El dilema fue presentado a los electores bolivianos de manera muy sencilla: si optamos por el “sí”, pondremos fin a una larga etapa de privilegios para aquellos que se apoderaron de las esferas de decisión. Si optamos por el “no” sus consecuencias, según las advertencias y amenazas que se lanzan, pueden ir más allá del simple escenario de la magistratura. En realidad entraría en juego toda la credibilidad del gobierno de turno. Entonces, lo que aparecía tan sencillo entra en el campo complicado de las grandes conjeturas y obligan al ciudadano a una profunda reflexión.
Y eso es desafiar el pensamiento, compartir los dilemas en que se sumieron pensadores, poetas y aquellos auténticos políticos que ven en la sociedad no un laboratorio de ensayo y experimentos para sus ambiciones sino el campo de la realización humana. En esta dimensión se entiende a aquel poeta y escritor Rudyard Kipling para quien el hombre no debería tener ningún temor ante los desafíos que le plantea el mundo:
“Si puedes soñar sin que tus sueños te dominen; si puedes pensar sin que tus pensamientos sean tu meta; si puedes habértelas con Triunfo y Desastre y, tratar por igual a ambos farsantes; si puedes tolerar que los bribones tergiversen la verdad que has expresado y la convierte en trampa para necios… Si puedes dirigirte a las multitudes sin perder la virtud… Tuya es la Tierra y cuanto en ella hay. Y más aún: Serás un hombre, hijo mío”.
Desde lo profundo de la conciencia ciudadana, por tanto, no debería existir duda alguna sobre lo que se tiene que hacer. El voto ciudadano está decidido. Y los interesados en “cómo debe ser”, o debería ser, o si es sí o si es no, simplemente deberían esperar el veredicto. Es en este nivel en el que se manipulan temores y argumentos. Si los unos creen que les asiste la razón no deberían temer ese veredicto, y si los otros piensan lo mismo, lo que tienen que hacer es esperar el momento de la decisión.
Pero vale la especulación, el desafiar el pensamiento, como lo hacía Sartre al sumirse en el pensamiento griego: “El ser es. El ser es en-sí. El ser es lo que es. Con la afirmación: el ser es, Sartre quiere señalar que el ser es positividad, realidad, actualidad; en el ser no está presente la nada, ni la diferenciación, ni el movimiento, simplemente es. Por ser compacto, denso, homogéneo, no incluye en su interior duplicidad alguna”.
Así que: tranquilos, los preocupados por la próxima cita del pueblo boliviano con las ánforas tienen que saber que de tanto ejercicio que hemos tenido en los últimos años, algo hemos tenido que aprender, y es nada menos y nada más, que un firme compromiso con la democracia, con los derechos y con la verdad, por mucho que parezca imposible.
En el auténtico compromiso con la democracia no se pueden mezclar apariencia y realidad. Ya hemos pasado aquellos tiempos en que sembramos la semilla para que se haga árbol, y lo que esperamos, ahora, es que ese árbol, el árbol de la democracia produzca buenos frutos.
(*) Periodista
Para tus amigos:
¡Oferta!
Solicita tu membresía Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del día en PDF descargable.
- Fotografías en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.