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Domingo 16 de octubre de 2011

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Cultural El Duende

El alma de Mario Lara López

16 oct 2011

Fuente: LA PATRIA

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Se aproximaba la navidad, diciembre de 1983. El poeta sufría de molestias físicas notorias en el bajo abdomen derecho que le causaban intenso dolor, dificultad al caminar y problemas digestivos de variada magnitud en crisis exacerbadas. El examen clínico descubrió una hernia inguinal en un punto débil de la pared abdominal con protuberancia notable de un saco herniario con contenido intestinal y riesgo de estrangulación vascular mesentérica muy peligrosa, dada la magnitud del cuello herniario.

Los antecedentes de montura prolongada en bicicleta y esfuerzos deportivos futbolísticos desde temprana edad, eran coherentes con el cuadro clínico de solución quirúrgica a breve plazo.

Se le comunicó el diagnóstico, la perentoria intervención bajo anestesia troncular peridural y sedación general de la conciencia. Terapia quirúrgica de Herniorrafia con reforzamiento músculo-tendinoso con un riesgo quirúrgico mediano. Hospitalización y luego, requerimiento de un reposo domiciliar relativo.

Equipo quirúrgico cirujano Dr. Gastón Cornejo B. Ayudante Dr Luis Loayza B. Anestesiólogo Dr. René del Barco (esposo de su prima Carmen Lara, hija de don Jesús Lara) quien me pidió colaboración: ¡Es pobre, es poeta!, me dijo. Operación y anestesia sin complicación alguna.

Costo terapéutico: composición poética especial, inolvidable y musical, reveladora de su ethos poético, de su ajayu, para eterna memoria, exigí.

Al momento de la curación definitiva, el poeta entregó la composición poética titulada El Viaje (véase página 6).

Se trata de una pieza poética extraordinaria en la cual relata con significativa emotividad, la reflexión intima de su requerimiento en salud, su ansiedad previa a la intervención quirúrgica, el proceso anestésico, el despertar y los sueños íntimos provocados por el episodio crítico.

Primero, la confesión del dolor físico al colega poeta y amigo Dr. Washington Vargas, otro bardo sensible como él, además artista y cirujano plástico que mal le explica la técnica con dibujos de esquema imprecisos. Reflexiona, presume conflicto y riesgo, decide y selecciona el equipo responsable, se hospitaliza e inicia el proceso. En la vibración de la ansiedad preoperatorio, rescató a sus poetas allegados: Proust, Miguel Hernández, Federico García Lorca.

El recuerdo de ese episodio está vivo en mi memoria antigua. Mario ingresó al quirófano, observó las luces, las lámparas quirúrgicas; registró la anestesia inicial, la punción de la vena, la aguja sobre el dorso en la vecindad de la vértebra dorsal. Posteriormente meditó por escrito la confianza en el familiar y amigo que le administró el anestésico, llegando al umbral de sus vivencias, luego la quietud, la serenidad y la calma. Percibió aún la ausencia motriz y sensitiva de las extremidades inferiores y luego el sueño, la inconsciencia temporal gradual que no le permitió ningún movimiento. Quedó posible la recepción de sonidos, técnicas y gestos. La ansiedad concluyó entregándose a la Pachamama y escuchando una canción nativa.

En el poema que años después leo con detenimiento y en voz alta, cargado de emotividad, encuentro al paciente y poeta Mario Lara López quien describe los jalones del procedimiento operatorio, las manos presurosas del cirujano que trabaja en su cuerpo, su tierra labrantía; las manos prestas del ayudante, el arte quirúrgico armónico y perfecto trabajando sobre su cuerpo inanimado; él imagina, en la bruma de su percepción, costuras, reparación de tejidos hendidos, expresiones de los cirujanos. Luego despierta, oxigena sus pulmones, retoma la conciencia, recupera sensaciones y escucha nítidamente al cirujano que concluye cubriendo las heridas.

Finalmente, asume la reflexión profunda, la aproximación sensible en su interioridad afectiva. Invoca a los suyos, los seres de su intimidad supremos, su amado padre héroe en la guerra del Chaco e inmediatamente retorna a su padre literario y mentor ideológico, su tío escritor y poeta, rebelde y comunista, don Jesús Lara.

Cual resucitado, triunfador de la muerte transitoria, evoca sus páginas juveniles, el primer amor, el beso tierno, la otra de los ojos grandes, la otra, clavel en sus inviernos, Samaritana en trance de colmar al sediento de amor que en él existe.

Así concluye el episodio, desnuda sus telares para exponer su alma sensible, su delicada alma de poeta. Una página se cierra en sus vivencias. Recupera la conciencia, agradeciendo a la vida que le hará aún frutecer; a la tierra que lleva en las arterias, pletórica su entraña de aves, surcos, charangos y chilijchis.

Gastón Cornejo Bascopé. Médico y escritor cochabambino.

Fuente: LA PATRIA
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