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Domingo 13 de noviembre de 2011

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Cultural El Duende

Bohemia Sucrense

13 nov 2011

Fuente: LA PATRIA

El académico de la lengua, Luis Ríos Quiroga, trata temas romántico-regionales del clavel, el pasado heroico de Chuquisaca y las pasiones que motivaron la creación poético musical de la ínclita ciudad de los cuatro nombres

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Octava de 9 partes

Peña de Arte Illapa

Peña de arte Illapa, cuyo nombre recuerda el Dios Rayo de los Incas, nació en la sulkh’ería de la Felicia, en la esquina de la Cruz Verde. Pretendía identificarse con el espíritu del pueblo. Se reunía los terceros sábados de mes. Los socios exponían por turno, los temas de su elección. Crisol, que alcanzó veinte números, era el nombre de la pequeña revista que daba a conocer la inquietud intelectual del grupo. Tenía a Luis Ríos Quiroga como uno de sus directores.

Carlos Morales y Ugarte da a conocer aquella finalidad de identificarse con el pueblo, de la manera siguiente:

Con Crisol

Como vivimos de ilusiones ya nos imaginamos a Crisol crecido, con el que se puede conversar y cambiar algunas reflexiones.

Sabrás, dice el abuelo de la cabeza blanca, que has desarrollado en una tierra muy apegada a los títulos y pergaminos. Donde te encuentres, en cualquier reunión, la charla favorita versará sobre los antepasados, los linajes y las estirpes. Es una chifladura colectiva el tema de la nobleza, la aristocracia y el porvenir de una familia distinguida. La criatura no distinguida tendrá que ser bautizada en un templo de las afueras, como San Sebastián, y no pasará de ser un Robustiano.

Te habrás topado con damas y señores muy linajudos, herederos de pomposos títulos, el Marqués de Pisqo jait’ana, la Condesa del Patacón, la Duquesa del Avitero, la Infanta de Quirpinchaca y otros, con escudos, blasones, castillos y leones rampantes, en campo de gules, gualda, azur, sinople y otras lindezas por el estilo.

Sabrás también de nuestro mestizaje, de dónde provenimos, de las mezclas y revoltijos de nuestra biología social, de los escamoteos impuestos por el libertinaje y la hipocresía, de los nobles de las casas solariegas que dejaban embarazadas a las imillas y hacían parir a las pongas; de los abandonos, de la crianza en los ranchos, de la entrega a las nodrizas campesinas, de los vástagos adoptados, de los niños recogidos por el alma cristiana de los encubridores de adulterios, de tanta impureza de costumbres que daban por resultado la más variada mezcolanza de sangre.

Si te detienes en el estudio de nuestra historia verás el predominio del mestizo, del hijo del pueblo, del hombre de la calle, sin historial y sin pergaminos. Por muchos actos del drama nacional pasa el cholo, con todas sus buenas cualidades, con todos sus funestos defectos.

Cuando admiras a Juana Azurduy de Padilla, admiras a toda una clase social, de origen humilde, sin humos de aristocracia, con todo el coraje, con toda la ferocidad que ha inmortalizado a las heroínas de la Coronilla.

Lo que más queremos recomendarte, Crisol, es que no seas presuntuoso, no olvides de dónde provienes, que has nacido y crecido rodeado de modestia y pobreza. Que no tienes más pergamino que tu buen proceder.

Pasa con frecuencia que un hijo del pueblo estudia y llega a ser doctor, la suprema aspiración de los bolivianos. Ocurre que con el doctorado pierde la memoria y olvida sus antecedentes, trata de borrar el pasado. Que su madre fue cocinera o lavandera, qué molestia, qué fastidio, qué vergüenza, para el ascenso en la carrera, para conquistar una posición social. La vida de muchas madres se ve entristecida, con crespones de dolor, por la negra ingratitud del hijo, que niega y reniega de las entrañas donde se formó. La madre mira al doctor, que se ha puesto muy lejos por el desafecto a su progenitora, y desesperada solloza: ¿éste es aquél que alimenté con mis pechos y se arrastraba por el desnudo piso de mi tienda?

Por eso recordamos con alegría el momento inolvidable que nos proporcionó un amigo. Pasamos juntos por la facultad, compartiendo penas y dichas de una turbulenta vida estudiantil. Se recibía de médico. La fiesta transcurría con animación y entusiasmo. Cuando estaba en el cenit de la euforia, cuando la orquesta suspendía a los jóvenes corazones, apareció el amigo del brazo de su madre, para presentarla, diciendo: Aquí está mi madre, por cuyo cariño y desvelos he llegado a la situación en que me encuentro. La buena señora, tímida y deslumbrada, no alcanzaba a decir lo que le rebozaba en el corazón. Con mayor soltura se expresaba en quechua y dijo muy conmovedoras palabras. Una estruendosa ovación premió a dos seres estrechamente abrazados. Desde entonces los lazos de amistad nos han unido, de tal modo que sólo la muerte podrá separarlos.

