o su hogar, ni estudiar todo el día o estar encerrados, como sus padres lo quisieran, les parece inadecuado; consiguientemente, hay que desobedecer a los padres, porque el obediente, a los ojos de sus compañeros de clase o de barrio o de banda, ha de parecer un traidor, en una guerra instintiva contra los adultos.
Los adolescentes de hoy, no pueden ser domados, conducidos ni educados fácilmente por sus progenitores, porque tienen desde la cuna, el derecho de crecer y alejarse de ellos; algunos afirman su personalidad con acciones delictivas, escapando de la celda estrecha que significa las paredes de su casa. Rompiendo las relaciones de dependencia se convierten en unos extraños que deambulan con ambiciones, con sueños y pensamientos propios hay que aceptar que un joven de 14 a 16 es un adolescente, un ser humano en la etapa de formación humana más difícil, con mucho que aprender y un largo camino por andar, con una personalidad de crecimiento lento y gradual, que vaga en medio de un tráfico intenso sin semáforos.
A estos jóvenes nadie les enseña o ha enseñado, (porque sus padres son separados, o viven trabajando en el extranjero), el necesario dominio de sí mismos, a tomar decisiones y aceptar las consecuencias de sus actos; seres humanos al fin, débiles, llenos de defectos, sin disciplina alguna, son los firmes candidatos a equivocar el camino. La adolescencia de hoy constituye, una fase de la vida mucho más peligrosa que la de hace unos años. Los impulsos agresivos que forman parte de la naturaleza y personalidad humana, no bien canalizados en un esfuerzo constructivo, acaban por convertirse en causa de sufrimiento y de destrucción, que requieren del dominio racional que sobre ellos puedan ejercer sus padres.
Los jóvenes pandilleros, con instintos belicosos, no cuentan con algo o alguien que les ayude a refrenarlos, a luchar contra ellos. El adolescente que no es una criatura de 4 años, necesita ser protegido contra los peligros exteriores, arrastra toda una serie de tentaciones nuevas; sin lazos de comunicación afectivos, son hojas de árbol al viento.
En la actualidad, la existencia del grupo pandillero, se basa en que en esa larga hora de conmociones psicológicas que significa la adolescencia, al sublevarse contra sus padres y la sociedad, sometiéndolos a prueba con sus acciones, quieren saber hasta qué punto han de mantener sus principios, en una especie de juego peligroso. ¿Hasta dónde puedo ir? ¿Cuál es mi límite?; la sociedad, debería escuchar estas preguntas y responder con claridad. Como muchos, si no todos, proceden de familias desintegradas; el cariño de padres que les pudiera hacer sentir seguros, no va mas, ¿qué hacer? El Estado, las autoridades deben trabajar en estos grupos, señalándoles límites definitivos y seguros, que entre toda la confusión que viven y sus temores que les acechan, perciban la imagen de una sociedad con personalidad, y sepan que ha de actuar, no en su contra, sino para protegerlo, dominando la situación.
La tensa generación de hoy, son jóvenes socialmente inmaduros, que viven encolerizados y violentos, convencidos que nadie los quiere ni los necesita; La colectividad boliviana hoy en día vive un singular tono de tensión nerviosa y de peligro; un nuevo factor demográfico, el pandillerismo se ha infiltrado en todos los barrios y estratos sociales, demostrando implacablemente su perversidad manifiestamente hostil, que viene aumentando día que pasa, caracterizada por un afán inútil de destrucción. Los jóvenes dedicados a agredir a otros como ellos, consumir sustancias controladas, apedrear ventanales, pintarrajear paredes, lindar con el delito realizando robos a punta de navaja, a punta de pistola, asaltos a transeúntes y hasta asesinatos, constituyen un fracaso de la sociedad boliviana.
En cualquier pueblo o ciudad podemos verlos en las noches, principalmente en plazas, parques o en cualquier esquina en grupos de seis, ocho o más; por lo general vestidos de igual manera, fácilmente identificables por el lenguaje cifrado que emplean; de esas filas brotan la ira y la maldad, manifestándose en violentos estallidos de característica actividad; van en busca de víctimas, entran a la fuerza a locales de fiesta; golpean sin misericordia, dan palizas terribles al joven que se les cruza en su camino. La soledad y la tensión propia del medio en que viven son los rasgos dominantes de estos muchachos inadaptados; beber y drogarse es casi obligatorio; los impulsos sexuales desempeñan un papel considerable en esta infra cultura; en un grupo puede haber una muchacha que los acompaña, que los incita a hacer “algo”. Los jóvenes varones, pueden elegir entre muy variadas actividades antisociales, darse a la bebida, a las drogas, a pelear, al robo; entre las mujeres, la actitud de rebeldía casi siempre es de forma sexual, a la larga les resulta más difícil de escapar a ese ambiente. No se trata de delincuentes ya bien definidos, sino de un grupo de características especiales, en el cual existen hijos de estratos de bajos recursos económicos y otros de familias pudientes.
La situación actual reclama, que se encuentre una solución, que no pasa por endurecer las leyes punitivas, tampoco de más policías o sacar al ejército a patrullar las calles; más de un millón de jóvenes menores de veinte años, entre los que se encuentran, los que han sido abandonados por sus padres, los que han dejado de estudiar, o que literalmente no tienen nada que hacer, reclaman una fuente de trabajo, algo en que ocupar su tiempo; el desempleo se ha convertido en uno de los problemas más graves de nuestro país; es muy duro necesitarlo y no hallarlo, es el caldo de cultivo de la delincuencia.
Las relaciones con los padres en el complicado mundo de hoy, es lo que falta. No ha habido otra época que yo, recuerde, como la presente, en la que es más difícil conseguir un verdadero entendimiento, entre padres e hijos; al parecer hay muy poco tiempo para estar juntos, para cultivar la conversación que contribuya a consolidar las relaciones humanas. Los hijos, los jóvenes adolescentes, que van a enfrentarse con un mundo hostil y competitivo, han de sostener una lucha ardua y sus problemas, tienen que ser abordados, en familia. Los padres deben estar resueltos a enfrentar la situación de manera positiva. Según los psicólogos, “la adolescencia es una edad en que el ser humano necesita tener una autoridad contra la cual luchar, para poner a prueba su naciente madurez. Si no hay tal autoridad, todo su mundo se hace confuso e inseguro”.
Las pandillas, son un ejército irregular dentro de nuestras fronteras; hasta ahora son las que han pasado a ser, las administradoras del miedo de la sociedad; pronto en todas las ciudades grandes, los barrios serán amurallados; en las pequeñas cada casa será un fortín. El mal no se acaba, atacando a los seres humanos como si fueran insectos; un exterminador para cada ciudadano; se debe transformar la raíz energética que nutre la potencia de los delincuentes definidos, atracadores asaltantes, secuestradores; los jóvenes, son materia en un futuro próximo de la llamada carne de presidio.
NOTAS.-
Evan Hunter: Los jóvenes salvajes. Ed. Caralt. Barcelona 1974.
Evan Hunter: La jungla de asfalto. Ed. Caralt. Barcelona 1976.
David Wilkerson: La Cruz y el puñal. Ed. Plaza & Janes 1965.
Nicky Cruz: Corre, Nicky corre. Ed. Plaza & Janes 1966.
Anthony Burgess: La naranja mecánica. Ed. Minotauro 1975.
José Sanmartín: La Violencia y sus claves. Ed. Ariel. Barcelona 2000.
Fuente: LA PATRIA
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