Jueves 06 de octubre de 2011
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La lluvia ácida tiene la apariencia de una lluvia normal, pero sus efectos contaminantes son peligrosos, pues su origen está en la humedad del aire combinada con el óxido de nitrógeno y el dióxido de azufre emitidos por fábricas, centrales eléctricas y vehículos que queman carbón o productos derivados del petróleo, como la gasolina y el diesel.
Al precipitarse a la tierra éste fenómeno deriva en daños a la ecología, afectando cultivos, jardines, fauna, reservorios de agua, además de corroer materiales de las construcciones, como es el caso de los techos de calamina.
Los polvos concentrados en la atmósfera a partir de las emanaciones de gases tóxicos generados por la industria al margen de provocar suciedad, son agentes que contienen sustancias que afectan el medio ambiente o la composición de otros elementos, como el caso del ácido sulfúrico que contiene la lluvia ácida que puede convertir al mármol en yeso.
La lluvia ácida no mata directamente a plantas y árboles, sino que actúa a través de ciertos mecanismos que los debilitan, haciéndolos más vulnerables a la acción del viento, el frío, la sequía, las enfermedades y los parásitos, afectando directamente a las hojas de los vegetales, despojándolas de su cubierta cerosa y provocando pequeñas lesiones que alteran la acción fotosintética. Con ello, las plantas pierden hojas y así, la posibilidad de alimentarse adecuadamente.
Fuente: LA PATRIA