Lunes 17 de octubre de 2011
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La ciudadanía aunque no en la proporción que se esperaba concurrió a los recintos electorales para cumplir su deber cívico de elegir a las nuevas autoridades del sistema judicial del país. La asistencia al acto democrático como se lo promocionó era ineludible por factores de sobrado conocimiento, por ejemplo recabar la constancia de voto para poder realizar gestiones en la administración pública o en el sistema financiero y luego para satisfacer una inquietud del ejercicio democrático, votando y hasta posiblemente eligiendo.
La jornada electoral transcurrió sin mayores problemas, salvo los muy comunes que se presentan en todas las elecciones, con el atraso de jurados, con alguna falta de material, con desconocimiento en ubicación de algunos recintos y hasta con la actitud de ciertos candidatos que aprovechaban la situación para tratar de persuadir a ciertos electores para que voten a su favor, por lo demás no hubieron mayores novedades, salvo la restringida labor periodística que no pudo cumplirse abiertamente por las disposiciones vigentes.
Lo cierto es que de tantas elecciones a las que ya asistimos en los últimos años, para elegir las autoridades de Gobierno, para dar paso a la aprobación de una nueva Constitución o para confirmar mediante referéndum alguna consulta política, la última prueba resultaba un desafío a la convicción verdaderamente democrática, a la posibilidad de elegir nada menos ni nada más que a los responsables de ejercer justicia en la Nación para todos los bolivianos, sin distinción de clases sociales u otras condiciones que están fuera del margen de la discriminación. Enorme responsabilidad que ya pasó y de cuyos resultados finales y oficiales nos enteraremos en días más.
Fuente: LA PATRIA