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Domingo 04 de diciembre de 2011

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Revista Dominical

Quien ama no mata

04 dic 2011

Fuente: LA PATRIA

Por: Márcia Batista Ramos - Escritora

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Fragmentos del libro inédito: “Violencia contra la mujer” de la misma autora

"La autoridad

En épocas remotas, las mujeres se sentaban en la proa de la canoa y los hombres en la popa. Eran las mujeres quienes cazaban y pescaban. Ellas salían de las aldeas y volvían cuando podían o querían. Los hombres montaban las chozas, preparaban la comida, mantenían encendidas las fogatas contra el frío, cuidaban a los hijos y curtían las pieles de abrigo.

Así era la vida entre los indios onas y los yaganes, en la Tierra del Fuego, hasta que un día los hombres mataron a todas las mujeres y se pusieron las mascaras que las mujeres habían inventado para darles terror.

Solamente las niñas recién nacidas se salvaron del exterminio.

Mientras ellas crecían, los asesinos les decían y les repetían que servir a los hombres era su destino. Ellas lo creyeron. También lo creyeron las hijas de sus hijas".

Eduardo Galeano.

De Memorias del fuego.

Las caras y las mascaras.

La tragedia, hoy en el siglo XXI, es que la humanidad no superó aún, la idea indigna del predominio masculino. La sociedad en su conjunto es muy permisiva con el hombre y represiva con la mujer, mismo en pequeñas cosas los roles ya están definidos. Peor, siguen profundizándose en las relaciones humanas más fundamentales, como las relaciones de pareja. Como consecuencia se torna natural la tolerancia existente, en ciertos medios, hacia la violencia contra la mujer. Aquellos comportamientos consuetudinarios obstaculizan la posibilidad de enfrentar el tema como un serio problema; esta tolerancia vil y deshumana se traduce diariamente en crímenes como: golpes, violaciones sexuales, mutilaciones y asesinatos.

La aceptación de la violencia se produce como consecuencia de la aceptación de las desigualdades entre hombres y mujeres. Su hermenéutica es la del abuso de poder, lo que torna irracional e inhumano el relacionamiento basado en ese modelo de carácter cruel y déspota.

La debilidad cultural de todos aquellos sujetos que aceptan ese paradigma de comportamiento se refleja en criterios populares aceptados por hombres y mujeres, como el de que la mujer es "propiedad del hombre", "el hombre es el que piensa", o que “el hombre tiene derechos superiores a los derechos de las mujeres”. Criterios absurdos que escapan a la racionalidad propia de la evolución objetiva del ser humano inteligente del nuevo milenio.

Actualmente el problema en muchos países no es la "debilidad judicial" es la "debilidad cultural", que surge como un subproducto de la estructura social que pone al hombre en constante situación de superioridad y la mujer en una constante situación de inferioridad.

Estoy segura que la violencia contra la mujer es un "problema cultural" que propicia y perpetúa las desigualdades entre hombres y mujeres, retrasando el avance psico-cultural de la humanidad. Normalmente la violencia contra la mujer ocurre de manera disfrazada, con tanta astucia, que logra pasar desapercibida en la mayor parte de los casos.

Las mujeres muchas veces son vistas incluso como un objeto y aceptan la situación; a tal punto que ciertas mujeres cuando interrogadas sobre un tema de opinión dicen: “No sé qué va decir, o lo que piensa mi marido”...

Por tratarse de un problema cultural afecta de forma inconsciente a hombres y mujeres, de manera que las mujeres, sin darse cuenta, aceptan a los hombres agresivos y perpetúan ese padrón de comportamiento al reproducirlo en la educación de los hijos, el modelo de mujer obediente y sumisa y de varón mandón y agresivo; sin tener consciencia que como madres poseen el poder de cambiar el mundo, cambiando el comportamiento de las futuras generaciones a través de la educación de los propios hijos.

Es menester entender que en todos los países del mundo, en todas las épocas, la violencia contra la mujer estuvo presente en las más variadas y creativas formas, en algunas sociedades de manera más abierta, en otras de manera más velada; pero, esa permanencia en el tiempo y espacio de ninguna manera legitima la violencia en contra de la mujer.

