El desarrollo regional y departamental debe dejar de ser un lacónico anuncio en nombre de la “orureñidad”, puesto que bajo esa premisa se ofertan muchas cosas, se asumen sinfín de compromisos y al final, la región continúa postergada sin recibir atención de ninguna autoridad. Es frustrante tener un Presidente del Estado Plurinacional que se reclama orureño sólo para capitalizar el voto ciudadano y exigir respaldo a la política de Gobierno, sin aportar de manera efectiva a la solución de nuestros problemas bajo una perspectiva de crecimiento y desarrollo para Oruro.
Esta realidad que es la cotidianidad que vivimos los orureños, donde están incluidos los nacidos y quienes viven en la región, debe motivar un cambio de actitud para reclamar nuestros derechos y preservar la verdadera democracia, que no consiste en administrar el poder político ejercido exclusivamente por líderes partidarios y funcionarios públicos del oficialismo, sino que debe ser compartido con todos los ciudadanos para asumir decisiones correctas al margen de posturas impostadas e interesadas.
Los políticos deben gobernar de cara al pueblo, mostrar la realidad de lo que sucede en las instituciones de la administración del gobierno departamental y el municipal, para evitar errores en el manejo de los problemas que –como en este caso- generan conflicto entre dos regiones que se complementan de manera natural y siempre estuvieron unidas por ser las más postergadas del país, pese a ser Oruro y Potosí los departamentos que más aportan al sostenimiento del erario nacional por la explotación de sus recursos naturales no renovables.
Los conflictos que se suscitaron son resultado de la negligencia de los administradores que pasaron por la Prefectura del Departamento y de la actual Gobernación, por acatar lo que dispone el Poder Central antes que reclamar el derecho de los orureños y por no hacer cumplir disposiciones vigente, como por ejemplo, retirar el erróneo mapa que circula en todo el país con nuestro mutilado territorio, siendo estas láminas utilizadas como instrumento de enseñanza de niños y jóvenes que no saben que sucedió y porqué reclamamos nuestro territorio.
Es así que cuando un ciudadano siente que hay más promesas que resultados, cuando se escuchan muchas propuestas y no hay acuerdos, cuando el ciudadano vota pero no elige, le prometen pero no le cumplen, es cuando tiene que salir a las calles a reclamar sus derechos y atención de las autoridades, que ahora les toca liderar a los quijotescos dirigentes del Comité Cívico de Oruro, que convocaron al paro de protesta de 48 horas, para asumir defensa del territorio orureño.
Esta protesta fue motivada por la falta de atención del Gobierno que ahora además pretende debilitar y boicotear el paro, asumiendo actitudes divisionistas para enfrentar a los propios orureños, haciendo que algunos sectores –como los transportistas y campesinos- que no aportan a la economía regional, sino más bien lucran con el sacrifico del pueblo, ahora incluso quieren condicionar el alza del precio de los pasajes de transporte público para sentirse obligados a acatar la suspensión de actividades.
Esas posturas interesadas no pueden ser manejadas como acciones en defensa de la orureñidad, porque la región se debe construir sobre bases firmes y sólidas definiciones, no como un departamento dividido donde se tiene una economía subterránea productos de tres actividades ilícitas, como son el contrabando, el narcotráfico y el juqueo, lejos de pensar que si nosotros continuamos exportando recursos naturales en base a precariedad laboral estamos exportando ganancias de productividad, para quedarnos sin nada y lejos del desarrollo.
No basta decir socarronamente “soy un orureño del c…”, cuando en verdad a nuestras autoridades nos les importa un c… el desarrollo departamental y siguen con la misma cantaleta de mostrar una Gobernación debilitada por deudas de la anterior administración, pero contratando obras, agrandando el hueco financiero que existe en la quebrada economía departamental, sin hacer nada por aplicar políticas de desarrollo y garantizar un crecimiento sostenido para la región.
Así también la administración municipal nos muestra un panorama sombrío, cuando se ocupa de poner parches en vez de ejecutar proyectos, y pretenden hacernos creer que se hace gestión pintando de blanco las barandas de la plaza de armas, realizando gastos insulsos, pues ahora las rejas del centro cívico vuelven a lucir doradas. Al municipio llegaron 12 autoridades elegidas el pasado año, bañadas de un discurso de orureñidad y con el embustero compromiso de trabajar por el desarrollo de Oruro y ahora habrá que preguntarles si éste desarrollo se construye con peleas viscerales entre servidores públicos, coyunturalmente al mando de gobierno municipal.
Una región se tiene que gobernar con políticas de desarrollo, planificar su crecimiento a partir de un plan estratégico que comprenda además el desarrollo urbano sostenido con un adecuado plan de reordenamiento territorial que defina hacia dónde vamos a crecer y cuanto será la inversión pública, porque el gasto corriente ya está definido para cubrir el pago de salarios a una pesada burocracia que se dedica a la política oficialista antes que servir a la región.
Ya no podemos continuar reclamando atención a nuestras urgentes demandas, cuando nuestra entidad cívica regional ni siquiera posee un inmueble y son los propios dirigentes los que tienen que aportar para cubrir sus gastos de funcionamiento, en la oficina que les prestó la Brigada Parlamentaria que detenta el comodato del inmueble de YPFB, donde funciona la sede cívica.
Otras regiones, más pequeñas que la nuestra, tienen una sede, su equipo de asesores y hasta presupuesto para mantener al personal de la entidad cívica, en cambio en Oruro y pese haber transcurrido varios años, hasta ahora no sabemos qué paso con los bienes “incautados” de la sede del Bloque Oruro, por decisión de un prefecto potosino que se aplazó y engañó a los orureños, dejando una deuda superior a los 500 millones de bolivianos, además de haber entregado los terrenos del Parque Industrial, enajenado bienes del Estado.
Así tampoco conocemos cuándo se concluirá el proyecto vial Oruro-Pisiga, que debía ser entregado a la culminación del primer mandato del presidente Evo Morales, ni se sabe nada sobre la construcción del Mercado Central; el emplazamiento del Puerto Seco y seguimos aceptando sólo obras inconclusas, sobrevaluadas y que permitieron el fácil enriquecimiento ilícito de unos cuantos. Ahora es el tiempo del cambio y debemos sacudir nuestra estructura regional para luchar por Oruro aquí y ahora, asumiendo defensa de la verdadera orureñidad.
(*) Periodista
Para tus amigos:
¡Oferta!
Solicita tu membresía Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del día en PDF descargable.
- Fotografías en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.