Orureños por excelencia

Un hecho trascendental y de gran valor histórico ocurrió hace cuatro siglos y un lustro, cuando el 1 de noviembre de 1606 se fundó la Real Villa de San Felipe de Austria, región cosmopolita y tierra libre por excelencia. Necesariamente en la fundación de nuestra Villa, ahora ciudad de Oruro, no todos eran oriundos, los más extranjeros que atraídos por la fiebre de los metales, la existencia de las minas y los prósperos negocios se asentaron en la naciente capital para tomar carta de ciudadanía y vivir muchos años, hasta el declive económico de la región.

Desde entonces la Real y Muy Noble Villa de San Felipe de Austria ha sido su lar, dejando a sus descendientes o simplemente cambiando de residencia sin olvidar jamás que su ajayo quedó guardado en Oruro, donde las gentes no preguntan de dónde vienes si traes las manos crispadas de trabajo, como escribió el gran vate orureño Luis Mendizábal Santa Cruz, más conocido por su pluma cuando firmaba como “lápiz de humo”.

Al sur la ciudad llegaba hasta la calle Guatemala, hoy conocida como Murguía y más allá en un montículo denominado El Altillo estaba erigida la iglesia de la Rotonda. Al norte el límite era la calle Cochabamba, siendo el montículo del Conchupata uno de los lugares más concurridos y más allá se encontraba La Ranchería que comenzaba a poblarse. Después de la fundación de la Villa, la Ranchería albergó a los indios que trabajan en las minas ya que la Corona trató de evitar el contacto de los pobladores de las ciudades con los indios.

A la fecha habiendo transcurrido 405 años nuestra ciudad no tiene un Plan de Ordenamiento Territorial y sus autoridades están ocupadas en las peleas internas, por el poder y demostrar quien administra cada una de las instituciones, dejando entrever que prevale un “regionalismo de conveniencia”, porque a nadie le parece importar de donde provienen los ciudadanos que radican en la ciudad, sino hasta que existen diferencias políticas.

Durante más de cuatro siglos, la ciudad de Oruro siempre ha sido cosmopolita y prima el respeto mutuo entre quienes viven en la región, porque no se busca tener una población originaria, sino más bien contar con “orureños de excelencia” que sean ciudadanos que sepan ejercer con plena libertad, responsabilidad y dedicación su carta de ciudadanía, comprometidos al ejercer cada una de sus acciones en beneficio de la urbe y sin perjuicio para el desarrollo local y departamental.

Estos orureños excelentes son los saben hacia donde van y que es lo que deben hacer, demostrando gratitud al terruño que los acogió y les permitió formar una familia, adquirir una profesión y hasta tener un sitio en una sociedad tan peculiar como es la de Oruro, donde se practica más la esencia de la bolivianidad acogiendo a los ciudadanos venidos de todas las regiones del país y a los extranjeros.

Lo cierto es que también existen orureños excelentes en todas las latitudes del país y en el mundo, donde se destacan por ser personas laboriosas, entregadas con responsabilidad a sus tareas y además muy apreciados por su cordialidad, respeto y donde gente, que hace que siempre tengan puesto de importancia y demuestren ser líderes.

Los orureños de excelencia no buscan revanchismo ni son autoritarios, son quienes contribuyen en el cotidiano vivir, con ideas, acciones de desarrollo y total y pleno desprendimiento para lograr que la región avance y se construya, siendo sin embargo celosos vigilantes cuando hay personas que se aprovechan y usufructúan para beneficio personal cometiendo actos de corruptela y engañando y sonsacando.

Así los orureños por excelencia día a día construimos una región sin importar donde estamos o que puesto ocupamos, con tal de aportar al sostenimiento de nuestra tierra que nos vio nacer o nos acogió sin importar de dónde venimos, exigiéndonos a cambio simplemente lealtad, responsabilidad y honestidad. Ojalá continuemos construyendo una región próspera donde los protagonistas seamos siempre los mejores y excelentes a toda prueba.

(*) Periodista