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Warning: session_start(): Cannot start session when headers already sent in /home/lapatri2/public_html/impresa/index.php on line 8 Dos escobitas nuevas - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
Mi vida en la clandestinidad a la que fui obligado por temor a una represión policial de la cual ninguna autoridad se habría responsabilizado concluyó con la designación de un nuevo Ministro de Gobierno, señor Wilfredo Chávez. Así fui informado por mi protectora quien me dio refugio nocturno en cada una de sus casas que posee en La Paz, Cochabamba y El alto.
Desconfiando de nueva autoridad, pregunté a mi comadre cochabambina si conocía al nuevo ministro de Gobierno, respondiéndome que no lo conocía personalmente pro confiaba en él porque suponía que éste tendría que ser menos violento que el anterior y ejercer su mandato con mejores características.
Como yo seguía dudando, Macacha me dijo con su clara inteligencia vivificada por la chicha punateña: “Todos los nuevo Ministros tratan de hacerlo bien, como si fueran escobitas nuevas…”
Llevada por su buena voluntad, me preguntó si yo estaba dispuesto a ir con ella a cumplimentar al poderoso funcionario y obsequiarle con una escobita nueva de Alasitas, a lo que me negué rotundamente diciendo a mi comadre que dicha visita me parecía peligrosa porque el Ministro podría recibir mi escobita y quedarse con mi chola, perdón, con mi comadre, como sucedió alguna vez hace varias décadas.
La cochabambina, que sabe mucho, no insistió y más bien me explicó con “chuhuis” que mucha gente piensa que para ser un buen Ministro de Gobierno hay que ser un funcionario duro y sin sentimientos destinado a cuidar la estabilidad del Gobierno, cueste lo que cueste.
“¿Acaso no fue así y deberá seguir siendo…?”, me atreví a preguntarle a mi pariente espiritual, respondiendo la inteligente cochala: “No compadrituy, el ministro de gobierno debe ser un hombre inteligente que maneje sutilmente la política interna del país e instruya a sus colegas de gabinete que ajusten sus actos y sus conductas a crear un ambiente de paz en el país para que el Presidente del Estado gobierne sabia y magnánimamente”.
Las palabras de Macacha me dejaron boquiabierto, y cuando pude cerrarla tuve que abrirla otra vez para preguntarle dónde había bebido esa sabiduría política que hoy la llevaba a esbozar lo que debería ser un buen Ministro de Gobierno, respondiendo mi comadre con la sencillez que la caracteriza: “Sólo he bebido chicha de Punata y Quillacollo y uno que otro libro delo Veinte Mil que leyó el Vicepresidente García Linera y los olvidó casi todos menos una edición de bolsillo del Capital de Marx con figuritas y a Maquiavelo.
Al concluir la lección de Macacha, salí de la clandestinidad y le prometí llevarla esta noche al “Malena” donde nos encontraremos con los yatiris que ya volvieron del Beni luego de haber cumplido una gran actuación embrujando a unos policías que fueron a mantener la paz y se transformaron en violentos represores.
PAULOVICH
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