El aborto es grave problema de nuestra sociedad. Es un asunto que merece consideración permanente por el caudal de implicaciones morales, médicas, políticas y religiosas que incesantemente posee. La colaboración de la sociedad entre el gobierno, los legisladores, también de ciudadanos incluyendo a aquellos que están a favor o en contra de la penalización del aborto, es menester para reducir su incidencia.
Cada uno de nosotros debe saber que el aborto provocado y su consecuencia -la muerte del feto- puede verse desde distintas perspectivas, ya sean de índole moral o médica. Desde un punto de vista jurídico, ha sufrido transformaciones en, el transcurso del tiempo y según los diferentes lugares donde es practican. Sin embargo, esta práctica se generaliza porque el aborto no merece sanción alguna por parte de las autoridades que dejan deambular con total impunidad absoluta, permitiendo que médicos sin moral y ética, junto a supuestos practicantes de medicina lucran para matar a un ser en gestación en complicidad con la mujer que recurre a esa práctica por diversos factores, sean económicos, vergüenza y temor ante sus padres o ante la sociedad.
En los últimos tiempos el aborto, como tema de discusión en el ambiente internacional está siendo desempolvado por un hecho significativo; pero nuestro país no ha tocado el tema con seriedad, aunque tibiamente se habla de que el aborta fuera restringido en casos exclusivos de violación, incesto y peligro para la salud de la mujer embarazada. Como tema de discusión en el ámbito internacional, está siendo desempolvado por un hecho significativo; pero, nuestro país no ha tocado el tema con responsabilidad, aunque tibiamente se habla de que el aborto fuera restringido en casos de abuso de violación, incesto y peligro para la mujer embarazada.
Algunas autoridades encontraron -especialmente en Cochabamba- centros clandestinos para la práctica del aborto mimetizados con carteles de “servicios de urgencia médica”, con participación de médicos inmorales y comadronas que logran clientela en jovencitas desesperadas que no quieren la continuidad del embarazo pagando entre 600 y 1.000 bolivianos.
Esas mismas autoridades identificaron a los involucrados en aquella práctica, pero, hasta el momento ninguno de esos médicos inmorales ha sido metido a juicios porque según los legisladores no existen leyes adecuadas para procesarlos.
La Iglesia Católica y numerosas organizaciones a favor de los derechos humanos continúan en el empeño de que existan reglas claras para controlar y sancionar aquella maldita práctica, teniendo que el número de abortos crece día a día en nuestro país y a nivel internacional, dejando una estela de preocupación a sociólogos, porque más allá de la decisión individual de abortar, el hecho tiene persecución social en sus consecuencias. Este tema por las motivaciones que lleva a miles de mujeres de todo el mundo a practicarlo y la causa de las consecuencias físicas, sociales, sicológicas y, hasta económicas que de ella devienen, es un tema que merece consideración permanente a decir de muchas organizaciones y observadores que ven con preocupación el incremento del aborto.
(*) Es periodista
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