La marcha por el Tipnis crece y se fortalece con la solidaridad de La Paz
14 oct 2011
Fuente: Yolosa, Los Yungas, 13, LA PATRIA
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La población de Yolosa, a 95 kilómetros de la Sede de Gobierno, se ha transformado en un campamento gigantesco donde al menos 1.000 marchistas indígenas que defienden el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (Tipnis) de la construcción de una carretera de más de 400 millones de dólares, a cargo de la transnacional brasileña OAS, descansan y recuperan energías para llegar a La Paz la próxima semana.
Por el camino de ingreso y los espacios verdes alrededor del pequeño pueblo con media docena de casas que sirven de pensiones para los viajeros, caminan afanados decenas de voluntarios, marchistas, dirigentes y periodistas que tratan de cumplir sus tareas a la brevedad.
Al mediodía, el sol cae como manto espeso de calor húmedo sobre las cabezas de todos quienes aparecieron involucrados en la “octava marcha por la Dignidad y el Territorio del Tipnis”.
En medio del ajetreo, una mujer de 1.50 metros de estatura, ojos negros y pequeños, sonrisa espontánea y rostro protegido por la sombra de una gorra de beisbol, carga con dificultad una mochila con jirones de tela que le llegan hasta las rodillas.
Con 33 años y dos hijos, “una mujercita de 13 y otro varoncito de 10”, Claudia Morano, indígena yuracaré que marcha desde hace más de 40 días, se muestra decidida a reclamarle al Gobierno del Presidente Evo Morales que respete sus derechos.
“Esta vez o nos escuchan o nos escuchan, ya no queremos que nos tomen el pelo, a ver si se animan a gasificarnos y maltratarnos de nuevo en La Paz”, aseguró.
PREPARATIVOS
Como Morano, centenares de habitantes de las naciones indígenas de tierras bajas, reconocidas en la nueva Constitución Política del Estado se preparan con ansias para emprender el ascenso a la cumbre y posteriormente ingresar a La Paz la próxima semana.
Juan Gómez, voluntario de la carrera de la Universidad Mayor de San Andrés de La Paz, permanece en el campamento desde hace tres semanas. “Al principio es difícil, te faltan las cosas que tienes en la ciudad, pero luego te acostumbras al estilo de vida de los marchistas y vives mejor, con lo suficiente y la ilusión de defender nuestros derechos”.
En el campamento se distinguen dos buses que fueron habilitados como consultorios ambulantes. Los marchistas reciben atención de los médicos y posteriormente retornan a sus grupos de caminata.
La marcha tiene una estructura organizativa envidiable. Se han establecido varios comités que se encargan del cuidado de los niños, la recepción de la ayuda humanitaria, la preparación de la comida en ollas comunes y el seguimiento a las noticias que surgen de La Paz.
Paulina Vidal, una señora de 56 años, prepara con sus manos como mazos las cebollas que darán sabor a una sopa para 100 comensales. “Nos hace falta todo, pero con lo que tenemos preparamos cada día comida para todos, algunos hacen secar la carne, otros traen arrocito y así de llena la olla”.
APRESTOS
Desde hace más de 50 días la marcha sufre la inclemencia del tiempo y las agresiones del Gobierno. Los dirigentes y parlamentarios indígenas caminan de prisa por el campamento y atienden a los periodistas que transmiten sus comunicados y respuestas a las decisiones del Gobierno que persiste en la insistencia de construir la carretera “sí o sí”, como dijera el Presidente Morales.
Pero Morano considera que “esta vez el Gobierno se ha equivocado”. “El Presidente Evo (Morales) ha creído que con las amenazas y agresiones nos iba a detener, ha sido peor, estamos más fuertes y estamos seguros que en La Paz, la gente nos va a apoyar mucho más”.
Fuente: Yolosa, Los Yungas, 13, LA PATRIA
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