Loading...
Invitado


Domingo 06 de noviembre de 2011

Portada Principal
Revista Dominical

Los metales raros al primer plano

06 nov 2011

Fuente: La Habana (PL)

Por Julio Hernández - Redacción de Servicios Especiales

¿Fotos en alta resolución?, cámbiate a Premium...

Un teniente del ejército sueco, Carl Alex Arrhenius, aficionado a la mineralogía, encontró en 1787 en una cantera del poblado de Ytterby, cerca de Estocolmo, una extraña piedra que no pudo clasificar.

Cuando esta piedra y otras similares fueron analizadas por los científicos, a lo largo de casi dos siglos produjeron una verdadera sucesión de descubrimientos de nuevos elementos que fueron a llenar los vacíos de la Tabla Periódica de Mendeleiev.

Un total de 17 elementos, encabezados por el escandio, con el número atómico 21, y el itrio, con el 39, a los que se agregan los lantánidos, que van juntos desde el 57 al 71, forman este grupo de los llamados "elementos raros".

¿Por qué "raros"? Esto no quiere decir "escasos", pues se presentan con una relativa abundancia en la corteza terrestre.

La explicación de ese nombre es que resultaba muy difícil separar unos de otros con la tecnología del siglo XIX, ante su tendencia a agruparse íntimamente debido a la similitud de sus propiedades químicas y físicas.

A pesar de que el hallazgo de un nuevo elemento siempre resultaba una novedad, no fue hasta bien entrado el siglo XX cuando estos metales se hicieron famosos por sus usos en diversos campos, tales como el de la electrónica o la industria nuclear.

Adentrándonos en el siglo XXI su utilidad aumentó aún más con la aparición de las computadoras -son vitales en los discos duros-, y su empleo en los motores híbridos, en imanes potentes, en las barras de los reactores nucleares y otros.

También algunos de ellos han sido fundamentales para la miniaturización de componentes, como los de los teléfonos móviles y las computadoras portátiles.

Hoy se dice que sin esos metales los celulares serían del tamaño de zapatos y las laptop pesarían 10 kilogramos.

Por esa razón, para quienes vaticinan un tremendo aumento de los precios de los elementos raros durante las próximas décadas, éstos son en el siglo actual algo así como lo que fue el oro en las centurias precedentes.

A partir del lantano (con el número atómico 57) tenemos el cerio, el praseodimio, el neodimio, el prometió, el samario, el europeo, el gadolinio, el terbio, el drisposio, el holmio, el erbio, el tulio, el iterbio y el lutecio.

Estos elementos tienen particularidades y propiedades diversas en el mundo actual.

El drisposio, por ejemplo, se usa junto con el vanadio como un componente para láseres, y por su capacidad de absorción de neutrones se utiliza en las barras que controlan la reacción en las plantas nucleares.

Por otro lado, los imanes de neodimio son necesarios no sólo para los discos duros y celulares, sino también para los altavoces.

El desarrollo de la alta tecnología ha traído aparejados otros usos novedosos, como en el campo de las energías alternativas.

Así, se emplean en aleaciones metálicas para baterías, en celdas fotovoltaicas, producción eficiente de electricidad, las turbinas eólicas y en aplicaciones militares.

El lantano, por su lado, sirve para separar señales en el funcionamiento de los equipos de Resonancia Magnética Nuclear.

Con la ampliación de sus usos, debido al desarrollo de las altas tecnologías, se calcula que de aquí al año 2015 la demanda de metales raros se va a duplicar.

Ante estas proyecciones, China ha estado tomando medidas para cuidar sus reservas, equivalentes al 30 por ciento del total mundial conocido.

Según asegura la prensa occidental, el gigante asiático controla el 97 por ciento del comercio mundial, con una producción global en 2009 de 129 mil toneladas, de las que exportó una parte y el resto fue al consumo nacional.

China al parecer tiene la intención de limitar su producción de metales raros hasta mediados de esta década a una cifra que oscile entre 130 mil y 140 mil toneladas, de las cuales unas 35 mil se dedicarían a la exportación.

¿Por qué tal proporción de la producción de estos valiosos metales se concentra en el territorio chino?

¿No debieran estar estos elementos, originados en el corazón de las estrellas supernovas, mejor distribuidos por todo el planeta en yacimientos explotables?

En realidad, se pueden encontrar minúsculas cantidades de ellos hasta en el patio de la casa, así que no tiene nada de extraño que en todo el territorio de Estados Unidos se evalúen las reservas en 13 millones de toneladas.

