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Domingo 04 de diciembre de 2011

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Revista Dominical

Oruro Royal, una trayectoria de 115 años

Balones viejos: Trofeos de “guerra” y testigos de historias en la cancha

04 dic 2011

Fuente: LA PATRIA

A principios del siglo XIX los sacerdotes utilizaban los púlpitos de las iglesias para emitir sermones “anti fútbol” • Por: Mónica V. Aramayo Quinteros - Editora General LA PATRIA • Fotos: Reynaldo Bellota Gamboa - Reportero Gráfico LA PATRIA

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Lo que para muchos podría ser un simple montón de pelotas viejas, para los directivos y jugadores del Oruro Royal Club son nada más y nada menos que sus trofeos de “guerra”, conseguidos por sobresalientes jugadores que en el campo de fútbol, que a lo largo de más de un siglo supieron defender la dignidad del Decano del Fútbol Boliviano.

Estos objetos, mudos testigos de un sinfín de historias que se vivieron en los escenarios deportivos, ahora son celosamente custodiados en una particular vitrina de exposición en la sede del equipo royalista; aquel club forjado a plan de lucha y puntapiés de miles de hombres que a lo largo de 115 años mantienen en Oruro, viva la llama del deporte más popular del mundo.

El Oruro Royal Club, es sin lugar a dudas otro patrimonio orureño, pues su historia está pintada de una serie de matices pintorescos que ahora motivan la risa, pero con seguridad que en su momento motivaron incluso acalorados debates y hasta la creación de organizaciones “anti fútbol”.

Regresemos a finales del siglo XIX; cuando Oruro era una pequeña ciudad pero con gente e instituciones que comenzaban a escribir la historia de muchos pasajes del acontecer regional, entre ellos la historia del fútbol, a partir de la fundación del Oruro Royal Club el 26 de mayo de 1896.

Desde entonces varios pasajes incluso pintorescos ocurrieron en la práctica de lo que se conoce como “la pasión de multitudes” y en el caso particular de Oruro, el escritor y periodista Eddy Paravicini Ramos acopió información histórica y la hizo pública en su obra “Génesis del deporte boliviano 1896”, de donde rescataremos detalles poco conocidos de las primigenias prácticas del fútbol en Oruro.

Por ejemplo se detalla que en 1896, el perímetro de la ciudad hacia el Norte llegaba hasta la calle Aroma, cerca al actual Parque de la Unión Nacional, donde el municipio propició la construcción de campos deportivos utilizando materiales donados por las empresas mineras. En el lugar se almacenaba chatarras y desperdicios de la mina San José y su ingenio, pero producto del entusiasmo deportivo con apoyo de las autoridades de entonces, este escenario, se convirtió en el primer “estadio”, si así podía llamarse, hasta donde los sábados y domingos llegaban los deportistas.

La historia del Oruro Royal se gestó algunos años antes, cuando en 1891 los ingleses que trabajaban en la Bolivian Railways construyendo los ferrocarriles junto a jóvenes entusiastas formaron un equipo de fútbol que luego dio nacimiento a la primera sociedad deportiva de Bolivia.

En aquellos tiempos en Oruro circulaban moneda nacional, extranjera y pepitas de oro para comprar productos alimenticios, coca, alcohol y herramientas objetos de lujo, estos últimos todos importados.

“El sólo anuncio de la demostración de fútbol concitó enorme interés de la población y aunque existía un espacio amplio en la zona de la Ranchería, donde llegaron a vivir los primeros mitayos con sus familias, se prefirió habilitar una cancha en el Cementerio”, describe la obra de Paravicini.

“ANTI FÚTBOL”

Hace más de un siglo, la población se mantenía incrédula y no concebía que el ser humano sólo con las extremidades inferiores podía dominar una pelota, aunque ya se conocían antecedentes de ésta práctica en el exterior.

Como en todos los casos cuando se presentan hechos novedosos, no faltaron “los contreras”, que emprendieron campañas en contra de la nueva práctica. Ahí surgió la alianza entre madres de familia, médicos y sacerdotes, siendo los religiosos que incluso llegaron a utilizar los púlpitos de los templos para emitir sermones “anti fútbol”, argumentando los riesgos para la integridad física de los jóvenes.