En cambio otro espectáculo nos tocó ver. Era un profesional que se trasladó a otra ciudad, donde adquirió fama y dinero. Formó hogar casándose con una dama. Cuando decidió visitar a su familia de Sucre empezó para el infeliz la serie de apuros. No tenía el coraje para presentar a su madre. Ocupada en humildes menesteres de sirvienta. Usó mil trampas y recursos para escabullir la situación, recurriendo a medios tan ridículos e infantiles, que a las claras demostraban la pobreza de su espíritu.

El fenómeno se ve igualmente entre las mujeres. La democratización de la enseñanza conduce a que muchas humildes gentes adquieran títulos y preeminencias. En una palabra, paulatinamente van pasando de la bayeta al tocuyo para llegar al nilón, dracón, gamuza, piel de rana y otras finuras. Muchas alcanzarán pieles de visón y chinchilla y aquí fue el cambio de pelaje de su alma. Adoptan tal actitud ante la pobre lavandera que las acunó, que, cuando no la niegan, sin ningún rubor aseguran que la presencia en la casa de ese ser humilde se debe a que se trata de una vieja sirvienta de la familia y como es muy doloroso despedir siquiera al perro ... ahí se ha quedado la muy ... doña Nadie ...

Por eso nos preocupamos por ti, Crisol. Que no te entren humos de aristocratización, de ser un palurdo farsante, con guano diluido en el cráneo, para sostener que viste la primera luz en un palacio de Versalles. No. Has nacido en Sucre, en el barrio de Cruz Verde.

No quieras cambiar el color de tu sangre. Así, de color de airampo, está bien, porque es el color de la sangre india.

Tu nobleza provendrá de tus elevadas acciones y sólo reconocerás una aristocracia, la del talento.

Piensa en lo despreciables que son esos necios, esos bodoques. Esos facios, esos desnaturalizados, esos descastados, esos malnacidos, que niegan la fragua sublime de su madre.

¿Dónde se puede clasificar tan inaudita bajeza moral? Grítales que el triunfo no autoriza a ser canalla.

Y proclama con todos los vientos que esos infelices, de vida opaca y descolorida, de chatura tan insignificante, lo único que podrían ostentar como pendón de gloria sería la pollera andrajosa de su madre.

Carlos Morales y Ugarte, literato destacado, fue fundador y primer presidente de La Peña de arte Illapa. Chawpinchando el sabroso mixto, decía versos satíricos, como los dedicados al médico doctor Raúl Fernández de Córdoba, más conocido por el apodo Maroto que era un profesional culto, de agradable conversación y alegre para las fiestas. Varias promociones de médicos recuerdan a don Maroto como al catedrático competente, disciplinado y muy amigo de prescribir recetas de quinina para la mayoría de las dolencias. Fray Machete, que era el pseudónimo de Morales y Ugarte, aludiendo a sus recetas, dedicó estos versos satíricos:

No son los muertos

los que en dulce calma

la paz disfrutan

de la tumba fría;

muertos son los que cura el doctor Córdoba

de alergia y paludismo,

y.... viven todavía.

También acomodó sus versos en parodia musical de algunos bailecitos. Así el bailecito dedicado a las aguas de Ravelo, alude a los trabajos de la empresa Linares Álvarez que tenían a su cargo la captación de dichas aguas para Sucre, pero antes que cumplir con el contrato, la empresa fundó una sociedad de licores llamada Santa María Ltda. Los versos de Fray Machete dicen:

De las obras de Ravelo

portento de ingeniería,

antes que llegar las aguas,

llegó la Santa María.

Llegó la Santa María,

que es sociedad Ltda.,

para limitar mi sed,

limitándome hasta el agua.

Coñac, wisky,

y aún champaña,

fábrica Santa María

y hasta el tigre

lo han metido

en licor de lechería.

¡Ay! las aguas de Ravelo

que no podrán consolarme

con coñac falsificado

tendré, pues, que emborracharme.

Los grupos culturales son aquí y en todas partes, una forma de iniciación de aquella labor y se manifiestan con el pronto pedido del reconocimiento generacional que cada grupo manifiesta investir.

(Continuará)

Fuente: LA PATRIA
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