Domingo 09 de octubre de 2011
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Editorial y opiniones
La pubertad y la práctica de la voluntad
09 oct 2011
Por: Jaime Adán Marka Chambi
No todos los educadores coinciden en que la principal misión de la educación es desarrollar en el sujeto la capacidad de gobernarse por sí mismo. Sin embargo, se trata de una verdad meridiana.
Si bien es cierto que la primera lección de la vida es la obediencia, ésta no tiene sino la función de permitir que la formación de la voluntad transite sobre un carril asegurado.
No es una tarea sencilla la de guiar el desarrollo de una “voluntad” para que llegue a ser firme y equilibrada, pues la actitud de un excesivo rigor es tan contraproducente como la de una total laxitud. Mientras que la primera constituye un error terrible ya que quebranta la “voluntad” no se edifica por falta de andamiaje. Tratar de revertir durante la pubertad esta actitud de laxitud y de indolencia consecuente, es una preocupación que sobreviene demasiado tarde. Para entonces el pasaje de la permisividad al rigor sorprende al púber, situación que de ordinario es generadora de rebeldía.
Solamente la paternidad conscientemente asumida puede conseguir el equilibrio. Tal equilibrio se da, por ejemplo en el caso de la madre que motiva a su pequeño de tan solo dos años a ayudarla en los quehaceres simples: a estirar las sábanas, a llevar al canasto la ropa sucia para lavar, a pasar un paño por los muebles, a acercar la pala de la basura en el momento de barrer el piso, a colocar los cubiertos sobre la mesa a la hora de comer.