- Soy un marchista en busca de solidaridad y afecto.
Abrí las puertas de m i casa y me encontré cara a cara con mi comadre cochabambina, quien se había marchado de La Paz hace una semana en persecución de una cliente suya que pretendió “trampearle” ocultándose en el Chapare siendo capturada por Macacha que pudo recuperar sus dineros.
Feliz de recuperar mi motocicleta Harley Davidson y a mi protectora oficial, abracé a mi comadre y besé a mi motocicleta dejando hablar a la primera quien me relató su odisea para luego entregarme unos pesos en calidad de retribución por el vehículo que yo le había prestado.
Cuando mi motocicleta y mi comadre ya habían pasado por el obligado proceso de lavado, engrase y fumigado la infatigable cochala me anunció que había regresado a tiempo para asistir al recibimiento de los marchistas del Tipnis que después de una heroica caminata que duró dos meses llegarían hoy a La Paz para recibir el cariño y el reconocimiento de millares de ciudadanos bolivianos.
Mucho más enterada que yo de que sucedió en el país durante la última semana, me contó que la Policía había ofrecido a los marchistas del Tipnis escoltarlos en su masivo ingreso a la sede del Gobierno pero que aquellos les contestaron que no, que no se molestaran porque los marchistas aún mantienen abiertas las heridas que los policías les causaron durante la represión de la marcha.
Mi desprendida pariente espiritual me dijo que se hallaba dispuesta a obsequiar a las marchistas benianas hasta su propia camisa, sus enaguas y sus polleras, respondiéndole yo que su gesto me parecía muy noble y generoso pero que no era preciso que se despojara de sus prendas en mi delante y que fuéramos a su casa para sacar otras de sus roperos.
La inteligente cochabambina también me dijo que la había molestado mucho que el Alcalde de La Paz, señor Revilla, quiera adueñarse del sentimiento hospitalario de los que vivimos en esta ciudad y que estuviera dispuesto a nombrar a los marchistas “huéspedes ilustres de La Paz” y entregarles las llaves de oro de la ciudad, como a muchos visitantes que llegaron a La Paz. Mi comadre Macacha me dijo: “Los marchistas del Tipnis no vienen en busca de honores y condecoraciones sino para conseguir un reconocimiento gubernamental a sus demandas que se basan en la Constitución y las Leyes”.
Quise abrazar y besar a mi comadre (en sus mejillas) por lo que acababa de decirme, pero mi virtuosa comadre hizo un rápido movimiento de cintura esquivando mi arremetida que me llevó a abrazar a una lámpara de pie que hay en mi living.
Pusimos algo de ropa de abrigo y provisiones en una valija y nos fuimos en pos de los marchistas del Tipnis para entregarles, principalmente nuestros corazones.
PAULOVICH
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