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Domingo 02 de octubre de 2011

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Cultural El Duende

Bohemia Sucrense

02 oct 2011

Fuente: LA PATRIA

El académico de la lengua, Luis Ríos Quiroga, trata temas romántico-regionales del clavel, el pasado heroico de Chuquisaca y las pasiones que motivaron la creación poético musical de la ínclita ciudad de los cuatro nombres

Quinta de 9 partes

Ortíz Sanz, en cambio, con la belleza, armonía y elegancia del ambiente sucrense que transmite al lenguaje oficial y nativo, canta a la ciudad amada:

Ujta willasq’ayki

Te diré una cosa

Hace mucho ¡Increíblemente hermosa!

en los faldíos verdes del país del alba

junto con los recentales baladores

tú pastoreabas celajes de oro.

Unay ¡Mama iñiy sijlla!

suthiay llajta kh’omer khataspi

wakhaj chitaswan tanta

kori antawarás michij kanki.

Pobre, sin medios para alcanzarte,

arrojando mi corazón loco

en las aguas del río del olvido

y solitario como la compasión, me fui.

Uska, mama imayná taripasuspa,

kh’onkh mayu yukuspi

waq’a sonkh’oy ch’ultispa

sapa, khuyay jina, ripurkh’ani.

¡En vano! Mi corazón loco

insistiendo en venir conmigo,

ardió en la hoguera del recuerdo

hasta hacerse ceniza.

Y se hundió en las arenas movedizas de la vida

hasta la región de las raíces.

¡Khasipaj! Waq’a sonkh’oy

ñokallawanpuni jamuspa,

yupaj jatun ninaspi

ushph’ascama laurarka,

kausay kuyuj th’iuspi

sapha’iscama chinkarkh’a.

Ahora regresando desde ese tiempo lejano

en el mes que amarillea los árboles,

te encuentro en el mismo sitio,

en el faldío que une los cerros

¡Increíblemente hermosa!

hilando la lana de las nubes

en la rueca de tus grandes ojos.

Kunan, unay pachamanta kutimuspa

sach’as khellunchay killapi,

chayllapitaj tinkuyki

orkh’os tantay khatapi

¡Mana iñiy sijlla!

ph’uyus millma kh’uyuspa

jatun ñawisniyki ph’uscapi.

¡Ven, alegrémonos

amada de mi juventud!

¡Te diré una cosa!

Mi corazón loco no ha muerto

cada año sangra en la flor de los ceibos

cada día arde con llamaradas en los celajes

cada noche canta en las aguas del río.

¡Jamuy, cusina

waynakh’ajniy munskh’a!

¡Ujta willaskh’ayki

Waq’a sonkh’oy ma wañunchu

sapa wata kuñuri th’ikaspi sirkan

sapa púnchay antawaraspi lauran

sapa tuta mayu yakuspi takin

¿Ves? Aun yéndome estoy contigo.

Estoy contigo para siempre

Ciudad Blanca.

Rikunki? Ripuspapis kh’anwan kani.

Wiñaypaj kh’anwan kani

Yuraj Llafta

El boletín de La Peña alcanzó sesenta números mimeografiados, desempeñando la secretaría de turno o sea, la dirección del boletín, entre otros, los siguientes socios: Fernando Ortíz Sanz, Gunnar Mendoza Loza. Gustavo Medeiros, Roberto Doria Medina. Alfonso Medeiros, Rafael García Rosquellas, Julio Ameller Ramallo, Hernando Achá Siles, Manuel Giménez Carrazana, Alberto Martínez, Guido Villa Gómez, Ernesto Reyes Elías.

El boletín recoge los comentarios, puntos de vista, noticias de la cultura y la obra escrita de los socios preferentemente. Así los comentarios al poemario Prólogo al Adiós de Fernando Ortíz Sanz, La Traición del Inconsciente de Enrique Vargas Sivila y las Parábolas de Alberto Echazú:

La parábola de la esperanza

Apenas apuntó el alba, el zagal se echó el morral a la espalda y anunció que se marchaba por el mundo en busca de la esperanza.

Viósele en el mar bogando siempre alegre y anhelante. En los bosques del norte donde se dan las orquídeas y en la desolación helada de las tundras.

Anduvo en el desierto entre beduinos de caras sospechosas y reposó, más de una vez, en el palacio de una “musmé” de ojos de almendra.

Aprendió todas las danzas de todos los pueblos y el arte de amar, en todos los idiomas.

Remontó las cumbres donde sólo se recrea el viento y estuvo a punto de morir abrasado, junto a las ruinas de Persépolis.

Vio a los hombres matándose en luchas insensatas.

