Hace una semana representantes de los gobiernos de Bolivia y Estados Unidos suscribieron un acuerdo para restablecer las relaciones entre ambas naciones y permitir que a través de un centenar de acuerdos se reglamentaran las áreas de trabajo bilateral, empezando seguramente por la reposición de embajadores que serán, en cada caso, los encargados de dar movimiento al nuevo sistema en el acercamiento de los dos gobiernos.
Como se acostumbra en nuestro medio… después de las ofensas, las disculpas y algunos agravios sueltos, se estila la reconciliación, esa parte popular del “sana sana” que en su generalidad tiene la virtud de olvidar ofensas y hasta de recomponer lo que se afectó en procesos de mutua fricción.
En este caso del rompimiento de relaciones entre Bolivia y EE.UU. las cosas se produjeron con inusitada rapidez e igual reciprocidad, pues a la expulsión del embajador estadounidense de Bolivia, el Gobierno del Norte hizo lo mismo con nuestro diplomático y la ruptura se marcó oficialmente. El otro hecho fue la expulsión de la DEA del Chapare y se puede decir que por el otro lado llegó la suspensión de las preferencias arancelarias para los exportadores bolivianos.
En un lapso de tres años con la interrupción de relaciones, el balance de los hechos muestra que los más necesitados de recuperar el intercambio de las relaciones fueron los textileros de nuestro país que perdieron un mercado importante que no pudo ser reemplazado ni con la buena voluntad de los países amigos de Venezuela o Brasil.
El asunto por lo tanto es económico, financiero, específicamente comercial y sobre todo determinante a la hora de pesar en la balanza real el beneficio de los acuerdos, el acercamiento de sectores más dinámicos en sentido productivo que en la generación de esas políticas denominadas “injerencia en asuntos internos”.
El nuevo acuerdo menciona ya un sistema de cooperación bilateral y eso significa que de algún modo ambos estados definirán el destino de orden institucional y hasta geográfico de la cooperación proveniente de EE.UU. y por supuesto el destino de lo que signifique también el cumplimiento de los compromisos de reciprocidad como el control del narcotráfico, erradicación de coca excedentaria y de otras drogas, caso de la marihuana por ejemplo.
Se ha dado un paso importante al restablecerse las relaciones entre nuestro país y el del norte tras una prolongada negociación de tres años en que allí se comentó muy poco de lo que aquí pasaba realmente, aunque aún en esa etapa de negociación no faltaron coyunturales acusaciones de injerencia en los asuntos internos, como el caso del Tipnis que tuvo aclaración y por supuesto una discreta disculpa.
De aquí en adelante varias comisiones trabajarán para operativizar el convenio de tal suerte que paulatinamente y en el tiempo más breve puedan restablecerse plenamente las relaciones, especialmente comerciales, lo que significará recuperar la vigencia de las preferencias arancelarias del Atpdea.
Conociendo los ímpetus de algunos de nuestros políticos no se descarta que cuando menos se imaginen en el Norte, habrá declaraciones especiales, por supuesto adornadas con las consabidas arengas antiimperialistas esas que ya son habituales y hasta son parte del menú político que se sirve en la Casa Blanca y que no alteran las relaciones adecuadamente manejadas.
Fuente: LA PATRIA
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