Amenaza sobre “revocatoria” de autoridades está vigente
28 nov 2011
Por: Jorge Lazzo Valera
Cual espada de Damocles cuelga sobre la cabeza de autoridades nacionales, departamentales y municipales la “revocatoria” de mandato que anunciaron varios sectores, porque quienes recibieron la representación de los ciudadanos de a pie, se enfrascaron más en peleas y pugnas internas, antes de prestar atención y obedecer lo que quiere el soberano en una democracia representativa.
Asumiendo esa representación del “soberano” las autoridades aprovecharon para favorecer a sus correligionarios, cometer abusos, actos de prepotencia y hasta de corruptela que empero no fueron sancionados, habiendo incluso encubierto a sus antecesores, por ser gente de su partido y trabajar bajo el mismo control de sus dirigentes.
Los anuncios de pedido de revocatoria de las autoridades nacionales, así como departamentales y municipales, está vigente puesto que en el Estado Plurinacional, ahora existe una escisión entre “evistas” y “alvaristas” que se reclaman dueños del proceso de cambio que vive el país y están confrontados por todo lo sucedido en el Territorio Indígena del Parque Nacional “Isiboro Sécure” (Tipnis), resultado de la represión ejercida contra la marcha indígena que defendía su territorio.
Esta pulseta por demostrar quien tiene el mando del poder del Estado Plurinacional sale a relucir a través de discursos y anuncios de las propias autoridades, unas empeñadas en deslegitimar a los representantes de los indígenas y otros en la búsqueda de sanciones para quienes cometieron el cobarde atropello de instruir la intervención policial de la marcha.
Quienes aparecen en una posición “sándwich” son los policías que están obligados a obedecer a sus mandos superiores, siendo inaudito creer que se “rompió la cadena de mando” y que ellos actuaron por cuenta propia asumiendo para sí la responsabilidad de arremeter contra los marchistas, cuando toda la población boliviana conocía que el Gobierno alentaba un enfrentamiento con la participación de los pobladores de las comunidades donde no querían que pase la marcha indígena.
A esto se suma el grave anuncio del secuestro del canciller boliviano, quien fue a negociar y luego el mismo reconoció por voluntad propia que fue obligado a marchar, pero nunca secuestrado, por lo que cae por su propio peso el anuncio del ex ministro de Gobierno, Sancha Llorenty que de ser “defensor de los derechos humanos” pasó a constituirse en el verdugo intelectual de la marcha indígena.
Estos hechos apuntan a demostrar que no se respetan ni cumplen los principios democráticos para alcanzar una verdadera gobernabilidad en el país y ahora también el pedido de revocatoria del mandato se reduce a una mera metodología de elección, porque deben sumar las firmas requeridas para recuperar el poder usufructuado y devolver ese derecho a favor del pueblo.
Durante el último tiempo tampoco se respetó la libertad ciudadana en el sentido que establecen los preceptos normativos o constitucionales, porque primó el “voto masista” antes que los ciudadanos puedan expresarse partidariamente y pugnar por la preferencia de la ciudadanía en el marco de un sistema de libre competencia de ideas, programas de gobierno o candidaturas.
Así llegamos ahora a escuchar cada vez con mayor fuerza los pedidos de revocatoria del mandato conferido por el pueblo, pero no se analiza quienes son los directos causantes de los problemas que generan protesta ciudadana, puesto que la “mayoría electoral”, impuso incluso su criterio de mando en gobernaciones, municipios y hasta de entidades descentralizadas, para ejercer el poder y demostrar quien tiene el control, antes que servir a la población y gobernar escuchando al pueblo.
La revocatoria del mandato puede ser efectiva, esperando no tener más de lo mismo en el futuro, porque con seguridad se podrá articular nuevamente la elección de las autoridades revocadas, en función de la maquinita electoral que tiene bajo su mando la administración del Estado Plurinacional, con la que demostró que puede incluso elegir autoridades judiciales que no alcanzaron el mínimo de votación, con tal de ostentar el control del poder total, que resultará ser efímero y pasajero de la institucionalidad, porque todos están cansados de las imposiciones del gobierno y sus autoridades.
La campanita del revocatorio también suena y muy fuerte en los municipios, donde sus autoridades se enfrascaron en una pelea por tener el control del gobierno municipal, lejos de trabajar por el pueblo y sus instituciones. Eso ocurrió en Oruro, donde el actuar del Concejo Municipal fue nulo y primó más la consigna partidaria antes que la vocación de servicio al pueblo que debía ser retribuida por la votación que recibieron para llegar a ocupar un curul en el legislativo municipal. Ojalá el anuncio del revocatorio permita alcanzar una concertación entre las autoridades y el pueblo, para sellar la unidad de los orureños en función del progreso y desarrollo que requiere con urgencia la región.
(*) Periodista
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