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Domingo 13 de noviembre de 2011

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Cultural El Duende

Desde mi rincón:

El variado trayecto intelectual judío

13 nov 2011

Fuente: LA PATRIA

TAMBOR VARGAS

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En esta columna ya se ha tratado más de una vez el tema judío. Y aunque el autor ha hecho un esfuerzo por no caer ni en los lugares comunes ni en el ‘pensar domesticado’ de obediencia sionista, siempre hay nuevos aspectos y matices por desmenuzar. En este caso me invitan a ello tres libros del intelectual italiano (¿judío?) Riccardo Calimani: cada uno de ellos ilumina otros tantos terrenos de amplitud y ámbito cronológico diferentes, pero que tienen en común perfilar el camino, la obra realizada y la suerte corrida de diferentes figuras judías en la Europa moderna. Con ello el autor prosigue su afán por iluminar muy variados momentos y lugares de la vida judaica en la Europa tardomedieval y moderna. Dada la limitación de espacio, primero esbozaré el contenido de cada libro, dejando para un segundo momento las consideraciones personales que me parecen más dignas de destacar.

La primera de las tres obras, Destini e avventure dell’intellettuale ebreo. Freud, Kafka, Svevo, Marx, Einstein e altre storie europee (Milán, Oscar Mondadori, 1996, 768 p.). El verdadero contenido viene dado por la atención que el autor presta a diversas ciudades y, en torno a cada una de ellas, a una selección de figuras hebreas: Amsterdam y Spinoza; Viena de 1880 a 1940 y Karl Kraus, Sigmund Freud, Theodor Herzl, Hugo von Hoffmannsthal…); Praga y Kafka; Trieste y Umberto Saba e Italo Svevo; finalmente, rompiendo el aparejamiento de judíos con ciudades, si todavía sale Berlín y Moses Mendelssohn, Heinrich Heine o Karl Marx, ya se hace demasiado evidente el desfase y el último capítulo sólo admite situárselo en la República de Weimar para hablar de figuras como Georg Simmel, Hermann Cohen, Ernst Cassirer o Walter Benjamin, Ernst Bloch, Hannah Arendt, etc., ya dentro del pleno nazismo. Vemos, pues, que si prescindimos del caso aislado de Spinoza, en el libro Calimani traza un mapa de la variopinta intelectualidad judeogermánica en los siglos XIX y primer tercio del XX.

La segunda se mueve en un ámbito geográfico y cultural más homogéneo: Passione e tragedia. La storia degli ebrei russi (Milán, Oscar Mondadori, 2008, 422 p.), pero no se circunscribe a la pintura de una serie limitada de figuras (Ilja Erenburg, Isaak Babel, Vasilij Grossmann, Ossip Mandel’štam, Boris Pasternak, Lev Trotsky, Abram Léon), sino que se ve obligado a entrar en el análisis panorámico de diferentes momentos: antecedentes judíos previos a 1917; los ‘Protocolos de Sión’; Stalin y los judíos; marxismo y cuestión judía). Y lo hace de una forma aproximadamente intercalada (los capítulos estrictamente biográficos y los capítulos temáticos).

La tercera limita su investigación a dos países: Ebrei eterni inquieti. Intellettuali e scrittori del XX secolo in Francia e Ingheria (Milán, Oscar Mondadori, 2007, 386 p); prevalece la unidad geográfica, a costa de la cronológica: primero se ocupa de Francia (Émile Durkheim, Marcel Mauss, Marcel Proust. Henri Bergson, Léon Blum, Simone Weil, Raymond Aron); luego, de Hungría (entre otros, sólo mencionaré los que, por alguna razón, resultan más cercanos a nosotros: György Lukács, Karl Mannheim, Arnold Hauser, Karl Polaniy, Arthur Koestler). Igual que en el volumen ruso, el autor combina la síntesis de periodos y problemáticas (p. ej. el debate iluminista sobre la ‘cuestión’ y la ‘condición’ judías; la emancipación; intelectuales alemanes en París; antecedentes decimonónicos húngaros; Budapest a comienzos del siglo XX; etc.).

A través de los tres volúmenes Calimani nos permite asomarnos a la aventura hebrea dentro de una buena serie de escenarios, aunque con muy diferente minuciosidad y concreción: el de los Países Bajos, el germánico (prusiano en Berlín; austríaco en Viena), el italiano triestino, el bohemio praguense, el ruso, el francés y el húngaro. Cada uno de ellos tenía su propia problemática de larga data; y en el periodo que se hace desfilar ante nuestra vista también pasó por muy diferentes experiencias históricas, Esto hace que tengamos que renunciar a dar cuenta de todas las variables presentes en alguna medida; y a limitarnos a unas pocas reflexiones que me parecen intrínsecamente centrales y de una representatividad también básica.

