Diariamente se observa en la ciudad un flagrante desconocimiento de las normas que regulan el ordenamiento, las que emergen del Gobierno Municipal u otras complementarias por ejemplo de la Policía Operativa de Tránsito e inclusive algunas otras de entidad sanitaria.
Todos hacen lo que quieren y como pueden, el asunto es que en ese afán se vulneran las disposiciones vigentes y se muestra lamentablemente un caos que puede definirse tan solo como “abierta indisciplina ciudadana”, pero también como “absoluta carencia de autoridad” para hacer cumplir las normativas que rigen el ordenamiento urbano.
Son muchas las cosas irregulares que se observan en toda la ciudad, el asentamiento del comercio informal que ha ganado buen espacio en aceras, calzadas, plazas y parques. Es un peligro y una molestia las arbitrariedades que cometen los transportistas del servicio público cuando detienen sus movilidades donde quieren y en cualquier circunstancia para recoger o dejar pasajeros, no hay paradas determinadas para ese servicio y la costumbre del ciudadano indisciplinado contribuye a este mal, pues cualquier vecino levanta la mano donde quiere para utilizar ese transporte público.
Hay ordenanzas, más de una, que prohíben el desfile o demostraciones de cualquier tipo de grupos por las calles de la ciudad, inclusive las marchas sindicales o de protesta no deberían alterar el tránsito de vehículos y personas en las calles, empero en una ciudad como la nuestra increíblemente no hay día en que alguna motivación especial saque gente a la calle, con o sin banda, alterando sensiblemente las actividades de la ciudadanía. Nadie pone remedio a esa negativa actitud que causa protestas pero nada más que eso.
El centro de la ciudad está saturado de movilidades del servicio público y en determinadas horas el congestionamiento, incluyendo viandantes, es algo realmente impresionante y no hay autoridad que regule tan anómala situación.
El uso indiscriminado de “letreros publicitarios” en las aceras es otra molestia y además un peligro para los transeúntes, situación que se complica con el uso de gran cantidad de llantas y conos pintados de negro y amarillo que se usan indiscriminadamente, porque se sabe no hay autorizaciones para “separar” espacios públicos en las calzadas, si no es con expresa orden de la Alcaldía o de la dependencia policial de Tránsito.
Lo que mencionamos es sólo una parte de las arbitrariedades que comete la ciudadanía cotidianamente, vulnerando disposiciones vigentes y haciendo caso omiso de las mismas, con tal de cumplir los malsanos hábitos de indisciplina ciudadana que deberían sancionarse severamente para cambiar la ciudad y hacerla más cómoda, pero sobre todo más segura, especialmente para niños, para gente de la tercera edad y en realidad para todo ciudadano que se precie de ser responsable del cumplimiento de las leyes locales.
Las autoridades deben preocuparse de facilitar el ordenamiento urbano con una advertencia conminatoria al cumplimiento de las disposiciones en vigencia y la aplicación de las sanciones que correspondan sin vacilaciones y con apoyo de los organismos pertinentes a los infractores individuales o colectivos para sentar precedente y mostrar que tenemos autoridades responsables.
Otro tema aparte es el que se relaciona con el ordenamiento vehicular, una adecuada señalización vertical y particularmente una masiva campaña de educación ciudadana para cumplir las normas. Sólo de ese modo podremos recuperar conciencia e imagen de una ciudad ordenada, limpia y segura.
Fuente: LA PATRIA
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