Vio a la naturaleza desbordándose en el terremoto de Grecia y en el mar de Holanda.

Vio al hombre de la India y la peste blanca entre los negros del Harlem.

Vio el incendio de Hiroshima.

Vio también cosas hermosas... (los hombres de estos tiempos hemos olvidado las palabras que sirven para describirlas).

Nadie recuerda el tiempo que el zagal anduvo tras la esperanza.

Una tarde, a la hora en que el sol se pone, se lo halló al borde de un acantilado en un mar desconocido. Al parecer se disponía a echarse en él. Lloraba en silencio desconsoladamente.

Al preguntársele la causa de su aflicción, respondió:

HE DADO ALCANCE A LA ESPERANZA

EL INGENIO DEL POETA NICOLÁS ORTIZ PACHECO

Indudablemente tuvo su cantera en la bohemia sucrense de la cual fue su principal personaje. Allí Ortíz Pacheco prodigaba sus anécdotas, y allí cultivó la piedad y la ironía, con pulcritud y recato, como señala Gregorio Reynolds. Esa bohemia lo reconcilió con el poeta Enrique Reyes Barrón después que sostuvieron una larga polémica acerca de la cojera de un verso en que ambos demostraron excelente cultura literaria. Un soneto titulado A la Borrachera reconcilió a los poetas, y éste fue escrito alternativamente en sus versos por turnos de cinco minutos. El escenario fue el local del Sr. Mela en la plaza “25 de Mayo” donde servían té con té. Ortíz Pacheco comienza escribiendo los dos primeros versos: Borrachera, eres dulce, loca eres, / te amamantas con perverso vino.

El segundo verso no agradó a Reyes Barrón, porque –dice–, el vino puede ser dulce o amargo pero no siempre perverso. Reyes Barrón sustituyó entonces aquel verso por el siguiente: Y naces al calor de cualquier vino.

De esta suerte el soneto A la Borrachera fue distribuido de la siguiente manera: Primer cuarteto, los dos primeros versos, Enrique Reyes Barrón; los dos últimos, Ortíz Pacheco. Segundo cuarteto, dos primeros versos, Reyes Barrón; los dos últimos, Ortíz Pacheco. Primer terceto, Reyes Barrón. Segundo terceto, Nicolás Ortíz Pacheco. El soneto dice:

Borrachera

Borrachera, eres dulce, loca eres:

y naces al calor de cualquier vino,

todo junto a tu ser es torbellino

y como ansiosa vives, pronto mueres.

Borrachera, mujer, entre mujeres,

con algo de diabólico y divino,

envenenas con vino mi camino

y me haces padecer en mis placeres

Hoy día me acaricias y me besas

y me ofreces también el paraíso

parecen realidades tus promesas.

De pronto todo es vago, impreciso,

poeta tambaleas y tropiezas

todo tu hermoso sueño se deshizo.

Esa piedad y esa ironía a que hacíamos referencia, podemos apreciar en el bailecito Si nace un dolor escrito por Ortíz Pacheco, con pulcritud y recato:

Si nace un dolor

Si nace un dolor,

en cuna de amor,

se remedia con olvido,

o con otro amor.

Pero a veces el olvido

no quiere llegar

y el amor nuevo es esquivo,

y se hace esperar.

El amor de la elegancia, otra característica del sucrense, está presente en la obra poética de Ortíz Pacheco, con un signo de aristocracia y refinamiento en versos que expresan ingenio y agudeza que también fueron características de su vida para salir airoso de trances difíciles especialmente: En una noche bohemia estuvieron presentes Alberto Martínez (actor teatral); Enrique Vargas Sivila (crítico literario); Alberto Echazú (autor de parábolas); Napoleón Arnaú (médico) y ya q’aspeados, seguramente, Dogo Urriolagoitia y Nicolás Ortíz Pacheco, porque la noche culminó con un desafío a duelo entre las dos personas. Se concertó el duelo a pistola y debía proporcionar el propio Ortíz, para el cual motivo fueron hasta la casa de Ortíz Pacheco en la plazuela de la iglesia “La Merced”. Allí Ortíz vio la luz de su dormitorio que estaba encendida (sería las cuatro de la madrugada), recordó que su mujer estaba en meses mayores y poniendo su “tongo” en la balaustrada de la plazuela se entregó al Dogo Urriolagoitia diciéndole: “Mi mujer está dando a luz. Pégueme de una vez”, con lo que en palabras, terminó el lance de honor como fruto del ingenio.

Las anécdotas de Ortíz Pacheco menudean de boca en boca.

Carlos Castañón Barrientos, publicó parte de las anécdotas de este poeta.

Continuará

Fuente: LA PATRIA
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