Miercoles 09 de noviembre de 2011

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Aquella mañana me encontrada preocupado por la elevación de precios de las verduras y legumbres en los mercados, inquietándome el precio de la onza troy del perejil, cuando irrumpió en mi casa cual una tromba mi Consejera Espiritual y Financiera para decirme alborozada: “Albricias parabienes, compadrituy, porque acabamos de reanudar relaciones diplomáticas con los Estados Unidos de América” y empezó a darme abrazos y besos en las mejillas.
Para no aguarle la fiesta me uní a su entusiasmo, recordándole que fui uno de los pocos que escribió hace tres años lamentando la expulsión del Embajador norteamericano señor Goldberg, quien fue declarado por el presidente Evo “persona no grata”.
En medio de su desbordante alegría, la cholita cochabambina me comunicó que retornaría a las clases de inglés por correspondencia que recibía de un instituto de idiomas de Quillacollo, curso que ella había abandonado al ser expulsado el señor Goldberg, habiendo comenzado a estudiar iraní por consejos de nuestro amigo yatiri Calimán, asesor del Canciller Choquehuanca.
Yo había intentado explicar a mi alegre comadre cochala los beneficios que probablemente recibiría nuestro país al reiniciar relaciones diplomáticas, especialmente en el rubro de nuestras exportaciones a los Estados Unidos, pero la cochabambina no me dejó hablar y muchos de mis lectores ya saben que cuando una mujer cochabambina cuando se sabe poseedora de la verdad, y me dijo eufóricamente: “Ahora estoy ebria de felicidad sin haber bebido un trago porque a partir de hoy ya sabremos quiénes son los culpables de todo lo malo que nos podrá pasar: los americanos”.