Según el Primer Mandatario se hace necesaria una “nivelación de precios en los combustibles” debido al elevado gasto que representa al Tesoro General de la Nación la subvención que se dispone mensualmente para mantener los precios de las gasolinas, el diesel, el gas y otros combustibles, situación que por supuesto complica seriamente la economía nacional.
Hay que recordar que a fines del pasado año el decreto del “gasolinazo” tuvo que ser abrogado ante la inminencia de una resistencia popular que podía convertirse en generalizada convulsión social debido a la espiral inflacionaria que produce cualquier alteración en precios de carburantes y que se refleja en el inmediato reajuste de valores en el comercio particularmente de productos de la canasta familiar. El retiro del D.S. evitó el desenfreno, aunque hay que reconocer que el efecto inflacionario se siente aún en el presente.
Al solo anuncio del “gasolinazo” se elevaron precios de muchos productos y esa escalada ha servido para que ciertos sectores, especialmente gremiales, aprovechen la circunstancia para añadirle “algunos centavos” a sus productos y cuya sumatoria descompaginó la canasta familiar.
Desde el Gobierno el Ministro de Comunicación se ocupó una vez más de aclarar el panorama señalando que “el Gobierno no tiene planificado aplicar un gasolinazo en diciembre”, aunque no se retira lo que señaló el Mandatario al referirse al “diálogo nacional” que se cumplirá a fin de año entre oficialismo y sectores sociales que tomarán decisiones sobre el delicado problema.
No se niega en el frente oficial que la subvención a los carburantes ocasiona un grave problema financiero interno, consideran lo que en la gestión 2010 significó la erogación de 300 millones de dólares, suma que se duplicó en la actualidad hasta sumar 600 millones y se prevé que el año próximo podría elevarse a más de 700 millones de dólares. Las cifras son contundentes y esa es justamente la preocupación no sólo de Gobierno sino de los sectores que tienen que ver con la productividad nacional, ante una inminente nivelación del precio de los combustibles.
El sector del transporte se adelantó en hacer conocer su rechazo a cualquier incremento del precio de combustibles, ni siquiera de forma gradual según lo manifestó el principal ejecutivo de los choferes, criticando además la forma de anuncios anticipados, que inmediatamente motivan en mucha gente la compra indiscriminada de combustibles para su acumulación especulativa.
Por otro lado surge la evidencia del desequilibrio financiero nacional que no puede negarse ni ocultarse y es que para mantener cierto equilibrio en el comportamiento del gasto familiar y la relación de costo de la canasta familiar no hay otro remedio que mantener la subvención en los carburantes, pero se trata al mismo tiempo de una pesada carga económica que crece como “bola de nieve” y sus efectos pueden ser desastrosos más adelante.
El asunto es quizás el más grave que confronta el actual Gobierno y cuya solución merece adoptar una estrategia del más alto nivel, que no puede ser precisamente un “diálogo nacional entre oficialismo y sectores sociales”, tiene que ser “una cumbre nacional” con participación de equipos profesionales del más alto nivel, no político, que puedan debatir y proponer soluciones concretas y prácticas para conjurar la crisis sin ocasionar traumas a la colectividad, estableciendo un modelo financiero con equilibrio social para que todos puedan ser parte de un cambio económico, equitativo y justo.
Fuente: LA PATRIA
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