Uno de los más caros anhelos de toda familia es tener vivienda propia y en esa dirección es que trabajan los miembros del clan, desde los padres y en su caso los hijos para consolidar ese derecho de esencia social y que significa la base de la unidad familiar y de su crecimiento con seguridad.
En nuestro país se alientan desde hace años planes habitacionales para dotar de la casa propia a centenares de bolivianos en todos los departamentos, de esos planes algunos funcionan con cierta regularidad, mientras que otros sólo sirvieron para entusiasmar a mucha gente pero no se concretaron, de ahí que existe un déficit de vivienda social que está siendo cubierto paulatinamente pero sin satisfacer todas las expectativas sobre el tema.
En todos los distritos existen áreas libres para emplazar más urbanizaciones empero ese crecimiento se lo hace de manera desordenada debido justamente a la desesperación de grupos sociales ávidos de lograr un terreno y luego encarar la construcción mayormente de viviendas sencillas, humildes, sólo para cubrir la necesidad de tener como se dice comúnmente cuatro paredes y un techo, este tipo de crecimiento es el que genera caos por las acciones casi siempre violentas de tomar posesión de algunos terrenos donde por supuesto como en el caso de Oruro no existen planes de crecimiento urbano, por tanto se trata de ir “saneando” la propiedad de terrenos en la medida que crece la toma de esos predios de manera irregular y violenta.
La situación irregular se presenta con la ocupación de ciertas áreas ubicadas por personas ansiosas de tener la casita propia, resulta empero que hay otros intereses a veces impulsados por grupos “sociales”, con cierto respaldo de orden político sectario, que se ocupan de practicar el avasallamiento de los terrenos y viviendas precarias para cumplir objetivos claramente delineados en la acción del despojo, el amedrentamiento y la ocupación de más y más predios que después son objeto de dudosas transacciones.
Algunos distritos del país han avanzado de manera positiva en la delimitación de las áreas municipales, creando espacios apropiados para el crecimiento de urbanizaciones en las que pueden asentarse los vecinos que están en posibilidades de comprar el terreno y construir la casita, dando crecimiento ordenado a nuevas urbanizaciones en las cuales resultará más fácil acceder a servicios básicos, como alcantarillado, agua potable, luz, áreas verdes y calles transitables.
En realidad esa debería ser una norma municipal de orden general, que se aplique en todo el país y que obligue a las autoridades de los Gobiernos Municipales a trabajar anticipadamente en la delimitación de superficies especiales para planes habitacionales, a los que puedan acceder los vecinos por cuenta propia o a través de grupos organizados.
En ese sentido parece un paso positivo el anuncio de efectuar en nuestro medio un censo habitacional, económico y social en las urbanizaciones periurbanas en conflicto. Justamente esa parece la limitante de un plan que debería convertirse de una buena vez en norma general y no sólo para casos de conflictos. De esa manera se definirán áreas de expansión de la “mancha urbana” pero ordenadamente y con proyecciones mínimas de servicios básicos que es lo más importante para un desarrollo urbanístico sin problemas y bajo seguridades otorgadas por las autoridades.
Si el Gobierno Autónomo Municipal quiere desarrollar un censo habitacional vale la pena que esa tarea sea delineada con características más generales para definir realmente un plan habitacional que muestre las posibilidades técnicas, sociales y fundamentalmente financieras, acorde a las necesidades de centenares de familias orureñas que están en pos de la vivienda propia.
Fuente: LA PATRIA
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