Miercoles 30 de noviembre de 2011
ver hoy
En la conducta de los gobiernos – legales o defacto – son comunes las promesas, las intenciones para superar los males pasados; promesas que sólo buscan consolidar el poder ejercido más que cambiar lo malo ocurrido. Estas son verdades que han lastimado, a través de muchas décadas, las esperanzas de generaciones que han buscado cambios efectivos en pos de un desarrollo armónico, del logro de sistemas educativos y de salud que permitan superar las falencias que son causantes de nuestros males.
Las promesas de “cambio” no son nuevas con el gobierno del MAS; son tan antiguas que “se pueden sembrar nabos sobre ellas”. Los cambios prometidos han resultado instrumentos de poder y reguero de esperanzas. La verdad es que cada gobierno, consolidado en el poder, parece que sólo ha buscado más poder y toda actitud que tuvo fue para evitar los “golpes” sin importar que el pueblo, extremo juez de la conducta de los que pretenden desarrollar buenas políticas y las olvidan, sólo junta decepciones.
El proceso iniciado en enero de 2006, debido a resultados de las elecciones de diciembre de 2005, insufló esperanzas en casi la mayoría de la población – inclusive en la que no simpatizó con el presidente elegido y menos con su partido –; pero, esperanzas al fin para cambios que se prometieron mucho y que nunca se cumplieron. Sin embargo, no había una condición que debía cumplirse previamente: todo cambio implicaba que cambien la politiquería en sana, honesta y constructiva política de servicio; que se destierre la soberbia y la petulancia; que se venzan los complejos y posiciones racistas y las divisiones de clase impulsadas por odios y revanchismos; que los protagonistas del “pedido de cambios”, cambien en su modo de ser no sólo personal sino como dirigentes, como políticos, como miembros de un partido, como ganadores de un proceso electoral, como servidores de un país que exigía por años mejores condiciones de vida; en fin, que cada quien, donde corresponda, cambie y entienda que tener poder es con el fin de servir.