La principal organización laboral del país, la Central Obrera Boliviana que reúne en su interior a una buena cantidad de organizaciones sindicales, ha efectuado una serie de pruebas para demostrar su capacidad de convocatoria social y en algunas circunstancias ha logrado paralizar el país enfrentando con huelgas y otras movilizaciones los modelos oficiales que no cumplieron el objetivo de satisfacer las demandas de los trabajadores.
En la actualidad hay un pliego petitorio con casi una decena de planteamientos, entre los principales, un justo incremento salarial para compensar el desfase de los precios de la canasta familiar que subieron y no bajaron y la remuneración mensual que se percibe sin un incremento que permita equilibrar el gasto en la principal obligación del trabajador, salvar la alimentación familiar.
Hay otra serie de aspectos que se incluyen en el pliego laboral pero en realidad el principal tiene que ver con una airada protesta al incumplimiento de los compromisos contraídos con los trabajadores para elevar unos puntos más el porcentaje de incremento salarial, aspecto que no se ha concretado, generando la última reacción de los trabajadores sindicalizados.
A propósito del tema, un análisis frío de la situación muestra que las medidas de la COB y su cumplimiento a nivel nacional, bajo responsabilidad de las centrales departamentales y regionales, por lo menos en las 48 horas que se programaron con la intención de paralizar el país no tuvieron los efectos deseados y la mayor parte de actividades se cumplieron casi normalmente.
Lo que resultó favorable a los propósitos del reclamo laboral, sin duda alguna fueron las marchas que se cumplieron en los diferentes distritos estremeciendo a la ciudadanía por la contundencia de la presencia laboral, pero además por la profusión en el uso de petardos y cachorros de dinamita que obligaron al cierre “temporal” de negocios e instituciones, mientras los manifestantes expresaban a voz en cuello sus protestas contra el sistema gubernamental.
Seguramente en la COB están realizando la evaluación del último movimiento sindical, admitiendo que si bien lograron éxito en las marchas fracasaron rotundamente en el paro de actividades que se limitó a una huelga de tan sólo algunos afiliados al organismo laboral que por los cambios que ahora se producen en el nuevo esquema social del país, tiene variantes muy significativas con el crecimiento de un sector laboral “de cuenta propia” que no tiene sindicalización, que vive al día y no puede parar su trabajo, por tanto no se suma a las medidas de los organismos laborales. Lo mismo sucede con el transporte que mientras no interrumpan su circulación – por las malas – sigue prestando servicios. La otra parte considerada como del gremialismo, que también trabaja al día, es susceptible de admitir convenios coyunturales cuando tiene margen para lograr ventajas, por tanto su apoyo a las medidas “cobistas” es de dudosa efectividad.
Bajo esas condiciones especiales que se presentan en el movimiento laboral del país, la situación de los trabajadores en general sufre aún el impacto de un desequilibrio económico con salarios bajos, empleo reducido y un alto costo de la canasta familiar, esa es la brecha causante directa de la protesta ciudadana, expresada de maneras diferentes, pero igualmente contundentes, aunque sus efectos sean políticamente minimizados.
El Gobierno tiene la obligación de eliminar esa diferencia económica que de ampliarse puede motivar mayores reacciones populares.
Fuente: LA PATRIA
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