Una serie de hechos irregulares especialmente en la zona limítrofe entre Oruro y Potosí están alterando las buenas relaciones que deben primar entre los hermanos de una misma Nación, de un mismo territorio, apenas separado por líneas demarcatorias de un territorio que es parte de la propiedad conjunta de todos los bolivianos.
Ese problema de los límites, que se arrastra desde hace muchos años atrás, cobra inusitado movimiento de tiempo en tiempo, principalmente cuando llega el de la siembra y despierta la codicia de avanzar más en los terrenos vecinos. Los hechos demuestran que las incursiones de avasallamiento son generadas siempre por los hermanos campesinos del norte potosino que con diferentes argucias arremeten contra los agricultores orureños que sólo atinan a formular reclamos, pero sin recibir adecuada atención en defensa de sus tierras ocupadas.
Mucho tiempo se ha perdido desde épocas remotas tratando de encontrar pautas de solución al problema de los límites y después de haberse procesado y firmado más de medio centenar de acuerdos, de respeto territorial, otros de pacificación y hasta alguno en el que se consignan promesas de no agresión, resulta que todo lo acordado fue nada más que una estéril negociación que demandó muchos días de trabajo, para nada.
Mucha gente comprometida en las negociaciones por establecer los límites entre Oruro y Potosí, lamenta profundamente que los avances en esos trabajos sean alterados por las caprichosas actitudes de sólo reducidos grupos de campesinos avasalladores, tal parece azuzados por ciertas corrientes políticas que prometen el “saneamiento” de más tierras para los potosinos.
Por las instancias de diálogo han pasado prefectos, alcaldes, parlamentarios, dirigentes cívicos, organizaciones como el Instituto Geográfico Militar (IGM) y hasta Derechos Humanos, cuyos representantes estamparon sus firmas en muchos convenios pensando que sería el último en un problema que merece una nueva consideración, con los mismos actores, pero ésta vez con carácter decisorio, para restablecer la paz en la zona y en sí en los departamentos cuyas ciudades capitales están lejos de la zona limítrofe, pero igualmente no pueden dejar hacer ni dejar pasar hechos irregulares que alteran seriamente la convivencia pacífica entre hermanos de una sola nación.
Los últimos hechos denunciados por campesinos de las comunidades orureñas merecen una urgente atención por parte de las autoridades, no sólo de las gobernaciones sino del nivel superior del Gobierno, dadas las alarmantes condiciones de violencia en los trajines de avasallamiento de campesinos potosinos en las comunidades orureñas donde se perderían terrenos y cosechas que son parte de los bienes naturales de la zona orureña.
Hablando de límites, se han adoptado algunas determinaciones en defensa de la territorialidad orureña las mismas que son asumidas por las entidades orureñas a través de su Comité Cívico, dirigidas a defender hasta el último centímetro de la jurisdicción territorial que le pertenece a Oruro.
Se advierte que en Oruro “se ha llegado al límite de lo razonablemente prudente para tratar el delicado problema de los límites”, anticipando que la semana próxima podrán definirse estrategias en defensa de los derechos departamentales. Se espera que antes de las medidas de presión, se conozca una adecuada solución dispuesta desde el poder central de Gobierno que ponga límite a los abusos de algunos malos vecinos.
Fuente: LA PATRIA
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