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Domingo 02 de octubre de 2011

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Cultural El Duende

Desde mi rincón:

Tadeo Haenke, 250 años

02 oct 2011

TAMBOR VARGAS

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Tadeo Haenke nació en Kreibitz, ciudad de Boehmia Septentrional: según unas fuentes, el 5 y, según otras, el 6 de diciembre de 1761. Por tanto, este año se van a cumplir los 250 años de aquella fecha. Con estas líneas me propongo recordarlo con anticipación.

A pesar de la profunda ruptura que supuso para Kreibitz la expulsión de casi la totalidad de su población de lengua y cultura alemana, con el tiempo los checos que la repoblaron han acabado reconociendo el pasado germánico de la ciudad. Y con la ciudad, también a sus hijos preclaros. Entre ellos, nuestro Tadeo Haenke. Así puede entenderse que en Kreibitz (ahora conocida como Chřibská) se esté recordando este 250 aniversario del nacimiento de Tadaeo Haenke con varios actos culturales (además del permanente funcionamiento del Museo Tadaeo Haenke, instalado en la casa natal del sabio).

Haenke trabajó en Charcas más de quince años; y aquí murió en 1816, cuando la atención de la gente estaba centrada en la guerra de la independencia. Más en concreto, Cochabamba fue el epicentro de su actividad científica y desarrollista, bajo el amparo del Gobernador-Intendente Francisco de Viedma, quien supo apreciar los conocimientos del ‘sabio Haenke’, aprovechándolos para su política de progreso regional.

No quisiera entrar aquí a repetir por enésima vez estos méritos de Haenke ni la serie de sus principales escritos conocidos; a quien no conozca esta simpática figura colonial, le recomiendo leer la novela histórica que le dedicó Heinz Markstein, Tadeo Haenke. El conquistador naturalista (Cochabamba, 1994).

Quisiera, más bien, atraer la atención sobre la verdadera tragedia que sigue afligiendo a Haenke. En pocas palabras, ésta consiste en que hasta hoy sigue inédita la mayor y principal parte de su obra científica. Ésta consiste en sus diarios de viaje por los Andes y llanos orientales de Charcas (desde Mojos hasta Chiquitos y el Chaco). Como efecto de los difíciles tiempos que le tocaron vivir, nunca los pudo publicar y tampoco pudo elaborar tratados de geografía, botánica y zoología basados en la información que contienen aquellos diarios. Su prematura muerte, a los 56 años, también contribuyó a impedir que pudiera darnos los verdaderos frutos maduros de su vasto conocimiento. Por tanto, de estas premisas se puede concluir que sólo llegaremos a conocer al verdadero Haenke cuando estén publicados sus diarios de trabajo de campo.

Ahora bien, se trata de una empresa exigente y ambiciosa, tanto desde el punto de vista científico como editorial. Desde el punto de vista científico, porque exige la conformación de un equipo internacional e interdisciplinar que emprenda la edición: por lo menos bolivianos, peruanos, españoles, checos, austriacos y alemanes deberían tener alguna participación en la empresa. Mientras se avanza en la transcripción, anotación, comentario y evaluación de los diarios, habrá que ir definiendo la fórmula editorial, que también exige algunas decisiones fundamentales (¿hay que editar la transcripción multilingüe del original?; ¿debe acompañarse de una traducción? en caso afirmativo, ¿en qué lengua?, etc.); por otro lado, el concepto editorial mismo deberá acabar teniendo también algún grado de internacionalidad. A menos que se quiera chocar con fundados rechazos por falta de garantías científicas o por suspicacias ‘nacionales’.

Pero la prosaica realidad es que cualquier edición debe partir de la transcripción de los textos; y este primer paso presenta sus propias dificultades, que hasta ahora nadie ha podido superar (aunque no sean propiamente insuperables). Resulta que el bueno de Tadeo Haenke redactaba sus observaciones diarísticas en una combinación muy personal de alemán, latín, francés, italiano y español; además, en una letra bastante endiablada, pero que un buen paleógrafo alemán ha de poder descifrar… ¡siempre que conozca algo de las otras lenguas utilizadas y el contexto geográfico a que se refiere!

Naturalmente, de aquí a diciembre no va ni siquiera a organizarse una empresa de esas dimensiones y complejidades; pero no pienso que tenga nada de impertinente aprovechar la fecha que se acerca para estudiar la fórmula que permita dar los pasos iniciales hacia algo que, pronto o tarde, deberá hacerse si es que queremos conocer el verdadero Haenke.

Si las ‘fechas’ y las conmemoraciones no han de servir para lo realmente importante y pendiente, ¿de qué sirven? Naturalmente, yo pienso en una celebración ‘laboriosa’; es decir, para los que están dispuestos a trabajar; no para los que sólo piensan en discursos reiterativos, sobre lo archisabido, siempre más de lo mismo. Pensemos más bien en lo que queda por hacer; y que de todas formas debe hacerse.

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