En el actual período y por diferentes causas, nuestras relaciones comerciales de nivel internacional están sufriendo algunas interferencias de orden burocrático que se producen en gestiones con países que compran productos bolivianos, pero también hay problemas internos que impiden ampliar nuestras relaciones comerciales.
En realidad no hay mucho que hablar sobre el tema aunque son varias y muy diferentes las trabas que frenan nuestras exportaciones, por ejemplo en el caso más sentido en el último tiempo no se ha restablecido el acuerdo con el país norteamericano y aunque se mencione que prácticamente es un hecho el restablecimiento del Atpdea, una liberación de aranceles para muchos productos bolivianos, el comercio con esa nación continúa, pero las reglas de juego no son las más favorables a nuestro comercio.
Venezuela quiso aprovechar el pánico de nuestros exportadores y abrir su mercado para recibir toda la suerte de productos que vendíamos al Norte, empero sólo una parte interesaba a los venezolanos por tanto no se pudo compensar la pérdida del mercado estadounidense, además de una serie de problemas que confrontaron nuestros productores para cobrar a los importadores venezolanos.
La potencia de la región, el Brasil, también nos abrió oportunidades de hacer negocios, inclusive más allá de la simple adquisición de algunos productos bolivianos hay una oferta abierta para financiar económicamente algunos de los proyectos nacionales, especialmente en materia energética y otros en el orden de infraestructura de carreteras, lamentablemente la situación vigente en Bolivia, con marcada incertidumbre, ha hecho que desde Brasil y ya con la nueva presidenta, confirme la postergación de esos planes, por lo menos hasta que nuestro Gobierno “apruebe nuevas leyes que garanticen las futuras inversiones”.
Y estamos hablando sólo de tres casos, pues hay varios otros que del mismo modo no se concretan, se postergan indefinidamente o muy diplomáticamente se retrasan las transacciones directas, exponiendo como justificativos los hechos “sociales” que se confrontan en el país, mostrando una imagen de inseguridad e insolvencia para definir estrategias comerciales.
El problema es que la situación vigente no es nueva, prácticamente es un proceso que comienza con la gestión política que recibió un contundente apoyo ciudadano y que sin embargo no logra encarrilar adecuadamente sus proyectos de desarrollo porque sigue dando prioridad a los hechos de la política interna descuidando y postergando el urgente avance en la estrategia productiva que seguirá a pasos lentos, mientras el mayor tiempo siga siendo utilizado para tapar incidentes de política interna y corretear a los opositores, en lugar de armonizar y consensuar los programas de desarrollo nacional.
No hay definiciones claras para consolidar nuestro avance en los mega proyectos que son vistos con expectativa en el exterior y que internamente tienen velocidad de tortuga, mientras los vecinos nos compiten abiertamente a ritmo de liebre, separando la problemática política de la estrictamente económica y productiva.
Paradójicamente, aún en tiempo de crisis tenemos más ventajas que otros países y las desaprovechamos olímpicamente. Esa falta de visión de la realidad está retrasando el “cambio para vivir mejor” acrecentando nuestras relaciones comerciales.
Fuente: LA PATRIA
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