“Los yatiris Calimán, Uayruru y Titirico tienen el agrado de saludar a usted(s) con toda atención y respeto e invitarle a la fiesta fúnebre que se realizará la noche del Miércoles 9 de Noviembre en honor de “Las Ñatitas” en los amplios salones del Naiclú “Malena” situado en la ciudad de El Alto, a la vuelta del Motel “Devórame otra vez”. Se agradece anticipadamente su concurrencia. Entrada: Una ñatita”.
Al leer esa invitación tan extraña, pregunté a mi Aserora Espiritual y Financiera que me explicara qué significaba esa extraña invitación que me resultaba incomprensible, y la cholita cochabambina me respondió con naturalidad y sencillez de que ayer se celebraba el “Día de las Ñatitas” y que deberíamos asistir porque las ñatitas son muy milagrosas y realizan prodigios de todo género a los creyentes que las honran.
Sin entender del todo dije a mi pariente espiritual que en mi pueblo se llama ñatitas a todas las personas de nariz algo achatadas y que por extensión esa palabrita servía para designar a toda mujer joven que nos causaba simpatía.
La réplica no se dejó esperar y mi comadre me explicó que ahora se les llama “ñatitas” a las calaveras, o sea a los rostros esqueléticos que se hurtan de los cementerios y se llevan a los hogares de las gentes del pueblo que sufren muchas necesidades, las cuales son aliviadas por las calaveras milagrosas.
En un principio sentí asco y miedo al solo pensar tener en mis manos la calavera de una persona desconocida, pero Macacha sonrió ante mis temores y asquitos y me dijo: “recuerde usted, compadrituy, que la necesidad tiene cara de hereje y yo sé que usted sufre de muchas necesidades económicas y de salud, las que podrían ser aliviadas o solucionadas por un milagro de una “ñatita”.
Tanto que hice a un lado mis escrúpulos religiosos y tuve que decir a mi comadre: Vayamos, pues, a la “noche de las ñatitas”, a pesar de que éstas me causan miedos y asquitos.
La picardía de mi comadre se demostró una vez más cuando me dijo: “como yo tengo que conducir su motocicleta Harley Davison hasta El Alto, usted llevarán en sus manos y cuidará con amor a “la ñatita” que le entrego y a la cual llevaremos para ser festejada dignamente”. Y la ñatita llegó en mis brazos al “Malena” que estaba repleto de público donde cada uno portaba con amor y cuidado una “ñatita”.
Ya en plena fiesta, el yatiri Uayruru me dijo “no se sorprenda de nada don Paulino Huanca pero la situación de pobreza es tan honda y general en nuestro pueblo que los bolivianos nos aferramos a cualquier superchería para pedir el milagro de sobrevivir. Como nuestros gobernantes son incapaces de solucionar nuestros problemas de hambre y de pobreza, no nos queda más remedio que creer en que “las ñatitas nos ayudarán milagrosamente…”
PAULOVICH
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