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Sábado 15 de octubre de 2011

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Revista Tu Espacio

Insoslayablemente Femenino

15 oct 2011

Fuente: LA PATRIA

Por: Mónica Beatriz Gervasoni

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Este menjunje de palabras que viste y calza es para explicar que hay cosas que son de exclusivo, aunque, a veces no del todo excluyente, dominio femenino. Algunas se constituyen en karmas, otras son inherentes a la condición femenina, algunas nos causan hilaridad, otras provecho y otras un poco de risa. Según cómo y quién las mire. En alguna no me diga que a usted no le pasó porque me parece que no le voy a creer.

Que pase la o el qué sigue… La maldición de los Turnos.

Calendario bajo el brazo, la mujer sabe que al principio de mes tiene una misión inclaudicable: Sacar varios turnos al mes. Léase: ginecología, dentista, peluquería por citar algunos de los más espantosos. Eso sí, tenemos la venganza perfecta, cuando nos toca el del transitorio que, ¡hurra!, no hay que sacar con ninguna anticipación ni ninguna preparación previa, exceptuando tener siempre a mano, las espontáneas ganas de gozar, festejamos a lo loco/as.

Dudas existencialmente femeninas: depilación provisoria con… el elemento de tortura a elección: maquinita de afeitar –la de él, cuando estamos apuradas, a nosotras nos encanta aunque siembre más vello y él nos quiere matar, o alguna eléctrica y electrónica y a lo Cleopatra soñamos con depilarnos, las horas enteras, mientras dejamos volar nuestra imaginación que inexorablemente planea siempre en dirección a un él. Depilación caseramente cerosa y los ¡ays! con cada arranque del elemento cuando se seca sobre nuestra piel. Y toda la family detrás de la puerta del baño preguntándose si estamos vivas; hasta que se acostumbran al asunto y por más que profiramos agudos estentóreos ya ni se inmutan. Y si por las casualidades de la ley, cae una visita, lo ponen, automáticamente, en autos diciendo: pst, no hagas caso, es mamá depilándose a la cera. Con lo cual nuestra intimidad también se va, automáticamente, al diablo.

Las cremas anti age que nos dejan más ojerosas que de costumbre y las consiguientes exclamaciones frente al espejo: la perfumería me estafó, la propaganda dice anti arrugas y anti age y las arrugas proliferaron y parezco más vieja que antes de exonerar mis dinerillos….grrrrrrrrrrrrrrr

Estar con la visita de Andrés justo cuando empezamos las vacaciones o por fin hemos decidido ir a una pileta.

Estrenar todos los días ropa interior por si nos llama "él" y cuando renunciamos, resignadas, a que nunca más llamará, llama para que salgamos corriendo con lo que vestimos y calzamos porque al otro día, "él" se va de cacería con los indios zulúes o va a cenar con su mamá; y así, salimos disparadas con la ropa interior más deslucida por la costumbre, que tenemos.

Llamados amorosos de nuestras madres que no resisten nuestra emancipación de ellas, aunque hace rato seamos mayor de edad, que en el contestador pueden registrar: "claro, a vos no te importa si me muero"…como si uno fuera por la vida recolectando madres sustitutas…Y no contentas con eso, agregan: “Si no llamo yo, puedo morirme esperando un llamado tuyo”. Imposible explicarle a la máquina, al menos, porque con nuestras madres hace una eternidad que desistimos, que a la madre en cuestión no se la puede llamar en horas de la siesta, porque hace su break de tanta limpieza, y comida a papá y mandados, del almacén a la farmacia que la dejan extenuada. Que muy tarde de noche no. Que a media mañana tampoco, porque medita, entre cosas como matarnos y que parezca un accidente. O como aguantar el mismo esposo más de los cuarenta años que ya se aguantan mutuamente, sin morir ni matar en el intento. Imposible dejarle dicho en el contestador de ella, que si, previnimos que haga frío y a la criaturita que es su nieto la abrigamos como para el polo norte, que puede quedarse tranquila y otras minucias domésticas que involucra el bienestar de los pobres angelitos que dícense sus nietos pero que enloquecen a su hija, a la sazón la madre de sus adorados y víctimas de sus nietecitos.

Cómo decirle que todavía en terapia no pudimos superar su herencia de ser bipolares. De la angustia a la risa de la risa a la angustia.

Es inherentemente femenino, ser multifuncionalistas acérrimas. Mamá, esposas, compañeras, hijas, amigas, hermanas, sobrinas, tías y etc. Varias. Y sufrir y gozar las distintas polifonías de la maternidad, cada una a su estilo; propio y personalísimo, a gusto del consumidor: mamá gallina, mamá gansa, mamá liberal, conservadora, clásica, cibernética, anti cibernética, tortuga manuelita o la mujer biónica, pero mamá al fin.

Entre la tarea del hogar a una madre no se le debe olvidar, recordarle a los engendros que no es buen negocio salir un domingo hasta la madrugada que después los lunes nos cobran a todos por igual.

Frente al placard, de par en par abiertas sus puertas, no hay mujer que con los brazos en jarra, no diga: la pregunta de rigor y del millón: ¿qué me pongo?

La mujer tiene un problema que no tiene solución: que es la de los tacos, que las ampollas, que me aprieta, que me queda chico, que me queda grande, con lo cual siempre tiene un buen par de calzado que domar.

Además es insoslayablemente femenino, la alergia y la histeria, por las manchas y preferimos quedarnos sin prenda pero no con la mancha. Y esgrimimos un grito de guerra: la mancha que los parió.

Que a las apuradas de tanto bañar los ojos de crema de enjuague, cuando querríamos usar champú, hayamos aprendido de memoria y al tacto, cuál es el champú y cuál el acondicionador, tanto que ya lo adquirimos como efecto reflejo.

Pero a pesar de todo, insistimos y la pucha que nos gusta ser mujer.

Fuente: LA PATRIA
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