Entusiasta como siempre, mi asesora Espiritual y financiera se presentó en mi casa para conducirme al Naiclú “Malena” de la ciudad de El Alto donde podríamos apreciar cómodamente el desarrollo del encuentro futbolístico entre las selecciones de Bolivia y Venezuela que pugnarían por llegar al próximo campeonato mundial.
Para despertar mi entusiasmo, me enseñó una polera verde que vestía y que destacaba su generosa pechonalidad y unas bombachas blancas que invitaban al penalti, y por si eso fuera poco se puso a bailar ante mí la cueca tradicional cuya letra dice “viva mi patria Bolivia una gran nación…”
Como la noche estaba fría y lluviosa, dije a la cholita cochabambina que tenía pocos deseos de salir y que prefería quedarme en casa practicando mi deporte favorito que no es el fútbol, sino el “rasquetbol”, pasión de multitudes”.
Ella -como buena cholita- se puso a llorar y a echarme en cara que yo era un viejo malagradecido porque ella trataba de alegrarme la vida y yo prefería el “rasquetbol”, o sea rascarme las cachinas.
Me conmovieron sus lágrimas y fuimos al “Malena” donde habían instalado una pantalla gigante de televisión donde podíamos ver a los futbolistas de tamaño natural y también sentir sus fragancias sudoríferas y las palabrotas que cruzan entre ellos, viendo además con claridad los cabezazos y codazos que se dan entre ellos permanentemente.
Como ocurre muchas veces, lo mejor del espectáculo futbolístico es el público, siendo el yatiri Calimán quien se encargó de informarme que grandes personajes alteños se encontraban con nosotros, como el Alcalde Patana y algunos colaboradores del Presidente Evo, ante quienes preferí permanecer de incógnito.
Mientras Macacha y los yatiris hacían barra por nuestro equipo, se sentó a mi lado un respetable anciano quien me manifestó ser un amauta de verdad y no como esos de mentirijillas que se arriman al presidente Evo para adularle hasta aparecer un día portando muchos kilos de cocaína. “Yo soy amauta y no llunku”, me dijo.
Acerca del fútbol que espectábamos me dijo: “El fútbol refleja lo que es nuestro país en este momento. ¿Acaso en estos días no estamos viendo que la mayor parte de nuestro territorio está bloqueado? Por eso, cada uno de nuestros jugadores se siente bloqueado y le cuesta mucho coordinar su juego con sus compañeros de equipo.
Miré con mayor respeto a ese Amauta desconocido y dejé por unos instantes de seguir las acciones de nuestros futbolistas, por lo que mi casual amigo continuó diciendo: “Yo creo que nuestros jugadores saben que Bolivia debe muchos millones de dólares a Venezuela y que hay muchos asesores venezolanos que actúan en niveles muy altos. ¿No cree usted que ese hecho influye -aunque fuera inconscientemente- en la actuación de nuestros jugadores bolivianos? El fútbol no deja de ser un reflejo de lo que es nuestro país”.
Quise dar gracias al Amauta por sus ideas pero éste había desaparecido, como por ensalmo.
PAULOVICH
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