Sábado 29 de octubre de 2011
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Editorial y opiniones
¿Es o no es verdad?
Salvemos la Plaza Murillo
29 oct 2011
Por: José Gramunt de Morgas, S.J.
La semana pasada leí en un matutino paceño que algún fanático descerebrado había propuesto entrar con la picota demoledora en mano en el Palacio Legislativo, al que el proponente calificaba de “vetusto”, con objeto de tirarlo abajo para construir un nuevo edificio acorde con la ideología de una asamblea plurinacional, indígena y socialista. Llamar vetusto a un edificio del siglo XX es no tener idea ni del tiempo ni de lenguaje.
Es más, se han oído voces oficialistas que anuncian cambiar el nombre de la Plaza Murillo por otro más apropiado al régimen populista reinante. Y el estilizado monumento de Murillo, airosamente ejecutado por un artista italiano, sustituirlo por otro personaje acorde con las huestes dominantes. Quiero dejar establecido que la Plaza Murillo aun siendo un complejo arquitectónico muy variado, es el centro de la ciudad política de la sede de gobierno.
Empecemos por el Palacio Legislativo que es una obra arquitectónica de buen gusto y solemnidad. El palacio de Gobierno, de factura neorrenacentista está al nivel que merecen sus funciones. La Catedral, magnífico templo, cuyas cinco naves esbeltas y bien proporcionadas inspiran paz a los espíritus. Más allá, en la Calle del Comercio el palacio de los marqueses de Villaverde, hoy Museo Nacional de Arte, notable por su patio colonial en piedra granítica y por la colecciones de arte que allí se exhiben. Al lado opuesto de la plaza, se alinean varios edificios civiles entre los que destacan el antiguo Hotel París con una fachada de gusto relamido, y en la otra esquina un semiabandonado edificio republicano hoy degradado a la condición de conventillo y que merecería una inmediata restauración. Entre la Junín y la Ingavi se levanta la elegante sede del que fue Círculo Social y en la actualidad cumple con buen talante como sede de la Cancillería.