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Domingo 30 de octubre de 2011

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Cultural El Duende

El silencio de la muerte no es tal, Renato Prada Oropeza

30 oct 2011

Fuente: LA PATRIA

Tuve el privilegio de haber conocido a Renato Prada Oropeza en épocas estudiantiles en la Normal Católica. El privilegio de haber compartido las preguntas, el compromiso desde la escritura alrededor de las guerrillas del Ché Guevara y sus secuelas citadinas. Él, con Los Fundadores del Alba, un poco después, yo, con Los Vulnerables, con todas las diferencias notables. Renato, premio internacional Casa de las Américas en Cuba y Premio Erick Guttentag en Bolivia y yo, primera mención del Premio Erick Guttentag. Este hecho nos hermanó y nos hizo más amigos.

Tuve el privilegio de haber mantenido tenso y vivo el hilo de la amistad por más de 40 años. Y el privilegio de recibir la dedicatoria impresa en la primera página de uno de los últimos libros de Renato, El Pesebre y otros cuentos, que decía: Para Werner Guttentag, Gaby Vallejo y Hugo Galindo, tres amigos entrañables Y luego, con la propia mano, en tinta azul, en la primera página: Un testimonio de nuestra amistad sin límites ni cortapisas.

Aquel amigo filósofo, investigador, creador de relatos totalmente innovadores –por su postura ideológica y los avatares de la vida, debido a los riesgos de permanecer en un país de constantes regímenes dictatoriales– optó por un autoexilio. Se fue a radicar en México. Pero no cesó de escribir. Por sus propios méritos, se ganó un sitio en la cátedra en México y entre los escritores más representativos de Latinoamérica.

Tal vez este hecho de vivir fuera del país le desvinculó de los jóvenes escritores bolivianos, de los estudiosos de letras, de las universidades, pero sus frecuentes retornos al país, encendieron con fuerza la red del reconocimiento y de la amistad.

Audaz innovador. Apareció como el representante boliviano en el Boom Latinoamericano de los años 70-80. Los Fundadores del Alba, que con la temática guerrillera alrededor de la presencia del Ché Guevara, fue la primera novela boliviana que transformó la narrativa lineal en una propuesta estética profunda, donde los cruces de planos espaciales y temporales dialogantes entre sí, se convirtieron en su forma narrativa impactante.

Escribí, como una adhesión a su escritura, dos artículos de aproximación a Los Fundadores del Alba en el libro En busca de los nuestros. Fue una expresión de admiración por su trabajo innovador y por su valentía de enfrentar temas en épocas duras donde escribir era penado con la tortura, la muerte o el silencio.

Luego, sus novelas y sus cuentos, diversos en estructura y temática, fueron llegando desde México a unos cuantos amigos. Tuvimos la suerte de presentar aquí en Cochabamba, con el PEN-Bolivia, un libro denso, cruzado de información y de meditaciones estético-filosóficas titulado Literatura y realidad.

Mi adhesión a su escritura se plasmó también por la inclusión del cuento Hombro con hombro en la Antología del Cuento Boliviano Contemporáneo que publiqué en el sello editorial Monte Ávila de Venezuela, titulada Profundidad de la Memoria.

En la introducción de la antología dije –entre otras cosas– sobre el cuento de Renato rescata un pasaje de una histórica fuga de presos políticos de la Isla de Coati en el lago Titicaca. Si bien el autor introduce datos verídicos de la fuga –registrados en la presa– es a través del personaje narrador que se conocen otros detalles, desde la interioridad del hombre en situación de riesgo. Es un cuento escrito con la fuerza visual de una película. Sobresale la tensión narrativa, por la permanente situación de vida o muerte, por la intensidad anímica de la huída. Un cuento que toca las debilidades y misterios del ser humano. Un final sorprendente, manejado con maestría. Dije también: Es enorme mi satisfacción de hacer entrega del ejemplar que le corresponde como derecho de autor, aquí en esta ciudad, en este recinto de cultura que es el salón Demetrio Canelas del periódico Los Tiempos, este ejemplar que iba a ser enviado por correo, pero Renato ha llegado hasta aquí para recibirlo en esta estupenda noche en que se hace el lanzamiento de su novela “Mientras cae la noche”.

Nadie sabía que era su última visita a Cochabamba, a su país, a sus amigos.

El silencio de la muerte no es tal –Renato Prada Oropeza– cuando las palabras escritas se han adelantado para hablar en voz alta desde los libros, desde tus libros.

Gaby Vallejo Canedo. Cochabamba. Académica de la Lengua.

Fuente: LA PATRIA
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