Asfixian al Gobierno varios sectores laborales de la COB
21 nov 2011
Por: Edmundo Rocabado V.
Independientemente, varios sectores laborales y, por su parte, la Central Obrera Boliviana asfixian al Gobierno central, demandando la atención de sus planteamientos que no son escuchados desde mucho tiempo, desde el cambio de la Ministra de Salud, aumento de salarios, respeto a la institucionalidad de la Caja Nacional de Salud, trato equitativo a la nacionalización de vehículos motorizados, devolución de automóviles incautados hace cinco años, sumándose los conflictos limítrofes entre los departamentos de Oruro y. Potosí, junto al problema latente del Tipnis por la denominación de la “intangibilidad” y la Ley Corta.
Los trabajadores administrativos, médicos y enfermeras de la Caja Nacional de Salud, comenzaron con huelgas escalonadas a nivel nacional, pidiendo la institucionalidad de esa entidad y la renuncia del Gerente General nominado a dedo por el Gobierno del MAS junto a la ministra Nila Heredia al haber lanzado su criterio de libre afiliación o desafiliación de los actuales sostenedores económicamente de ese centro de salud.
Los fabriles comenzaron con marchas callejeras y esporádicos bloqueos, pidiendo una disposición del Ejecutivo el aumento de sueldos y salarios, obligación que no fue cumplida. Por su parte, transportistas del sector pesado de carga nacional e internacional que no pertenecen a la Confederación de Transportes, iniciaron sus acciones bloqueando algunos recintos aduaneros y amenazan radicalizar las medidas hasta que el Gobierno de Evo Morales dé un trato más flexible en el pago de aranceles aduaneros a sus remolques (chatas) que no utilizan carburantes y son herramientas de trabajo, varios de éstos construidos en Bolivia.
Importadores de vehículos que estuvieron en tránsito cuando fue lanzado un Decreto Supremo que prohibía introducir al país motorizados inferiores al modelo 2006, reclaman la nacionalización junto a la devolución de sus coches que están en recintos aduaneros desde hace cinco años con el membrete “confiscado”. Los propietarios que suman más de 1.200 quieren pagar los derechos arancelarios y costos judiciales cuando el gobierno actúe con “equidad y benevolencia”; si acaso asumirán acciones drásticas.
Oruro y Potosí, tienen latente su conflicto limítrofe en la zona de Quillacas con situación desagradable para ambos departamentos que piden la intervención del Gobierno a través del Ministerio de Autonomía y el Instituto Geográfico Militar que permitan evitar enfrentamientos.
Surge otro problema candente cuando se intenta analizar La Ley Corta promulgada por el Presidente del Estado Plurinacional, Evo Morales, ley donde está añadida la palabra “Intangible” -que no debe y no puede tocarse- del territorio Isiboro Sécure en plena Amazonía boliviana.
Los indígenas están pendientes de alcances de esta disposición legal, porque que el Presidente no descarta modificarla al visitar San Ignacio de Moxos, cuyos pobladores entre colonizadores y cocaleros insisten en la construcción del tramo II de la carretera. En medio de estos de estos entretelones aparece el Viceministro de Coordinación con Movimientos Sociales, César Navarro afirmando que el Gobierno escuchará todos los pedidos de modificación a la Ley Corta que veta la construcción de la carretera por el Tipnis. Navarro recién tiene la valentía de desacreditar a dirigentes indígenas que lideraron la marcha hacia la sede de gobierno, cuando debió hacerlo para que el Presidente no sea engañado, como dijo Morales en contacto con la prensa al visitar la población orureña Curahuara de Carangas.
En aquella ocasión, el Primer Mandatario dijo: “Hemos sido engañados por los marchistas. Ahora la gente se da cuenta; creo que hemos sido engañados, el pueblo reaccionará. Y soportando esa clase de provocaciones, agresiones internas y externas vamos a aguantar todo por nuestro pueblo para sacar adelante a Bolivia”. Él, cómo puede decir engaño si está rodeado de tecnócratas, incluso, de su coordinador de movimientos sociales y el altamente inteligente, Vicepresidente Álvaro García Linera.
Morales, para no ser engañado debió escuchar con anticipación el pedido de los Tipnis antes que se inicie la marcha, aceptando la invitación que le hicieron para dialogar en la sede de los poblados Isiboro Sécure, pero no lo hizo prefiriendo jugar fútbol o visitar otras regiones para recibir en su cuello guirnaldas florales. Dejó que la bola de nieve crezca e instruir al Ministerio de Gobierno enviar 500 policías para frenar la marcha sin conseguir el objetivo; al contrario, la opinión pública se volcó a favor de los indígenas que fueron masacrados.
El Presidente, para no ser engañado debió asimilar el coraje del ex Presidente, Hernán Siles Zuazo, cuando el 23 de enero de 1960 se trasladó hasta Huanuni, centro minero ubicado a 50 kilómetros de la ciudad de Oruro, para evitar mayor derramamiento de sangre entre activistas comunistas y movimientistas. Siles viajó a la zona de conflicto acompañado solamente de su edecán y el presidente de Comibol, prescindiendo de su cuerpo de seguridad integrado por militares y policías cuando todavía existía fuego cruzado de fusiles por ambos bandos, logrando parar la balacera con coraje y; serenidad reponiendo el orden, evitando mayores muertes y derivaciones peligrosas para el gobierno.
Nuestro Presidente Evo Morales si ha tenido oportunidad de conocer más de cerca la historia boliviana, también debió asimilar el ejemplo del Gral. René Barrientos Ortuño en el punto que trabajadores mineros de Huanuni lo invitaron para atender sus demandas. Barrientos, con poca escolta ingresó a interior mina para escuchar planteamientos de obreros y conocer las condiciones de trabajo de aquellos; pero, sorpresivamente, apareció un minero portando una dinamita con su guía, afirmando que si los pedidos de sus compañeros no eran escuchados y resueltos haría estallar el fulminante; el Presidente Barrientos sin inmutarse le pidió encender la mecha. El obrero, sus compañeros, el escaso cuerpo de seguridad y algunos periodistas que estuvimos en la escena quedamos mudos, y casi, inmediatamente se repuso la calma.
Morales, antes de caer en el desprestigio nacional e internacional por la masacre a campesinos del Tipnis, debió asumir con responsabilidad su alto cargo atendiendo la invitación para dialogar antes que comience la marcha que más tarde le dobló el brazo y obligó a aprobar una ley en menos que canta el gallo.
(*) Periodista
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