Después de mucho tiempo los orureños paralizaron todas sus actividades en una muestra de unidad por una causa justa y demandando la atención que también desde hace bastante tiempo no se siente en la región, pues muchos proyectos están inactivos, otros avanzan lentamente y los considerados como principales “ejes del desarrollo” están bloqueados por falta de voluntad política, es decir por falta de medidas aplicadas desde el Poder Ejecutivo con sentido práctico en beneficio de la comunidad orureña.
Como siempre sucede en situaciones de presión, especialmente cívicas y de manera especial si las decisiones corresponden a ejecutar un paro de labores, la concreción del hecho depende de la unidad institucional para asumir las contingencias de una medida que en realidad causa problemas a quienes la cumplen en las diversas formas de actividad, especialmente a los trabajadores que viven al día, pero también a los sectores productivos, financieros y otros que restan ingresos cuando hay contundencia en la determinación conjunta.
En realidad los paros cívicos y sus formas de operabilidad incluyen factores como los bloqueos de calles y carreteras, por tanto su efecto trasciende más allá de la jurisdicción departamental haciendo que de algún modo los vecinos y sobre todo los gobernantes reaccionen y busquen urgentes soluciones a los problemas que generan las movilizaciones.
En el caso de Oruro hace mucho tiempo que estamos pidiendo atención a un largo pliego petitorio que se activa especialmente cerca de la celebración cívica del 10 de febrero y alguna vez por la proximidad de un aniversario más de la fundación de la Villa orureña que se recuerda en 1ro de Noviembre; empero la medida que en dos jornadas se ha cumplido entre lunes y martes está dirigida especialmente a buscar una pronta solución al problema limítrofe que está entorpeciendo las relaciones entre Oruro y Potosí, debido particularmente a las frecuentes incursiones de campesinos potosinos a los terrenos de similares trabajadores orureños.
Si bien el principal planteamiento merece atención urgente, no menos importante es hacer un recuento de los problemas que no se resuelven a favor de Oruro, por ejemplo el caso de una verdadera y efectiva reactivación minera sabiendo que la economía regional depende de ese importante rubro y por tanto debe considerarse en esa dimensión y en la proporción de su aporte al desarrollo departamental, pero también nacional.
Los orureños hemos sacrificado dos jornadas para lograr que se nos escuche, por tanto el efecto de la medida debe traducirse en las siguientes horas en una visita del Presidente que si bien está por la ciudad con inusitada frecuencia, pero con actividades netamente políticas, su próxima llegada debe ser para escuchar las preocupaciones que atingen a los productores, a los mineros, a los trabajadores con salarios congelados y a los desocupados de Oruro, además a los campesinos de ciertas regiones que sufren avasallamiento de sus tierras por incompletos trámites jurisdiccionales. El Presidente y sus principales ministros deben visitar Oruro para escucharnos y para disponer acuerdos que eliminen las tensiones y abran los cauces del paralizado desarrollo departamental.
La unidad de los orureños, a través de todas sus instituciones, es una muestra de la decisión de exigir condiciones apropiadas para vivir mejor, un derecho que el mismo Gobierno pregona diariamente y que aquí, en la tierra natal del mandatario todavía no se siente. La contundencia del paro debe llevarnos ahora a sostener la unidad para alcanzar nuestros más caros anhelos.
Fuente: LA PATRIA
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