Cuando, desgraciadamente, nos estamos acostumbrando a ver a los políticos renegar o ignorar el origen cristiano de sus naciones… aún resuenan las palabras fuertes de Juan Pablo II. “Europa, sé tu misma, no olvides tus raíces cristianas”… Cuando en Europa se abría un debate tenso por la redacción de un Tratado en que se estableció una Constitución para nuestro viejo Continente, donde se soslayaron cuestiones económicas y políticas importantes por la particular obsesión de Giscard d’Estaing, con tal de no mencionar a Dios o las raíces cristianas de Europa.
Pero como Dios “se empeña” en hacerse presente en medio de tanta corrupción e inmundicia, en el centro de esta Europa surge un “sobresalto”. En la Hungría de Esteban I, la Constitución en su Carta Magna, el 18 de abril, cuando ocupaba la Presidencia semestral rotativa, con apoyo del Parlamento y de manera abrumadora, los húngaros estrenarán esta Constitución en 2012. Bien podría abrir los ojos a esta Europa escéptica en la que la moralidad ha sido sustituida por lo políticamente correcto y su relativismo.
Claro, muchos la tacharán de ultraconservadora, pero no es mala cosa tomar partido por Cristo frente a la “progresía” que todo lo sabe y todo lo puede y no le satisface, la Carta Magna que regirá este país de mayoría cristiana, si bien se excluyeron socialistas y ecologistas, húngaros también. Gracias, Hungría por tender valientemente un puente entre el Este y el Oeste de esta Europa descreída.
El proceder magiar molesta, como molesta Dios. Molesta a la cultura de muerte y cuando alguien se atreve,- como me apena escribir “se atreve”, a defender las raíces cristianas del Viejo Continente, la defensa de la vida y del matrimonio entre hombre y mujer. Defiende el papel del cristianismo en su Historia milenaria. El pueblo húngaro se enorgullece de que su primer rey cristiano, Esteban I fue coronado por el Papa.
Si en épocas pasadas fue barrera para el, poder Otomano, quiera Dios que ahora lo sea para el relativismo que ha pasado por encima de los valores morales, que ha llevado a Europa al desquiciamiento, y talvez a la crisis económica, que es crisis de moral, que ha hecho a este Continente perder la memoria de lo que fue y es el temor de a donde llegará.
Claro, se molestan los países del entorno, creo que en su interior avergonzados. Como dice Elisabeth Monfort. “La referencia a las raíces cristianas no es una cuestión de opinión, sino una verdad histórica.
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