Hace algunas semanas los orureños y las artes plásticas perdimos con la reciente muerte de Raúl Lara, un orureño entre los grandes pintores bolivianos que paseó con su arte por casi todo el mundo logrando valiosos premios al participar en bienales exponiendo capacidad de “Maestro del realismo mágico” y exponente nato del barroco mestizo de las poblaciones andinas del país, como lo califican analistas de esta difícil actividad artística.
Raúl Lara que murió en Cochabamba donde radicaba desde muchos años atrás, desde tempana edad se inclinó a su arte, poblando el taller de su hermano Gustavo en su tierra natal Oruro, apoyado por su padre, Estanislao Lara y, tal vez por otro de sus hermanos, el destacado pugilista y campeón nacional, Néstor Lara, aunque ambos no confiaban en la capacidad de Raúl, menos los orureños pese a que nos contagiaban con sus obras, que, paulatinamente, iban ganando espacio, primero en Latinoamérica, después en países europeos donde sus obras alcanzaron ribetes extraordinarios.
De acuerdo a escritos, a partir de los años 80, su trabajo logró el arte de interpretar los sueños, cuando rinde homenaje al Libertador Bolívar en una serie de obras surrealistas. Una de esas series, la primera, obtuvo por unanimidad absoluta del jurado el primer premio internacional en homenaje al Bicentenario del nacimiento de Bolívar en la ciudad de Mérida.
Raúl Lara decidió radicar en Argentina a partir de 1970; pero, años antes, en 1953, después de la Revolución Nacional, impuso su temática social asentando en el lienzo la témpera “El entierro del minero”; más tarde el “Gallero y su familia”, “Estudio del hombre”, “Torito en azules” y el dibujo “Caballos”. También destaca la pintura mural en el popular bar “La Corajuda”, donde se observan máscaras con trajes folklóricos y aparecen hombres morenos, ángeles y diablos que festejan sumidos en el alcohol tras una imagen lírica y mestiza, obras que destacan Carlos D. Mesa y Pedro Susz.
El trabajo proficuo de Lara le permitió pintar al boliviano en tradición minera de los socavones oscuros, aspectos folklóricos arraigados en el Carnaval orureño, el homenaje a la Virgen del Socavón que aparece acompañada por atractivas danzas sensuales y bandas de música que son parte del Carnaval.
Me permito transcribir la opinión de algunas personalidades ligadas a las artes y letras. Carlos Mesa comenta: “Raúl Lara es un pintor con mayúsculas, alguien capaz de entender la mezcla de todas las sangres, esa afirmación celebratoria del mestizo como referencia universal”; Eduardo Serrano, colombiano, expresó: “Entre los reinos de los real y lo onírico (…) se expande hoy, sabia exquisita y conmovedora la pintura de Raúl Lara, maestro universal y pilar incólume del arte boliviano”. Margarita Villa, historiadora del arte boliviano, dijo: “La obra de Raúl Lara testimonia su magnífica manera de abordar el hecho plástico con gran riqueza de recursos, lo que determina, junto a su importante caudal iconográfico, una producción de gran interés y valor”; Alicia Haber, crítica de arte del diario uruguayo El País, afirmó: “Es una gran pérdida para el país porque Raúl Lara ha contribuido en gran medida a la cultura”; también Norma Campos, organizadora de la Bienal de SIART, destacó el trabajo de Lara, al contribuir con capacidad al enriquecimiento del arte latinoamericano.
La vida del artista plástico orureño que triunfó con valores reales en varias capitales del mundo, ha estado olvidada por los mismos orureños, sus autoridades y también por los intelectuales y comunicadores, como lo ignoran a José “Pepe” Luque triunfador en Ecuador, donde salió exiliado en el primer gobierno de Banzer, Pepe, orureño de gran corazón ha sido declarado el “Mejor hombre y artista plástico” por la Asociación de Periodistas de Guayaquil y, hace pocos años fue el Congreso Ecuatoriano que le impuso una máxima condecoración, por su contribución al arte.
Raúl que ya no está presente en vida siendo sus restos cremados por familiares y volcadas las cenizas en las cumbres del Tunari cochabambino, como él pidió, pero queda como testimonio de su condición artística centenares de lienzos dedicados a Oruro y sus tradiciones, expuestos en importantes salones para deleite del público.
Como periodista, aunque muy poco compartí su amistad cuando intercambiaban sus experiencias con Pepe Luque, intuí que Raúl iba a lograr lugares de privilegio con su arte. Lamento su muerte porque enluta a su familia y a las artes plásticas del país.
(*) Periodista
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