Una vez más se observa que en el equipo de asesoramiento gubernamental algo falla, pues no se adoptan medidas correctas para solucionar de manera adecuada los planteamientos que formulan diversos sectores ciudadanos.
La estrategia política de medir fuerzas con quienes reclaman derechos y proponen arreglos es una parte lógica de los gobernantes, con la esperanza de minimizar ciertos aspectos, quizás con la idea de imponer siempre los criterios oficiales aunque después se reconozca que no eran los mejores, pero no hay otra explicación a esa actitud permanente de rechazar opciones y radicalizar las que se tratan en la esfera gubernamental aunque en ese intento se ponga en riesgo la seguridad estatal, la economía nacional y la unidad de bolivianos.
En el caso reciente que culminó en La Paz con presencia masiva de miles de indígenas “originarios” del Tipnis, que caminaron más de 600 kilómetros en más de dos meses para hacer escuchar su voz y exigir solución a un pliego de peticiones, resulta que a la hora tope la determinación gubernamental emerge con sentido práctico para evitar una convulsión popular.
La construcción de un tramo de carretera atravesando el Parque Nacional Isidoro Sécure fue la causa que motivó la reacción de defensa de su territorio por parte de los miles de indígenas del llamado Tipnis que rechazaron esa posición gubernamental y plantearon desde el inicio del conflicto que se haga el camino, pero bordeando el territorio consignado como reserva natural.
El asunto fue planteado de ese modo, sólo que los caprichos se impusieron en el frente oficial y se insistió en la “obligación” de construir una carretera por medio del Tipnis. La marcha avanzó desde el Beni y sus protagonistas, hombres, mujeres y niños fijaron su meta en la ciudad de La Paz para que se les escuche y se atienda su rechazo y se escuche sus pedidos… Así fue, sólo que en el camino se produjeron muchos problemas y hasta una violenta acción policial que se convirtió en la gota que rebasó la paciencia de los marchistas y que activó la espuma de la conciencia boliviana que elevó el sentimiento de la comunidad en apoyo a los hermanos indígenas.
Si de manera adecuada y oportuna se hubiese analizado el problema, sus pro y contra, sus consecuencias, alternativas y opciones válidas para establecer soluciones es posible que lo mismo que anunció el Primer Mandatario luego de tanto problema hubiese eliminado la tensión y el sacrificio mucho antes, abriendo además un verdadero diálogo que posiblemente hubiese adelantado una serie de acuerdos sobre los más de diez puntos que tuvieron que traer hasta La Paz los caminantes indígenas.
Casi siempre y por muy claras coincidencias los problemas se solucionan cuando las “papas queman”, cuando se llega al tope del ejercicio de medir fuerzas, tarea en la que mayormente pierde el equipo oficialista, que pese a muchas experiencias sigue practicando el juego de la soberbia y el capricho.
La presencia de los originarios del Tipnis captó el apoyo y solidaridad de toda la población, era de esperarse, pues su sacrificio merece la compensación por lo menos de retornar a su territorio con algunos logros que posiblemente no hubiesen sido ni siquiera conocidos. El último arreglo, otro más fuera de tiempo en este caso servirá de una experiencia para miles de bolivianos que quizá nunca hubiesen conocido la Sede y el Palacio de Gobierno, los niños son los más beneficiados de este raid sacrificado que los acercó al centro mismo donde se desarrolla la acción política nacional, sólo que la misma siempre sale con arreglos fuera del tiempo límite.
Fuente: LA PATRIA
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