Con la rebeldía de la juventud, narra Paravicini, contrariamente los jóvenes empezaron a tomar las calles para aprender el “trato a la pelota” con balones confeccionados con restos de tela. En algún momento, como cuentan los jóvenes de centros mineros, y quienes vivían en sectores aledaños al matadero, era todo un logro poder conseguir una vejiga de res, y a “todo pulmón” inflar la víscera que minutos después sería el más preciado balón de fútbol de aquellos tiempos.

Pasó el tiempo y la expectativa fue mayor, los jóvenes deportistas en algún momento llegaron a vestirse como “caballeros” de la edad media, armados al estilo europeo. Sus poleras o lo que se denominaba camisetas, eran fabricadas con hilo fino traído de Inglaterra.

Una hazaña, de los primeros futbolistas, sin duda los “royalistas” de Oruro; fue haber realizado un viaje a la ciudad de La Paz utilizando diligencias tiradas por caballos. Ellos fueron despedidos por una multitud que les deseaba la mejor de las suertes. También así de apoteósico fue el recibimiento a su retorno, pues los orureños volvían triunfantes tras derrotar al equipo de “Thunder’s FBC”. Sólo en viajes los intrépidos desafiantes futbolistas se pasaron casi un día y medio, pues los 230 kilómetros de recorrido sólo de ida demandaron un viaje de 18 horas y similar tiempo de vuelta.

Entre los años 1918 y 1919 el terreno situado detrás del Cementerio General, era el principal campo de juego, hasta allí todos los domingos llegaban los deportistas con postes al hombro, horadaban el piso, colocaban los parantes, donde se colocaba una cuerda que se constituía en el travesaño, rayaban la cancha y ¡listo!, a jugar; escribe Paravicini, quien tuvo la iniciativa de recoger una serie de testimonios de los primeros protagonistas de la práctica deportiva en Oruro. Valiosos aportes en base a los cuales se reconstruye la historia del Decano del Fútbol Boliviano

Era habitual que los entusiastas hombres, terminaran su jornada totalmente empolvados, una especie de “duendes plomizos”, que al llegar a casa reafirmaban la molestia femenina, sea de esposas o madres que protestaban por la mugre que cubría a los cansados, pero contentos futbolistas que se sentían importantes luego de practicar el nuevo deporte, del que comenzaban a escribir su historia en Bolivia, aún sin darse cuenta.

CARIÑO FEMENINO

No pasaron muchos años, y tras el periodo de desprestigio de las madres hacia la nueva práctica deportiva, fue precisamente un grupo de mujeres integrado por Elvira Cueto de Pérez y sus hermanas que en 1907, se encargaron de confeccionar un estandarte para los royalistas. Este es otro tesoro que se conserva en la sede del Oruro Royal.

PRIMER EQUIPO OFICIAL

Con esa peculiar historia se gestó el primer equipo del futbol boliviano, por cuyas filas pasaron destacados deportistas, es el caso de Jesús Bermúdez, orgullo orureño, cuyo nombre quedó inmortalizado en el monumental estadio que lleva su nombre.

Quedan en los registros históricos los nombres de Abel Sologuren, Eusebio Toledo, Leoncio Suaznábar, Max Gastelú, Darío Aramayo, Simón Irahola, Jorge von Boeck, Lizandro Urquidi, Ricardo Ramos, Enrique Vargas, Natalio Condarco, Fidel Araníbar, Emiliano Galleguillos, Mariano Bayá, Jorge Arce, Ulises Ramos, Guillermo Mier y León, José Quiroz y Enrique Böhrt.

En éste grupo de intrépidos jóvenes en cuyos pases a puntapié comenzó a escribirse la historia del fútbol, había abogados, médicos, estudiantes, técnicos y empleados del ferrocarril.

Ahora el Oruro Royal es un verdadero orgullo orureño. El ímpetu por fortalecer a la institución late en el corazón de por lo menos de 700 alumnos, la mayor parte niños que asiste a los entrenamientos de la escuela, luciendo el tradicional uniforme blanquinegro y tomando como ejemplo las hazañas futboleras de los precursores de la práctica de este deporte en Bolivia.

Referencias: “Génesis del deporte boliviano 1896”. Eddy Paravicini Ramos

Fuente: LA PATRIA
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