* * *

El primer punto que quiero subrayar es la amplísima gama de situaciones de todos los judíos presentados en lo que se refiere a sus relaciones vitales con la dimensión religiosa de su judaísmo: prácticamente podríamos ordenarlos desde la plena identificación con la religión, la comunidad y las prácticas religiosas hebraicas hasta el absoluto alejamiento de las mismas. Esto, a su vez, nos lleva a un punto central de lo judaico: ¿puede seguir hablándose de ‘judío’ cuando de su mundo ha eliminado toda adhesión a su tradición religiosa? Y no sólo como cuestión personal; ¿qué se quiere expresar con una identificación judía hablando de alguien, por ejemplo, ateo? La ‘taxonomía’ diría que en ese caso ser judío equivale, fuera de una fatalidad biológica, a una lealtad étnica; pero tal respuesta olvida un dato elemental: que la identidad judía se formó, desarrolló y mantuvo gracias a que la fe religiosa conservó, en los altibajos de su historia, el papel nuclear. Quizás haga falta decir que la propia colectividad hebrea no muestra una respuesta homogénea a tales preguntas, lo que viene a complicar todavía más su comprensión e interpretación.

En el caso de Rusia / URSS, sólo quisiera mencionar, por un lado la tan llamativa alta presencia judía en los cuadros dirigentes bolcheviques y desde el primer momento; por otro, la trágica suerte que el sistema deparó a la mayor parte de ellos (desde el poderoso Trotsky hasta el poeta Mandel’štam: el primero asesinado en el exilio México; el segundo, muerto en un campo de ‘trabajo’ cerca de Vladivostok. Ambos fenómenos merecerían reposado análisis y meditación. Entre muchas otras preguntas, también éstas: ¿será que esos judíos ‘revolucionarios’ vieron en el comunismo la forma ‘oriental’ de superar la marginación de las minorías e incorporarse en la sociedad rusa y soviética? ¿En sus opciones actuaban viejísimos factores de raíz bíblica que los llevaron a una forma de radicalismo apocalíptico?

Este peso judaico en la ‘vanguardia’ soviética contrasta poderosamente con la situación en Occidente: también allí se hace reconocer la presencia de judíos en la cultura del siglo que precedió a la II guerra mundial; pero no al punto de poderse hacer, sólo con ella, una idea de dicha cultura. Además, se trata de una presencia muy poco equilibrada a lo largo y ancho del arco de ideas en Europa (y en esto guarda cierto parentesco con el escenario ruso): parece haber una cierta preferencia por lo innovador, la ruptura, lo izquierdista; en cambio, apenas si se hace sentir su influencia en el resto de las posibilidades.

El segundo punto está directamente vinculado a las relaciones de los judíos con la colectividad dentro de la cual existe (en este caso, Alemania, Austria, Francia, Checoslovaquia, Italia, Rusia / URSS, Hungría…); también aquí podríamos trazar una escala que iría desde la plena enajenación hasta la plena identificación; en la primera hipótesis tendríamos la casi absoluta marginalidad; en la segunda, la casi integración. Entre 1850 y 1930 todos los territorios representados en los libros de Calimani desarrollaron procesos más o menos profundos de incorporación de la minoría étnica judaica; esto pone a la vista la ambigüedad de los procesos históricos: si la ideología igualitarista heredada de la Revolución Francesa facilitaba e impulsaba al abandono de la identidad judía, disolviéndola en la identidad ‘nacional’ envolvente, la posterior marea antihebraica generaría el desengaño de esta posibilidad, haciéndola aparecer como ilusoria: frente a la anterior consigna ‘integradora’, ahora la consigna y la coacción era la ‘vuelta’ al propio pueblo. Y en este laberinto, podemos retomar la primera dualidad religiosa: a un judío sin religión le había de resultar mucho más difícil recuperar su identidad hebrea que a otro que también se había alejado del Judaísmo étnico, pero para convertirse al Cristianismo (caso en que se hace patente que la identidad religiosa judía siempre ha implicado la identificación étnica homónima; en cambio, sólo en el caso de judíos cristianos resultaba imaginable la conservación de cierta identidad étnica judía, dado que el Cristianismo, a diferencia de la religión judaica, no es una fe ‘étnica’). Por desgracia Calimani no incluye ningún caso de intelectual étnicamente judío y religiosamente cristiano: Santa Edith Stein (1891-1942) podía haber sido un buen ejemplo de ello, pero acaso resultara ‘malo’ para las premisas de Calimani.

Quisiera cerrar este breve comentario refiriéndome al original sistema del autor a la hora de ofrecer las fuentes de información: Calimani no se limita, como es de uso corriente, a registrar alfabéticamente los autores y obras que ha utilizado; le antepone lo que titula un ‘itinerario bibliográfico’, consistente en que, para cada capítulo del volumen en cuestión, da sistemáticamente el listado de autores, obras y páginas pertinentes para el tema tratado en él; este sistema permite que alguien interesado en el aspecto, periodo o persona de que habla pueda ampliar sus conocimientos o verificar el uso que de tales fuentes ha hecho Calimani, ahorrándole el trabajo de perderse en la búsqueda de los títulos y páginas pertinentes.

No quiero entrar en pormenores del tema; pero con los sondeos hechos me parece poder afirmar que la masa de informaciones, perspectivas e interpretaciones que Calimani ofrece en estos tres volúmenes constituye una ayuda eficaz para adentrarse en un tema abundante en situaciones frecuentemente laberínticas.

Fuente: LA PATRIA
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