Mi encuentro con las almas de mis seres más queridos se realizó con la misma sobriedad y respeto que todos los años pues todas acudieron a mi casa puntualmente, probaron algunas masitas de su predilección, bebieron un vaso de chicha morada, lamentaron la actual situación del país y unánimemente concluyeron en que “la vida está muy cara en Bolivia y que en la otra vida se vive mejor…”
Estuvieron de visita todos mis parientes y cuando éstos se marcharon llegó el alma del finado esposo de mi comadre cochabambina, el señor Venancio Racha (Q.E.P.D.) quien me insinuó que no derrochara tan alegremente los dineros que él hizo mientras vivía y que continuara protegiendo moralmente a su virtuosa viuda con la cual quiso conversar privadamente, a lo que no me opuse.
Concluido ese ritual encuentro con las almas, y habiendo quedado nuevamente solo, mi comadre Macacha me dijo frotándose las manos y agitando unos billetes ante mis ojos: “Ahora , compadrituy, nos iremos al Halloween que han organizado nuestros amigos yatiris Calimán, Titirico y Uayruru en el Naicú “Malena” de la ciudad de El Alto.
Sorprendido ante esta impostura cultural de los yatiris (brujos andinos) protesté débilmente ante mi comadre, recordándole que el Halloween es una fiesta tradicional de los niños norteamericanos y que los bolivianos descendemos de quechuas, aymaras y guaraníes, y que el actual gobierno nos ha enseñado rechazar toda injerencia extranjera y especialmente norteamericana y capitalista.
Macacha se hallaba embalada y le escocían los pies para bailar anoche hasta que las velas no ardan, así que me levantó en vilo y me condujo hasta mi motocicleta Harley Davidson conduciéndome raudamente al “Malena” donde se celebraría la fiesta de Halloween organizada por nuestros buenos amigos yatiris.
El “Malena” había sido decorado convenientemente para que se realizara una fiesta tenebrosa en honor a los demonios extranjeros, desconocidos para nosotros los bolivianitos, siempre tan cándidos e inocentes.
Asustado al verme en medio de un escenario infernal, dije al yatiri Uayruru que esta adoración a los dueños del Averno me tenía aterrorizado, pero el brujo andino quiso tranquilizarme diciendo: “Qué le atemoriza, Don Paulino Huanca esta es una fiesta de confraternidad norteamericana-boliviana, requisito previo ora la reapertura de relaciones diplomáticas entre Bolivia y Estados Unidos”.
Sin embargo al verme acosado por brujas viejas, jóvenes y niñas, dije angustiado al brujo Calimán que nunca bailé en honor de diablos y fantasmas.
El yatiri Uayruru me pidió que no me escandalizara de que esta noche festejáramos al Diablo, cuando en todos los carnavales orureños todos los bolivianos carnavaleros bailamos alegremente y nos complacemos ante los saltos y brincos que ejecutan las Diabladas. ¿Por qué escandalizarme hoy de bailar en honor del diablo y otros fantasmas…?
Y me puse a bailar en medio de esta espontánea manifestación de bienvenida a la pacífica penetración cultural extranjera.
PAULOVICH
Para tus amigos:
¡Oferta!
Solicita tu membresía Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del día en PDF descargable.
- Fotografías en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.