John Hepworth, Primado de la “Traditional Anglican Communion” (TAC), constituida por unos 400.000 fieles que está liderizando en Australia, el regreso de ese sector del anglicanismo a la Iglesia Católica, recientemente ha hecho público un hecho sobrecogedor: Hepworth, siendo católico ingresó al Seminario, donde “durante 12 años fue víctima de abusos sexuales sistemáticos por dos sacerdotes y un compañero seminarista”. “El abuso, el trauma y el chantaje comenzaron apenas un mes después de que él ingresara al Seminario. Otros estudiantes, y más tarde un miembro superior del personal, lo amenazaron con la expulsión si él hablaba”.
En 1968 fue ordenado presbítero católico, cuatro años después “escapó” al Reino Unido, renunciando al ejercicio sacerdotal. "Huí de miedo, pero yo nunca quise irme". Divorciado y vuelto a casar, en 1976 se unió a la Iglesia Anglicana de Australia en la que fue elegido obispo auxiliar, y desde 1992 primado de la TAC.
“En una extraordinaria actitud de perdón y expiación, su principal preocupación -como escribió al arzobispo Wilson en noviembre de 2008- es que su relación con la Iglesia Católica sea sanada antes de su muerte”. "Yo no busco venganza", afirma. Se había sentido "profundamente engañado de ejercer una vida sacerdotal por medio de subterfugios, fuera de la comunión con la Iglesia Católica".
El abuso –verbal, físico, sexual, emocional, mental o financiero- ocurre en casi todo tipo de relación. Le ocurre a personas de cualquier raza, edad o posición económica. Las víctimas de la violencia, se sienten aisladas y solas, sin ayuda, incapaces de lograr un cambio ni de tener esperanzas. En los últimos años, se ha comenzado a tener más conciencia respecto del abuso y la violencia sexual, una realidad de larga data.
Los Obispos de Estados Unidos afirman: “La violencia en cualquier forma –física, sexual, psicológica o verbal- es un pecado. Y muchas veces hasta es un crimen”. Sí, un crimen abominable. Las personas abusadas viven a lo largo de su vida con el fantasma de la “culpa”, y les “es casi imposible deshacerse de los recuerdos y el daño”.
Todo abuso es una violación al derecho fundamental de integridad de una persona por cualquier otra persona o personas. El abuso puede consistir en un solo acto o actos repetidos. El abuso infantil generalmente se clasifica en cuatro grandes grupos: Negligencia, abuso emocional, abuso físico y abuso sexual. Un niño o niña puede ser objeto de más de un tipo de abuso durante su infancia.
La negligencia puede ser definida en términos de omisión, cuando el niño sufre daño significativo o deterioro en su desarrollo con la privación de alimentos, ropa, calor, higiene, estímulo intelectual, supervisión y seguridad, el afecto de los adultos o la atención médica. Es consecuentemente, la persistente incapacidad de satisfacer las necesidades físicas, emocionales y/o psicológicas de un niño que probablemente resulten en un daño significativo.
Es abuso físico, el uso excesivo de la fuerza, incluye sacudones, golpes, bofetadas, mala administración de la medicación.
El abuso emocional se da cuando las necesidades del niño de recibir afecto, aprobación, la coherencia y la seguridad no se cumplen, y en que el niño es sometido a abuso físico, o sexual, o es acosado.
El abuso sexual ocurre cuando un niño es utilizado por otra persona para su gratificación o excitación sexual o, para la de otros. “El abuso sexual y físico de niños y jóvenes es una plaga global; ¡se manifiesta desde las caricias por parte de los profesores hasta en violaciones por los tíos!” (George Weigel, First Things Magazine, 29 de marzo 2010).
La herida del abuso puede ser tan extrema –y criminal- como la agresión física, el homicidio, la violación, el robo o manejar un vehículo en estado de ebriedad. Pero puede ser también algo tan común como el egoísmo o el chisme.
Generalmente las personas maltratadas, viven en soledad y angustia las situaciones abusivas de que han sido o son objeto, con demasiado temor y vergüenza, porque ha sido dañada su autoestima.
Varias Conferencias Episcopales, congregaciones y asociaciones eclesiales están implementando estatutos para la protección de niños y jóvenes. La Asociación de Pioneros de Abstinencia Total, es la única organización católica seglar, que ha adherido plena y prontamente a la “tolerancia cero” exigida por el beato Juan Pablo Magno y el Papa Benedicto XVI para abusos de menores, no sólo en su país de origen, sino a nivel internacional, desarrollando una “Política de protección a los niños”, a la luz de la doctrina de la Iglesia y la legislación civil, a fin de asumir las medidas necesarias para asegurar que nuestros miembros niños y jóvenes serán cuidados y protegidos de cualesquier abuso, manteniendo códigos de conducta y marcando directrices claras que establecen lo que es, y lo que no es un comportamiento aceptable, como parte esencial de la seguridad de los miembros menores de edad, garantizando a nuestra membresía infantil y juvenil que ellos aprenderán, se recrearán y orarán en un ambiente seguro.
El abuso sexual es un pecado que clama al Cielo. Juan Pablo Magno dijo que el abuso sexual "desde todos los puntos de vista es inmoral y, con razón, la sociedad lo considera un crimen; es también un pecado horrible a los ojos de Dios".
La tendencia actual en muchos países del mundo, de implementar leyes bajo el rótulo de “Salud sexual y reproductiva”, debe ser leída, sin lugar a dudas, como la protección, entre otras cosas de la pederastia. Por eso mismo, hablar contra el abuso de cualquier tipo, incluye denunciarlo y apoyar las legislaciones respectivas que castiguen todo abuso de poder.
(*) Director Nacional Pioneros de Abstinencia Total
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