La soberanía de Bolivia en el Pacífico como política de Estado de la República de Chile
13 nov 2011
Por: Henry Ríos Alborta
Con motivo de reciente visita a la República Perú, el presidente de la Cámara de Diputados de Bolivia, Héctor Arce Zaconeta, a tiempo de dar cuenta de las gestiones realizadas en la vecina nación respecto de la modificación y ampliación del Acuerdo de Ilo suscrito en 1992 por el ex presidente de Bolivia Jaime Paz Zamora y su par del Perú Alberto Fujimori, ratificaba la decisión de demanda en tribunal internacional a la República de Chile por el enclaustramiento marítimo que Bolivia sufriera y sellara jurídicamente con el Tratado de Paz y Amistad de 1904. Refería, además, que las acciones para objetivar dicha demanda, continuaban.
Preciso es insistir en que la vía correspondiente para una reivindicación boliviana que nos devuelva el Litoral que era nuestro por derecho natural y por los varios títulos que figuran en documentos existentes, no es la judicial, pues en esta vía, en última instancia, son los instrumentos como los Tratados (máximas autoridades normativas en derecho internacional), los que definen la situación en un eventual juicio. Y ya se ha hecho referencia al que estaría llamado a hacerlo en este caso, y que no constituye, de ninguna manera, la vuelta de Bolivia a la vecindad del mundo.
El camino correcto para la justa aspiración boliviana, ahora, es la negociación directa, ya entre Poderes Ejecutivos, ya entre Legislativos. Pero no las triviales “negociaciones” que hasta ahora, y en este Gobierno, se han hecho. Sino la negociación, el debate fundado, histórico. La cuestión del Pacífico es, lo había dicho ya antes, una cuestión de ética, de filosofía de la historia, de moral, de grandeza de nación; porque una nación es grande, antes que por la extensión de su territorio, por la calidad de sus principios, de su política. Y las autoridades de la República de Chile han preconizado, hasta ahora, el principio del respeto a los Tratados internacionales. Correcto. Pero hay que ser consecuente con el discurso: El último Tratado de límites entre estas dos repúblicas, antes del asalto a Antofagasta, ha sido el de 1874, debidamente firmado y sellado y este Tratado, aun condescendiente con Chile, establecía como límite entre las dos naciones el paralelo del grado 24, o sea, reconociendo expresamente que el litoral de Atacama, Antofagasta y los demás puertos, correspondían a la República de Bolivia.
Pues bien, ya en el ámbito de las negociaciones directas y superada la contienda bélica, desde el año de 1895 cuando acaecen las negociaciones chileno bolivianas previas a la celebración del Tratado “definitivo” de 1904 se había sostenido la política de respetar la condición boliviana de nación con soberanía en el Pacífico, exponiendo tales negociaciones, dice uno de sus principales actores y ex ministro de Relaciones Exteriores de Chile, don Luis Barros Borgoño:
“Considero esencial la satisfacción de esa necesidad para su existencia autonómica, pues no es sólo vía de exportación e importación de mercaderías lo que Bolivia necesita, sino también dejar de ser Estado mediterráneo y ponerse en contacto con las demás naciones como nación soberana en aptitud de celebrar con ellas tratados de navegación y comercio. No puede ser indiferente para un Estado vecino de Bolivia, como es Chile, el que esa nación se halle perpétuamente agitada por un malestar que persistirá mientras no haya obtenido este desideratum de todos sus partidos: Su salida en condiciones de independencia y de eficacia económica internacional al mar Pacífico. En este convencimiento, el gobierno, después de detenido examen, ha resuelto adoptar en consejo la política de hacer cuanto de él dependa, dentro de los límites de honor internacional ya indicados, para satisfacer a Bolivia esa natural aspiración”. (1)
Ello en el siglo XIX, cuando apenas concluía la contienda. Ya en el siglo anterior, en el XX, continuábase con esa actitud en el Gobierno de Chile, actitud que bien se puede denominar una política de Estado. En 1950, el ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Horacio Walker Larraín, dirigía al Embajador Extraordinario y ministro Plenipotenciario de Bolivia, Alberto Ostria Gutiérrez, un Memorándum fechado en 20 de julio del mismo año, Memorándum que expresa:
“Con estos antecedentes V. E. se sirve proponerme que los gobiernos de Bolivia y Chile ingresen formalmente a una negociación directa para satisfacer la fundamental necesidad boliviana de obtener una salida propia y soberana al Océano Pacífico, resolviendo la mediterraneidad de Bolivia sobre bases que consulten las recíprocas conveniencias y los verdaderos intereses de ambos pueblos.
“De las citas contenidas en la nota que contesto, fluye que el Gobierno de Chile, junto con resguardar la situación de derecho establecido en el Tratado de 1904, ha estado dispuesto a estudiar, en gestiones directas con Bolivia, la posibilidad de satisfacer las aspiraciones de V. E. y los intereses de Chile.-
“En la presente oportunidad, tengo el honor de expresar a V. E. que mi gobierno será consecuente con esa posición y que animado de un espíritu de fraternal amistad hacia Bolivia, está llano a entrar formalmente en una negociación directa destinada a buscar la fórmula que pueda hacer posible dar a Bolivia una salida propia y soberana al Océano Pacífico, y a Chile obtener las compensaciones que no tengan carácter territorial y que consulten efectivamente sus intereses.
“Abrigo la confianza de que esa manera lograrán nuestros respectivos Gobiernos unir más estrechamente los destinos de nuestras dos Repúblicas y dar un elevado ejemplo en el continente de verdadero espíritu americanista”. (2)
(1) Eduardo Diez de Medina, “La Cuestión del Pacífico”, La Paz, 1923.
(2) Manuel Frontaura Argandoña, “El Litoral de Bolivia”, La Paz, 1968.
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