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Invitado


Domingo 27 de noviembre de 2011

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Cultural El Duende

Rafael Cadenas

27 nov 2011

Fuente: LA PATRIA

Rafael Cadenas. Barquisimeto – Lara, 1930 (Venezuela). Entre otros, ha publicado los poemarios: Cantos iniciales (1946), Una isla (1958), Los cuadernos del destierro (1960, 2001), Falsas maniobras (1966), Intemperie (1977), Memorial (1977) Amante (1983), Dichos (1992), Gestiones (1992), Antología (1958-1993) y Poemas selectos (2004).

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Derrota

Yo que no he tenido nunca un oficio

que ante todo competidor me he sentido débil

que perdí los mejores títulos para la vida

que apenas llego a un sitio ya quiero irme

(creyendo que mudarme es una solución)

que he sido negado anticipadamente y escarnecido por los más aptos

que me arrimo a las paredes para no caer del todo

que soy objeto de risa para mí mismo

que creí que mi padre era eterno

que he sido humillado por profesores de literatura

que un día pregunté en qué podía ayudar

y la respuesta fue una risotada

que no podré nunca formar un hogar,

ni ser brillante, ni triunfar en la vida

que he sido abandonado por muchas personas

porque casi no hablo

que tengo vergüenza por actos que no he cometido

que poco me ha faltado para echar a correr por la calle

que he perdido un centro que nunca tuve

que me he vuelto el hazmerreír de mucha gente

por vivir en el limbo

que no encontraré nunca quién me soporte

que fui preterido en aras de personas más miserables que yo

que seguiré toda la vida así y que el año entrante

seré muchas veces más burlado en mi ridícula ambición

que estoy cansado de recibir consejos

de otros más aletargados que yo

(Ud. es muy quedado, avíspese despierte)

que nunca podré viajar a la India

que he recibido favores sin dar nada a cambio

que ando por la ciudad de un lado a otro como una pluma

que me dejo llevar por los otros

que no tengo personalidad ni quiero tenerla

que todo el día tapo mi rebelión

que no me he ido a las guerrillas

que no he hecho nada por mi pueblo

que no soy de las FALN y me desespero

por todas esas cosas y por otras

cuya enumeración sería interminable

que no puedo salir de mi prisión

que he sido dado de baja en todas partes por inútil

que en realidad no he podido casarme

ni ir a París ni tener un día sereno

que me niego a reconocer los hechos

que siempre babeo sobre mi historia

que soy imbécil y más que imbécil de nacimiento

que perdí el hilo del discurso que se ejecutaba en mí

y no he podido encontrarlo

que no lloro cuando siento deseos de hacerlo

que llego tarde a todo

que he sido arruinado por tantas marchas y contramarchas

que ansío la inmovilidad perfecta y la prisa impecable

que no soy lo que soy ni lo que no soy

que a pesar de todo tengo un orgullo satánico

aunque a ciertas horas

haya sido humilde hasta igualarme a las piedras

que he vivido quince años en el mismo círculo

que me creí predestinado para algo fuera de lo común

y nada he logrado

que nunca usaré corbata

que no encuentro mi cuerpo

que he percibido por relámpagos mi falsedad

y no he podido derribarme,

barrer todo y crear de mi indolencia, mi flotación,

mi extravío una frescura nueva, y obstinadamente

me suicido al alcance de la mano

me levantaré del suelo más ridículo todavía

para seguir burlándome de los otros

y de mí hasta el día del juicio final.

¿Quién deja de oponerse?

¿Quién deja de oponerse?

¿Quién se sale del juego?

¿Quién se vive en el vacío?

¿Quién hace del desabrigo refugio?

¿Quién se disuelve en el percibir?

¿Quién se expone sin arrimo al descampado?

¿Quién abandona el trajín por la hora solitaria?

¿Quién puede comer con tenedores de absoluta piedad?

¿Quién accede a trocar su día

por un rostro que no ha de ver?

Matrimonio

Todo, habitual,

sin magia,

sin los aderezos que usa la retórica,

sin esos atavíos con que se suele recargar el misterio.

Líneas puras, sin más, de cuadro clásico.

Un transcurrir lleno de antigüedad,

de médula cotidiana,

de cumplimiento.

Como de gente que abre a la hora de siempre.

Disyuntiva

La naturaleza de la poesía es inintencionada

Goran Palm

Yo quería escribir

un poema,

luego tuve la intención

de no tener intención

y el poema se quedó allí

detenido,

atrapado,

carbonizado entre la chispa

de las dos intenciones

y aquí lo dejo.

(Quién es ese que dice yo)

¿Quién es ese que dice yo

usándote

y después te deja solo?

No eres tú,

tú en el fondo no dices nada.

Él es sólo alguien

que te ha quitado la silla,

un advenedizo

que no te deja ver,

un espectro

que dobla tu voz.

Míralo

cada vez que asome el rostro.

Fuente: LA PATRIA
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