Infelizmente la sociedad "perdona", en muchos ámbitos, los "pequeños abusos", cuando esos son perpetrados en contra de las mujeres. Sin embargo, la misma sociedad no considera abuso que el marido “no le permita salir” o “le impida tener amigas peor amigos”. En sociedades más primarias, como la nuestra, es normal que el marido, padre o hermano le dé un sopapo porque la mujer está fumando o bebiendo en público, o haciendo algo que al hombre no le parece correcto en aquel momento. Desde luego que las mismas situaciones son consideradas abusos imperdonables cuando son consumadas en contra de un hombre por una mujer. Esta desigualdad en las relaciones de género son las que deterioran e impiden el avance en la sociedad.

Es verdad que existe una tradición, sorprendentemente, arraigada de no visualizar, como problema por no ejercer los derechos humanos: "La violencia en contra de la mujer". A esa costumbre se suma el hábito de perdonar pequeños abusos incurridos por parte del hombre. Entonces, la sociedad asimila y emplea con naturalidad las expresiones como: “mató por celos”, “ella le provocó para que él reaccione de esa forma”; o cualquier herejía que podemos recordar en ese momento, que forman parte del sistema de creencias que infelizmente, aún sigue arraigado en nuestro medio, asechando la integridad de la mujer y dañando al avance de la eliminación de la violencia contra la mujer en el mundo entero.

Este problema, el de la violencia en contra de la mujer, debe desaparecer de la faz de la tierra para que la humanidad evolucione espiritual e intelectualmente acorde a la evolución científica tecnológica propia de nuestros días. El descubrimiento del genoma humano es tan maravilloso, cuanto de forma inversamente proporcional, es espantoso que una mujer sea golpeada. Sin embargo los dos extremos coexisten en nuestro planeta y en nuestros días: el gran avance científico y la barbarie que es la violencia contra la mujer.

Entendiendo género como una categoría relacional, que permite analizar la situación de los hombres comparando con la situación de las mujeres y viceversa; sé que existen personas que afirman que la inequidad de género afecta tanto a hombres como a mujeres; entiendo y afirmo que esta es una idea tramposa y machista, inventada para tratar de desviar el tema de la violencia contra la mujer y minimizarlo. De ahí que, para mí, es necesario debatir la violencia de género sin caer en falacias o engaños; pues, es fundamental precisar que se trata: de la violencia contra la mujer basada en la falta de equidad de género, que se produce como consecuencia de las desigualdades milenarias entre hombres y mujeres, transmitidas mediante padrones culturales a través de una generación a la otra.

La fuerza de los sistemas culturales, enraizados a lo largo de la historia de la humanidad, acuñó hombres que no son capaces de resolver conflictos sin utilizar la violencia; además, que no tienen la capacidad de relacionarse con mujeres de forma amena, suave, realmente placentera para los dos; basando ese relacionamiento en el respecto y en la complicidad. Así mismo, acuñó mujeres abnegadas capaces de perdonar todo, cualquier tortura y de renunciar a la felicidad en éste mundo esperando una compensación en “otro mundo”, en suma mujeres que no tienen noción de que no merecen ser ultrajadas por nadie.

Por lo general la tendencia de las víctimas es aferrarse, con argumentos falaces, al agresor. En ese intento de no alejarse del agresor muchas mujeres construyen en el imaginario la certeza de que sí, él la ama; que él no quería lastimarla; “que se le fue la mano”; “que esas actitudes ocurren en cualquier relacionamiento”…

Es espantoso como esas historias de "amores que matan" puedan motivar reacciones sociales de atracción, reforzando en el inconsciente colectivo la idea de mujer “objeto y propiedad” del hombre. Cuando en realidad las historias trágicas de asesinatos de mujeres solamente deberían motivar repudio de hombres y de mujeres, inteligentes y sanos, que tienen conciencia del valor de la vida y por lo tanto la respetan.

Para superar la tragedia que representa la violencia contra la mujer, es preciso entender que quien ama no mata… que el respecto debe fundamentar la convivencia entre hombres y mujeres. También hay que entender que no es una utopía inalcanzable un relacionamiento equitativo. Además, es un derecho de todos el de vivir libres de cualquier violencia.

Fuente: LA PATRIA
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