Se calcula que China cuenta con reservas de 50 millones de toneladas, pero también hay indicios de que en vez de vender sólo materias primas, el país asiático se propone exportar productos manufacturados con alto valor agregado.

Si China produce hoy la mayor parte de los metales raros (tierras raras, según el antiguo nombre) es porque otros países abandonaron su explotación años atrás por diversas razones.

Tierras raras era la vieja nomenclatura debido a que se encuentran en la superficie del planeta en forma de óxidos (o tierras).

Estados Unidos, Canadá, Australia y otros países cerraron sus minas debido a la carestía de las operaciones y por la contaminación ambiental que generan, tanto en la extracción como en la refinación.

El problema principal es que algunos de estos metales raros, a pesar de su utilidad en las nuevas tecnologías, son ligeramente radioactivos y pueden provocar incluso problemas de salud en las zonas de explotación.

En ese entonces los países desarrollados no tuvieron reparos en pasar a depender de la producción de China, concentrada en las minas del sur del país y en Bayan Obo, en la Región Autónoma de Mongolia Interior.

Hoy, ante el aumento de los precios en espiral, se habla de reactivar la mina de Mountain Pass, en California, y varios proyectos de explotación en Australia Central, Canadá, Groenlandia, Malasia y otras regiones del mundo.

Sin embargo, lo que más llama la atención es la revelación de que geólogos norteamericanos, bajo la protección y cobertura de las fuerzas armadas de Estados Unidos, han estado evaluando por mucho tiempo las reservas mineras de Afganistán.

¿Pura coincidencia? Muy pocos lo creen así.

Un informe de dos mil páginas del U.S. Geological Survey (Evaluación Geológica de EE.UU.) reveló recientemente las cuantiosas riquezas del territorio afgano en metales raros y otros minerales.

El autor principal del documento, Robert Tucker, dio a conocer que su grupo fue llevado al sur de Afganistán, cerca de la frontera con Pakistán, en helicópteros Black Hawk mientras efectivos militares los protegían.

Esta investigación, realizada también en otras regiones del país centroasiático bajo la cobertura del Pentágono, a través de la Fuerza de Tarea para Operaciones de Negocios y Estabilidad, confirmó la existencia de reservas extraordinarias.

Tres expediciones del grupo de geólogos estadounidenses permitieron calcular la existencia de un millón de toneladas de elementos raros, entre ellos lantano, cerio y neodimio, lo cual permitiría cubrir la demanda mundial durante 10 años.

Para subrayar el carácter de la expedición, Tucker las califica como misiones de reconocimiento de alta seguridad, y al mismo tiempo piensa que sus cálculos son conservadores y espera que las reservas sean mucho mayores.

Otro importante depósito de tierras raras fue localizado en la provincia de Helmand, donde también existen cantidades importantes de uranio, torio y fosfatos.

Además de ello, hay grandes cantidades de cobre en la provincia de Logar y ya se piensa en explotar un extraordinario yacimiento de hierro valorado en miles de millones de dólares: toda una caverna de Ali Babá cercana a Kabul, la capital.

Las compañías norteamericanas y de otros países de la Organización del Atlántico Norte (OTAN) que ocupan el territorio afgano están encantadas con las perspectivas de inversión que se abren ante tamañas riquezas.

Ahora es obvio que el interés de EE.UU. por el subsuelo afgano antecede en el tiempo cualquier hipotética crisis respecto a la disponibilidad de los metales raros. Un estudio realizado por Japón en el lecho marino del océano Pacífico, cerca de Hawái y de Tahití, asegura que en el lodo allí existente hay cantidades gigantescas de estas sustancias.

El equipo nipón estima las existencias, situadas entre tres mil 500 y seis mil metros de profundidad, en varios miles de veces más que las reservas terrestres conocidas.

Disprosio y terbio están en los metales más abundantes en ese lodo, donde tan sólo un kilómetro cuadrado podría cubrir la quinta parte de la demanda mundial en un año, aseguran los autores de la investigación.

En la medida en que crecen los proyectos y el interés por las energías limpias no contaminantes y las altas tecnologías, algo previsto a lo largo de los siguientes 15 años, los metales raros estarán cada vez más en primer plano.

Lo que comenzó hace más de dos siglos con el hallazgo de una piedra solitaria en Ytterby, Suecia, se ha convertido hoy en una búsqueda mundial de 17 elementos altamente codiciados.

Fuente: La Habana (PL)
Para tus amigos: