Casi no pude reconocer a mi pariente espiritual cuando la vi bajar de un jeep vestida con un uniforme de campaña y portando un arma de fuego; lo primero que hice fue preguntarle dónde había dejado mi motocicleta Harley Davidson, respondiendo la cholita cochabambina que la dejó guardada porque tal vehículo no sirve para la guerra porque su ocupante podría ser herido por la vanguardia o por la retaguardia.
Ya dentro de mi casa, lo primero que quiso saber fue si yo me consideraba apto para la guerra o si eran ciertos algunos rumores que corrían en círculos femeninos de que yo había pasado a la categoría de ex combatiente.
Su pregunta ofendió a mi masculinidad apta para la guerra y le contesté que aún me consideraba apto para disparar mis últimos cartuchos.
Se alegró por mi respuesta y me pidió que la acompañara en el jeep que ella había alquilado para ir hasta la frontera entre los Departamentos de Oruro y Potosí, región donde se venera al Señor de Quillacas, una advocación religiosa a la cual venera porque le había concedido varios milagros económicos y también de sanidad.
La cholita militarizada me contó que fueron varias señoras de La Paz, Cochabamba y Oruro las que la llamaron bajo banderas pues pobladores de esa región se hallaban dispuestos a defender sus hitos fronterizos y que a partir de las Cero horas de ayer el Comité Cívico de Oruro había ordenado un paro general de tres días exigiendo al Gobierno la solución del problema.
Mi comadre procedió a uniformarme de combatiente al igual que ella y me preguntó si tenía un arma de fuego, contestándole que sí, que tenía una pistolita pero que era muy pequeña para el caso de que estallara una guerra fronteriza entre Oruro y Potosí. No importa que sea chiquita -dijo la valerosa cochabambina- lo importante es que funcione en el combate.
Perfectamente pertrechados bélicamente nos dirigimos a la ciudad de Oruro y en el trayecto, la cholita cochabambina vestida ahora de combatiente devota del Señor de Quillacas me preguntó acerca del conflicto espiritual que confrontaría el Presidente Evo en esta nueva “champa-guerra” que subdividiría una vez más a los bolivianos pues el mandatario es nacido en Orinoca, aldea rural orureña y al mismo tiempo es Presidente del Estado Plurinacional, Multicolor y Folclórico, contestándole que Napoleón Bonaparte era nacido en Córcega y dio muchas glorias a Francia.
Hablando de correos -me dijo Macacha- ojalá esta guerra entre Oruro y Potosí no vaya a empañar el brillo del corso carnavalero de Oruro que se realizará en febrero, ni tampoco el corso que se realizará en potosí a finales del mes de agosto, la famosa fiesta de Chutillos.
Llegamos a la ciudad de Oruro y vi que la cholita cochabambina miraba al cielo; yo pensé que buscaba aviones enemigos, pero ella sólo me dijo: “No vuela ni una mosca”, lo que quiere decir que el paro general orureño es todo un éxito. Albricias por el Señor de Quillacas.
PAULOVICH
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