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Domingo 18 de septiembre de 2011

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Cultural El Duende

Bohemia Sucrense

18 sep 2011

Fuente: LA PATRIA

El académico de la lengua, Luis Ríos Quiroga, trata temas romántico-regionales del clavel, el pasado heroico de Chuquisaca y las pasiones que motivaron la creación poético musical de la ínclita ciudad de los cuatro nombres

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Cuarta de 9 partes

En una especie de acta de fundación de la Peña, la nota editorial de nueve puntos, del boletín número 1, dirigido por Fernando Ortiz Sanz, secretario de turno, dice:

Nota editorial

En grupo de amigos (escritores, artistas y gente inclinada al arte y a las letras) hemos resuelto fundar la PEÑA DE SUCRE. Peña –dice el Diccionario de la Real Academia Española–, corro o grupo de amigos o camaradas: he ahí todo.

Nos reunimos, al efecto, en casa del que suscribe, la noche del 5 de septiembre de 1953, Gunnar Mendoza, Gustavo Medeiros, Julio Ameller, Fernando Ortiz S., Enrique Vargas S. Guido Villa-Gómez, Hernando Achá S., Alberto Martínez y Roberto Doria Medina. Y –sin más– fundamos la Peña.

Conversando, estuvimos de acuerdo en lo siguiente: (1) No pretendemos crear una institución más, sino un sentimiento; en otras palabras, no queremos sumar una nueva obligación a las que ya tenemos, sino, por el contrario, descansar de nuestros quehaceres (entre amigos, con humo, anécdotas y vino). (2) No pretendemos crear nada o servir a nadie: ni siquiera a la Cultura. Habiendo llegado a una cierta madurez, que nos permite comprender que el mundo es difícil y el plazo de la vida humana sumamente breve, hemos resuelto –generalmente– darle al Universo, permiso para seguir siendo como es y como siempre ha sido: o sea, una olla de grillos. (3) Si del egoísta placer que será para nosotros la vida de la Peña, surgen iniciativas o hechos culturales que constituyan servicios para la colectividad o para el arte, dichos servicios no serán deliberados sino accidentales. Pero, como tampoco pretendemos cobrarlos en gloria ni en dinero, he aquí que nadie podrá exigir más de lo que buenamente demos. (4) Serán miembros de la Peña todos los que se acerquen a nosotros con amistad y despreocupación, y dejarán de serlo todos los que se alejen con iguales sentimientos. (5) De religión y política no se puede tratar, salvo que a alguno se le antoje hacerlo. (6) Entre existir cejijuntos o vivir con alegría, nos parece que no hay duda: en el fondo, Omar Kayyham se ha divertido más que Schopenhauer. Y ambos han muerto. (7) Para satisfacer la pasión de bibliógrafos y bibliófilos que a muchos de nosotros domina, hemos resuelto crear en Sucre, al paso de los años, una industria editorial: económicamente sólida y muy cuidada en el orden intelectual. (8) Queremos, además, para dar gusto a nuestra curiosidad de las cosas humanas y del arte, hacer un “Índice Cultural Boliviano”, con detallado registro biográfico de todos nuestros artistas y escritores, y correspondiente glosa de su obra. (9) Queremos, en fin, leer prosas y versos, fumar, escuchar música, y procurar hacer para nuestras almas (Dios nos perdone) un pequeño Reino en este mundo, atenidos al versículo 13, capítulo 27, de los Salmos: “Hubiera yo desmayado si no creyese que tengo que ver la bondad de Dios en la tierra de los vivientes…

Respecto de los poetas de la Peña, el socio que en el boletín suscribe con las iniciales G.M.L., escribe que cierta vez dijo a Guido Villa-Gómez: En ti el pedagogo ha ahogado al poeta; y otro replicó: No hay tal. Guido es poeta por vocación y pedagogo por pasión; ni ésta ni aquélla pueden morir. En todo caso, más que Fernando Ortiz Sanz y Julio Ameller Ramallo, es un poeta inédito. Helo aquí, ahora, señor de su auténtico yo creador, alquitarado en esos valores –religiosidad y humanismo– que esencialmente integran también su personalidad total.

Efigie es para el caso, una composición-clave. Entre el lirismo esencial de Ortiz Sanz, el subjetivismo erótico de Ameller Ramallo y el objetivismo generoso de Euros Anti. Guido Villa-Gómez eleva un sentido formal y conceptual de –no hay otra palabra– misticismo. Entendámonos: misticismo como ansiedad por una absoluta vida en la muerte para el ser humano; destino imposible como no sea en el plano supremo de la religiosidad.

Efigie

Tu vida era la cruz.

Para esa cruz la muerte fue tallando,

en tu rendido cuerpo, un Nazareno

de marfil y de lágrimas.

Estás desnudo y limpio, como el ángel.

Estás en sombra y sueno, iluminado

por el final relámpago

de la vida en la muerte.

En la antigua materia de tu carne,

se esboza, tras el tuyo, un rostro nuevo.

Y una gracia de adentro, una secreta

belleza –no asomada a tu semblante

huraño de vigilia– transfigura,

de pronto, tus despojos…

Pareces, más que muerto, renacido

sobre la exacta cuna de la muerte.

No eres hombre acabado,

sino cirio reciente.

¡cirio encendido al pie

de la cruz de tu vida!

Rafael García Rosquellas, Euros Anti, fue escritor que exaltó cuadros costumbristas de Sucre, como el poema titulado Desayuno que se ocupa de la Empanada, pastel popular hecho con el ingrediente del pregón satírico evocador de Sucre de otros tiempos. Así el destino al cumplido funcionario municipal conocido con el apodo de Wallpa pecho, porque tenía el pecho abultado y quien reñía con ajos y pimientas a las gentes que no aseaban las pertenencias de sus casas. Las vendedoras de las empanadas de pollo, tenían el pregón siguiente: Empanada de pollo ¡q’oñisitu!…Pili kunkasniiiiyuj… Gallo piernasniiiiyuy… Wallpapechos niiiiyuj…

He aquí la empanada de caldo de García Rosquellas:

Desayuno

¡¡Empanada, maravilla, q’oñisitu!!...

La amancaya de Campero, la pollera

verde, azul o roja o lila

de derecha a izquierda cruza

con malignas cruces múltiples

el camino de la imilla

¡¡Empanada

maravilla

q’oñisitu!!

Sobre un hombro la bandeja

de madera,

y la manta

desflecada

las dos trenzas

de azabache

y el convite y la pollera y la bandeja

dan calor

y dan color

al dibujo desabrido de la calle

¡hay que ver!

y hay que escuchar

al conjuro de su canto

–¡¡Empanada maravilla q’oñisitu!!

cuando pasa la bandeja

se abren puertas y ventanas

y, codicia saludable de las gentes de mi pueblo,

lo evidente, la elocuente maravilla

de un pastel caliente y gordo,

ruboroso de colores

y ardores

satisface el hambre sana

para… un día cuando menos

Sal y ají

papa y arvejas

aceitunas, carne y huevos

¡hay que ver!

si desciende la bandeja,

es seguro que, en no más de diez minutos

sólo queda de la torre de empanada

que diez manos diligentes retiraron,

un pedazo todavía calentito

de papel enrojecido por el jugo

de la sólida y picante,

confortante

“empanada maravilla q’oñisitu”

Hay que ver

¡y qué comer!

Continuará

Fuente: LA PATRIA
Para tus amigos: