Con el ingreso triunfal de los “guardianes de la naturaleza” a La Paz
Defensa del Tipnis se convierte en una causa de todos los bolivianos
20 oct 2011
Fuente: La Paz, 19, LA PATRIA
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Al ver los rostros cansados, quemados por el sol, pero sonrientes por las muestras de cariño, admiración y aliento que los marchitas defensores del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (Tipnis) recibían de millares de personas que salieron ayer a su encuentro en su ingreso a La Paz por la Cumbre, las lágrimas derrotaban la serenidad y obligaban a gritar con la gente: “¡Bienvenidos hermanos!” y así convertir esta causa ahora en un movimiento nacional.
Desde muy temprano, los aproximadamente 2.000 marchistas que hace 66 días salieron del Tipnis, en el Norte de Bolivia para llegar hasta la sede Gobierno; comenzaron el tramo final de una caminata que ha unido al país detrás de la causa de preservación. Miles de manos, brazos, ojos y bocas expresaban en cada metro de la ruta de ingreso a La Paz, palabras de afecto y acciones de respeto y fraternidad. Los marchistas respondían con mensajes de agradecimiento y señales de triunfo. Una señora que se gana la vida con la venta de frescos de durazno, preparó su negocio del día en pequeñas bolsas de plástico que repartió a unos 30 marchistas; luego, abandonó el lugar con llanto en los ojos.
Los niños y jóvenes de todas las escuelas de la ciudad también salieron al encuentro de los indígenas para alentarlos con hurras y estribillos de adhesión y defensa del medio ambiente. Pero en todos los lugares por donde pasaron los caminantes, el pedido común expresado a gritos era: “¡El Tipnis no se toca!”.
Flores, alimentos, letreros, banderas, hojas de coca, bolsas de refresco, ropa, pan, todo servía para demostrar apoyo a la causa. “¡Estamos con ustedes!”, “¡Bienvenidos!”, “¡Sigan en la lucha!”, gritaban los ciudadanos.
DECISIONES
Mientras tanto, en Palacio Quemado, el presidente Evo Morales sostenía con su gabinete de ministros una reunión para definir la actitud frente a la más contundente y numerosa marcha del siglo XXI en Bolivia.
Posiblemente, los gobernantes buscaban también una declaración que hiciera olvidar todas las agresiones verbales que desde Palacio Quemado se utilizaron contra los marchistas.
El 30 de junio, el presidente Morales advirtió a los indígenas de tierras bajas: “Quieran o no quieran vamos construir este camino y lo vamos a entregar en esta gestión el camino Cochabamba-Beni, Villa Tunari-San Ignacio de Moxos”.
Luego el 31 de julio aseveró que “si tuviera tiempo, iría a enamorar a las compañeras yuracarés y convencerlas de que no se opongan”.
Luego reprochó la forma en que los habitantes del Tipnis realizaban su protesta.
“Yo nunca he marchado con apoyo, antes el Gobierno fue con gas lacrimógeno y con balines, persecución con helicópteros y con avionetas”, para luego protestar porque “ahora hay lindas carpas”.
“No parece una movilización de reivindicación social, sino parece turismo: Días que marchan, días que descansan, días que van en carros; qué siento, siendo muy sincero, creo algunos dirigentes indígenas engañan a sus bases”, dijo en otra ocasión.
Pero la peor agresión se registró el domingo 25 de septiembre cuando un grupo de policías arremetió contra los marchistas y los golpeó, gasificó y amordazó con cinta adhesiva en la peor violación a los derechos de los pueblos indígenas que se conoce desde que recuperó la democracia.
POSICIÓN
Las voces de bienvenida recordaban esas agresiones y advertían al Gobierno que debía acatar lo que pide la marcha.
El pedido de los marchistas es suspender la construcción de una carretera que cuesta más de 400 millones de dólares y está a cargo de la transnacional brasileña OAS, afectando la mayor reserva natural de Bolivia.
En la mañana de ayer, la Policía realizó ejercicios en la Plaza Murillo con el denominado carro “Neptuno” utilizado para reprimir manifestaciones, pero luego el vehículo desapareció; la ciudadanía a través de los medios de comunicación pedía que para el momento de la llegada de los marchistas debían desaparecer hasta los agentes de parada, porque los marchistas desconfían de la Policía.
El ministro de Comunicación, Iván Canelas, intentó explicar las acciones de la Policía y dijo no estar informado al respecto.
Desde la marcha, el “mallku (líder)” del Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu (Conamaq), Rafael Quispe, advirtió al Gobierno que la Plaza Murillo “no es la hacienda del presidente Evo Morales”.
“La Plaza Murillo es de todos los bolivianos y bolivianas, no es hacienda de Evo Morales o de un partido político. Vamos a decirle (al Presidente) desde cuándo aplicará la Constitución, dentro de ese marco está el tema del Tipnis y todos los puntos que se han planteado”, dijo.
Los dirigentes indígenas decidieron reunirse con el presidente Morales recién hoy, pero anoche montaron una vigilia en la misma Plaza Murillo.
Fuente: La Paz, 19, LA PATRIA
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