La escena se desarrolla en el despacho de un Fiscal; y se encuentra sobriamente amueblado donde se puede apreciar un escritorio de larga data con algunos expedientes que demandan tramitación urgente, mientras en las paredes laterales hay enormes anaqueles donde esperan turno centenares de casos pendientes desde hace diez años.
El escritorio del señor Fiscal parece funcionar bajo la severa mirada del Presidente de la República, del señor Vicepresidente y del famoso jurisconsulto del siglo pasado don Pantaleón Dalence.
En el momento de levantarse el telón, el señor Fiscal aparece sentado concentrado en la dimensión de su altísima función que debe cumplir en defensa de la sociedad y del Estado. De pronto, su profundo meditar es quebrado por algunos golpes a la puerta de su despacho.
- Toc, toc, toc.
- ¿Quién es…?
- Soy un alto Jefe de la Policía y he sido convocado por su autoridad para prestar mis declaraciones.
- (Poniéndose de pie) Pase usted mi Coronel y tome usted asiento para emitir más cómodamente sus importantes declaraciones, de las cuales ya me hablaron algunos personajes de histórica significación.
- Muchas gracias, señor Fiscal. Estoy dispuesto a evacuar mi deposición.
- Perdone usted la similitud de términos judiciales y estomacales, aunque prefiero entender, señor Coronel, que se refiere a una deposición en términos judiciales.
- Así es, señor Doctor, Licenciado y Fiscal, aunque su elegancia parece particular.
- Muchas gracias, señor Coronel. ¿Me permitiría tomarle el juramento de estilo antes de evacuar su declaración?
- Con todo gusto, señor Doctor. ¿Debo hacer la señal de la cruz o levantar mi puño izquierdo cerrado mientras con mi mano derecha cuido mi billetera…?
- Me gustaría que haga lo segundo. ¿Juráis por Tupac Amaru y todos los mártires de nuestra liberación decir la verdad y solamente la verdad?
- Sí, juro.
- Cuénteme, pues ¿quién le dio la orden para reprimir a los marchistas del Tipnis cuando éstos se encontraban en Yucumo…?
- No se haga, pues, el zonzo, mi correcto Licenciado Doctor Fiscal, usted lo sabe al igual que yo.
- ¡Le exijo que me diga el nombre y el cargo que desempeñaba en la fecha indicada.
- No conozco personalmente al que primero dio la orden pero ésta llegó por conducto regular hasta este subordinado Coronel de Policía.
- Está bien, querido Coronel. Su declaración ha concluido.
(Este breve ensayo de mi colección “Teatro para Tontos” no se refiere en nada a episodios recientemente producidos. Cualquier similitud con personajes actuales es pura coincidencia).
PAULOVICH
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