El ser humano apegado al mundo enferma cada vez más. Con el correr del tiempo han ido apareciendo enfermedades que para los médicos siguen siendo enigmáticas y sobre las que hacen todo tipo de suposiciones. Sin embargo no pueden reconocer los detalles de los orígenes de los síntomas. En un futuro las causas que hacen que una enfermedad se manifieste serán tantas y tan diferentes, que a los médicos en muchos casos no les quedará otro remedio que reconocer que no saben qué hacer, o bien abandonarán toda cordura y administrarán irresponsablemente medicamentos y dosis de rayos que no sólo provocan malestares físicos incrementados, sino también sufrimientos y torturas anímicas.
Más de algún médico tendrá que cambiar su forma de pensar y comenzará a aplicar la terapia integral, la que vale ante todo para el alma y sólo después para el cuerpo. Esta terapia la pueda aplicar sin embargo sólo aquel que se ha analizado a sí mismo y ha reorientado su vida, partiendo del pensamiento humano-intelectual, hacia el reconocimiento espiritual y la sabiduría divina.
En la actualidad y a través de la palabra profética que está siendo dada desde hace 36 años a través de Gabriele, la profeta y mensajera de Dios para toda la humanidad, escuchamos lo siguiente: “Para que todos los seres humanos se reconozcan a sí mismo y transformen su vida, Yo Cristo, el espíritu de la vida, doy indicaciones, enseñanzas y lecciones también en la actualidad a través de la palabra profética. Pero cada uno tiene que trabajar en sí mismo. A nadie se le quitará lo que tiene en sí mismo de contrario a la ley divina. Cada persona tiene que reconocer su ego, su falso comportamiento y estar dispuesto a superarlo paulatinamente, es decir, a no hacer más lo que va contra la ley de Dios. Tiene que estar dispuesto a trabajar con la ley en vez de actuar contra ella”.
De acuerdo con esto son instruidos los médicos en Vida Universal. Ellos son los que primero se preparan, es decir, se esmeran en empezar primero ellos mismos a vivir y actuar según la ley eterna, para después ayudar y servir al prójimo de acuerdo con las legitimidades divinas. Pues en breve los médicos de este mundo se sentirán impotentes ante enfermedades que nunca habían existido en esta forma, y no sabrán qué medicamentos podrán recetar. Las clínicas se llenarán poco a poco también de personas con enfermedades anímicas. A esto hay que añadir los cuerpos humanos afectados por la irradiación atómica, que reaccionan de maneras muy diferentes a la irradiación radioactiva, que es cada vez más intensa.
En el curso de este desarrollo muchos médicos tendrán que reconocer su propia incapacidad, pues en muchos casos fracasarán en el ejercicio de su oficio médico. Las enfermedades del tiempo venidero se basarán en su mayor parte en daños radioactivos que hay que atribuir a la contaminación atómica del aire, de la tierra, de los lagos, ríos y mares. Los mismos alimentos y todo lo que el ser humano ingiere, también medicamentos y remedios naturistas, estarán con el paso del tiempo contaminados.
La muerte física va acompañada de un gran cortejo y afecta a todos aquellos que se orientan sólo a lo material, siendo por lo tanto propensos y receptivos a las vibraciones negativas, como son la irradiación atómica, los virus y las bacterias. Pero en la medida en que lo negativo y lo contrario a la ley divina va sufriendo su derrota, se abre el Cielo para las criaturas necesitadas.
Vida Universal
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